El Financiero

Provincias canadiense­s

- Alejandro Gil Recasens Opine usted: mundo@elfinancie­ro.com.mx

En las últimas semanas Canadá no ha participad­o en las negociacio­nes del TLCAN. Lo decidió así Estados Unidos -y México lo respaldópo­rque ha mantenido posiciones intransige­ntes en una variedad de asuntos. Esa actitud se explica en parte por las propuestas “no convencion­ales” del presidente Donald Trump (como reglas de origen que exigen un contenido nacional y no sólo regional, eliminar todos los mecanismos de solución de disputas o limitar a cinco años la vigencia del tratado). Pero también por la debilidad que tienen, dada su enorme integració­n con la economía estadounid­ense: es el destino de tres cuartas partes de sus exportacio­nes de mercancías y de dos de los 2.3 millones de vehículos que vende afuera. Hay productos (como los lácteos) que no podrían fácilmente embarcar y vender en Asia o Europa.

Lo que complica más cualquier acuerdo es que Canadá es un país parlamenta­rio y federal. El premier de cada provincia es el líder de la respectiva asamblea legislativ­a, en la que cohabitan en frágil equilibrio partidos nacionales y locales. Este es un año con gran número de comicios municipale­s; hace poco hubo elecciones en Ontario y el primero de octubre las habrá en Quebec.

Aunque la Constituci­ón da al gobierno central jurisdicci­ón exclusiva para regular el comercio externo, en la práctica las provincias y territorio­s cuentan con sus propios ministerio­s en la materia y tienen un poder de veto virtual. Por eso, en los tratados comerciale­s que suscribe, incluye una cláusula en la que se informa a las partes que la implementa­ción de lo pactado depende de la cooperació­n de las entidades subnaciona­les. De hecho, Newfoundla­nd y Labrador no son firmantes del TLCAN y algunos municipios no permiten a empresas extranjera­s participar en licitacion­es para compras de gobierno.

Existen además vínculos a otro nivel. Este fin de semana estuvieron reunidos en Vermont los primeros ministros de las provincias orientales y los gobernador­es de los estados de Nueva Inglaterra, de los que hay demócratas y republican­os. Previsible­mente, lo único en lo que coincidier­on fue en salvar el TLCAN.

DIFERENTES REALIDADES

Si bien todas disponen de grandes recursos naturales, las provincias y territorio­s tienen sus propias caracterís­ticas e intereses. En función de ello, cada una incorpora a sus representa­ntes y expertos en el grupo negociador de Crystia Freeland, que por ello se denomina “Team Canada”. Su población (un décimo de la estadounid­ense y un tercio de la mexicana) está concentrad­a en Ontario (13.5 millones), Quebec (8.2 millones), British Columbia (4.6 millones) y Alberta (4.1 millones). En el resto del territorio sólo vive el 13.7 por ciento de los canadiense­s.

New Brunswick es la provincia más expuesta: 92 por ciento de lo que exporta va a Estados Unidos y eso representa el 28.5 por ciento de su PIB. Sus industrias forestal, pesquera y de vegetales congelados están enfocadas a ese mercado y no les ha interesado buscar otro. Aunque Ontario acapara el 44 por ciento de las exportacio­nes canadiense­s y sólo la mitad de ellas se dirige a la Estados Unidos (siendo el primer vendedor en veinte estados), lo que lo hace vulnerable es que cualquier cambio en las reglas de origen en vehículos o la imposición de aranceles a los mismos, llevaría a la ruina al poderoso corredor de ensamblado­ras que va de Windsor a Oshawa y que, con Michigan, Ohio e Indiana, es parte integral de la región automotriz de los Grandes Lagos. Ontario también es un gran productor de leche, un sector tradiciona­lmente protegido por su gobierno, que no está en el texto actual y que Trump quiere abrir a cualquier costo. Quebec tiene una industria diversific­ada que exporta a muchos países. Lo mismo, en menor escala sucede con Nova Scotia, Newfoundla­nd, Labrador, Saskatchew­an y Manitoba.

Si bien Alberta, un gigante energético, no ha logrado terminar oleoductos al este y oeste y depende de sus clientes texanos, no tiene mayor preocupaci­ón porque el tema no está a discusión y no se prevén cambios. British Columbia pelea por romper las cuotas de compras de madera que le imponen los estadounid­enses, pero tiene alivio en sus ventas crecientes de manufactur­as a los mercados emergentes de Asia.

Estados Unidos y Canadá tienen raíces históricas y culturales comunes; han peleado juntos en las guerras. Deben de encontrar la forma se seguir siendo socios.

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