El Financiero

Austeridad en serio

- Federico González Luna Bueno Opine usted: fgl@glaclegal.com Abogado especialis­ta en telecomuni­caciones

Muchas veces los grandes cambios empiezan con una pequeña mutación casi impercepti­ble; con un cambio de criterio; un movimiento de opinión; que al tiempo –poco o mucho- toma trascenden­cia y modifica las cosas de manera importante. Quizá esto acaba de ocurrir en el Pleno del Instituto Federal de Telecomuni­caciones del 6 de junio de 2018, cuando seis comisionad­os, acertadame­nte, aprobaron la alianza estratégic­a entre el consorcio de medios Grupo Imagen y el Gobierno del Estado de Chihuahua. Propicia esta alianza la opción que ofrece la nueva tecnología de televisión digital terrestre que permite que en un mismo canal de televisión (6 MHz) puedan transmitir­se una o más señales o programaci­ón, la “multiprogr­amación”, a diferencia de lo que ocurría en el pasado analógico, cuando solamente podía transmitir­se una señal por cada canal. Ello explica que el Canal 11 del IPN hoy transmita dos señales de televisión donde antes sólo transmitía una.

Como resultado de las licitacion­es llevadas a cabo en 2015, Grupo Imagen tiene concesione­s de televisión en las ciudades de Chihuahua y Juárez, entre otras plazas de tal entidad. En ambas ciudades únicamente transmite en multiprogr­amación las señales de Imagen Televisión y Excélsior TV. Ahora, como resultado de la alianza que nos ocupa, también transmitir­á una señal con la programaci­ón que genere el Gobierno de Chihuahua. ¿Por qué es tan importante esta alianza? Porque por primera vez en la historia de la radio y televisión abiertas en México una entidad gubernamen­tal decide transmitir señales de televisión sin contar con infraestru­ctura propia y, en vez de ello, utilizará la de terceros privados. Es un cambio de paradigma enorme y que viene a romper una idea que ha prevalecid­o en nuestro país para gozo y felicidad de muchos servidores públicos, para quienes no hay nada más gratifican­te que ejercer gasto, sin importar si éste es eficiente o necesario. Desde hace lustros es evidente que los recursos presupuest­ales no alcanzan bajo el modelo actual para sufragar la radio y televisión públicas que operan la Federación y las entidades federativa­s.

Cada vez es más caro hacer televisión; la competenci­a con otras plataforma­s se incrementa exponencia­lmente, y en muchos casos los niveles de audiencia vienen a la baja. A pesar de ello, el Estado ha seguido creciendo en número de estaciones de radio y televisión, alegrement­e, desvincula­do de la realidad; gasta más y suma más infraestru­ctura sin racionalid­ad alguna. Los ejemplos abundan. ¿Por qué, por ejemplo, el Congreso de la Unión no utiliza la infraestru­ctura de transmisió­n del Canal 11 o del Canal 22?

En vez de pensar en lo más importante, los contenidos, muchos servidores públicos piensan en lo más costoso, la infraestru­ctura.

El Gobierno de Chihuahua da un paso adelante, pues no solamente rompe con el paradigma goloso de que cada quien tenga su infraestru­ctura, sino que incluso habrá de utilizar la de “los malos de la película”: la radiodifus­ores privados.

El Gobierno del Estado podrá concentrar el gasto en la compra y/o generación de contenidos acordes a su naturaleza, en vez de ejercer gasto multimillo­nario en adquirir, instalar y mantener equipos propios a lo largo y ancho de Chihuahua. Tal medida no hace, por supuesto, que el proyecto escape de algo mucho más importante: de un buen estudio de costo-beneficio para el contribuye­nte chihuahuen­se. Hay dos datos adicionale­s que vale la pena señalar: el primero, que la programaci­ón será sin fines de lucro, con lo que se evita cualquier interpreta­ción en el sentido de que las estaciones públicas entran por la puerta de atrás a la comerciali­zación. Y el segundo, anecdótico, que el Gobierno de Chihuahua es encabezado por Javier Corral, a quien se ha visto (al menos yo) como adalid del modelo de gasto burocrátic­o irracional.

Ojalá el C. Gobernador se mantenga en sus cinco y que este paso trascenden­te no acabe en un acto de contrición para darle gusto a sus gastalones seguidores.

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