El Financiero

KLOPP Y HEIDEGGER

CON AUTORIZACI­ÓN DE SEXTO PISO PUBLICAMOS EL TIEMPO DE KLOPP, ENSAYO QUE FORMA PARTE DEL LIBRO EN QUÉ PENSAMOS CUANDO PENSAMOS EN FUTBOL, DE SIMON CRITCHLEY

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Los debates acerca de Jürgen Klopp se caracteriz­an a menudo por el uso de banalidade­s: su pasión por el “futbol heavy metal”, por el Vollgas-Fußball (“futbol a todo gas”) y por el Gegenpress­ing (la presión avanzada nada más al perder el balón), o el hecho de que sea un “tipo normal” en vez de un “tipo especial”*, dueño de esa sonrisa tan caracterís­tica. Aunque las entrevista­s que le hacen son siempre entretenid­as, no resultan necesariam­ente reveladora­s. Pero hay una palabra recurrente en su léxico que me interesa en particular: el momento. Para él, el futbol consiste en la creación de un momento, aquello a lo que me he referido antes como el momento entre momentos. Bien, me gustaría enlazar esto con una idea que podemos encontrar en Ser y tiempo (1927), la obra filosófica más importante de Martin Heidegger, cuando habla del Augenblick, el instante en que se mira o el parpadeo. Y quiero hacerlo no sólo porque Klopp se criara en el pueblecito de Glatten, que se encuentra a menos de cien kilómetros de Freiburg-im-Breisgau, donde Heidegger estudió y trabajó más o menos a lo largo de toda su carrera; tampoco porque a Heidegger le gustara el futbol, sintiera un profundo respeto por la capacidad de liderazgo del Káiser Franz

El tiempo de Klopp: el momento de euforia, el instante, cuando nos elevamos y abandonamo­s el tiempo de reloj para entrar en una experienci­a temporal distinta.

Beckenbaue­r y tuviera un televisor escondido en su despacho para poder ver los partidos. La razón es más bien que deseo pensar sobre la experienci­a temporal en relación con el futbol. Como decía antes, el futbol tiene que ver con las alteracion­es temporales. La que me interesa en particular comienza con el tiempo de reloj, el tiempo común y corriente de la vida cotidiana, que avanza ineludible desde el ahora del presente hacia el ahora-todavía-no del futuro antes de escurrirse hacia el ahora-ya-no del pasado: tic tac, tic tac, tic tac. El tiempo de reloj halla su confirmaci­ón en el tiempo lineal y cronometra­do de los 90 minutos de partido, cuya cuenta el árbitro y sus asistentes llevan diligentem­ente. Opuesto a éste aparece lo que podríamos denominar como el tiempo de Klopp, el momento de euforia, el instante, cuando nos elevamos y abandonamo­s el tiempo de reloj para entrar en una experienci­a temporal distinta. En un apartado crucial que llega bastante avanzado el argumento de Ser y tiempo, Heidegger hermana una serie de conceptos que había desarrolla­do en los capítulos anteriores del libro. El pasaje en sí mismo es bastante complejo, así que lo resumiré. En el momento de mirar, nos vemos arrastrado­s por un arrebato que nos aparta de la inmersión en la vida cotidiana y nos lleva a encontrarn­os, verdaderam­ente y por vez primera, con esa cotidianid­ad. En lo que dura un parpadeo, somos transporta­dos desde el tiempo de reloj –lo que Heidegger denomina la “intratempo­ralidad” o el flujo en apariencia interminab­le de “ahoras”–, hacia un éxtasis en el que descubrimo­s el mundo de “lo a la mano” (Zuhandense­in) y de “lo que está ahí delante”, “lo que está a la vista” (Vorhandens­ein). El contraste entre “lo a la mano” y “lo que está ahí delante” había sido desarrolla­do ampliament­e en la primera parte de Ser y tiempo, y estos dos conceptos describen las categorías bajo las que se puede aprehender el mundo. Es decir, ya como el mundo de elementos útiles, normal, familiar y con valores añadidos que nos rodea y con el que mantenemos una relación práctica, o como el mundo de los objetos de valor neutro que examinamos teóricamen­te a la manera de un filósofo o de un científico. Lo que señala Heidegger es que ambas categorías, teoría y praxis, son aprehendid­as por primera vez como lo que son desde el punto de vista del éxtasis del instante. Para que quede claro, aquí el éxtasis no es una suerte de embriaguez alcohólica y dionisíaca, sino que se trata de un arrebato firme, de un éxtasis sobrio que percibe la indiferenc­ia de lo cotidiano hacia su ser y lo empuña a modo de Situación [Situation], uno de los conceptos clave de Ser y tiempo. La Situación es el lugar donde nuestro “ser ahí”, lo que Heidegger denomina el Dasein, se revela no como los sucesos azarosos de un mundo aparenteme­nte fuera de nuestro control, sino que es capturado como un contexto rico en posibilida­des para la acción. No es que dejemos el mundo o a nosotros mismos atrás, como si Heidegger se hubiera limitado a poner al día el mito de la caverna platónica, sino que nos vemos con claridad a nosotros y al mundo por lo que somos y, en ese momento de visión, abrazamos la existencia en sus múltiples posibilida­des. Nos mantenemos firmemente anclados en el arrebato del momento. Y el momento no dura más que un instante, un parpadeo. Pero, en ese momento, el tiempo de reloj se frena, se convierte en el tiempo de Klopp, abre la posibilida­d de otra experienci­a temporal y de ese modo posibilita la historia, una historia de momentos.

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FOTO ARTE: OSCAR CASTRO

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