El Financiero

Por la puerta de atrás

- Javier Risco Opine usted: nacional@ elfinancie­ro.com.mx @jrisco

Perdonar no es sencillo. Menos cuando no se sabe por qué ni qué vas a obtener a cambio. En el caso de los cientos de miles de víctimas de la violencia en nuestro país, no sólo no saben por qué el gobierno que prometió esperanza les pide que perdonen, sino que en sólo tres foros ya lograron que las familias y los grupos que acuden pasen del ‘no perdón’ al enojo. Lo supieron desde su planteamie­nto: los foros de pacificaci­ón no iban a ser sencillos, hasta el momento ha habido tres encuentros, y, en los tres, el gobierno de transición, representa­do por Alfonso Durazo –propuesto para llegar a la Secretaría de Seguridad Pública– y Loretta Ortiz –encargada del proceso de pacificaci­ón del país– han encontrado víctimas que están hartas de la catarsis, que no se sienten representa­das y que han tomado como una ofensa la propuesta de López Obrador, de darle una oportunida­d al perdón.

¿Por qué Andrés Manuel ha decidido desgastar de esa forma la esperanza y el buen ánimo social que ganó con las eleccioque nes, en lugar de administra­r las decepcione­s que puede tener su gobierno?

Otro de los momentos más difíciles de estos encuentros (y eso van 3 de más de 20) se vivió ayer en Morelia, Michoacán, cuando José Manuel Mireles, exlíder de las autodefens­as de Tepalcatep­ec, alzó la voz y abandonó el foro:

“Estos foros son una charlatane­ría y pura política. Son una farsa porque no hay ningún luchador social ahí enfrente en el presídium, como los que entregamos nuestra sangre por cambiar las cosas. Ahí no está Cemeí, no está Hipólito. Esto es una farsa”. El líder michoacano señaló que dentro de los presentes en el pódium, no hay un solo luchador social. Y tenía razón. Visto desde el lugar de las víctimas, hay una soberbia de un gabinete que aún ni es oficialmen­te gobierno, de decirles a quien en la piel han padecido la sangre que derrama México, que su camino es EL camino. Michoacán, con cifras extraofici­ales que cuentan más de mil desapareci­dos y decenas de muertos en la guerra contra el narcotráfi­co, es una sede que no sólo es tierra hostil, sino con madres y familiares y luchadores sociales que no son improvisad­os en el tema, que han tenido que tomar en sus manos las armas para defenderse, y que una propuesta de perdón sin razón ni metodologí­a, es claramente un insulto al dolor y a su exigencia de justicia. Otra voz importante en la región es la de Hipólito Mora. Para él este foro tampoco lo convenció de sumarse al perdón. Durante la jornada advirtió los riesgos de que el presidente electo le pida a las víctimas perdonar: “Yo no les doy el perdón. Me voy con él a la tumba. Esa chambita se la dejo a Dios y Dios que decida a quién perdonar y a quién no, yo sigo con mis ideales”.

De nuevo: ¿cómo se perdona si no se ha hecho justicia? Quizá no hemos entendido la estrategia de AMLO, pero ha sido por la poca claridad de la estrategia, por la fallida comunicaci­ón de uno de los que serán los temas prioritari­os de su administra­ción: la pacificaci­ón.

Y cómo no iban a molestarse los asistentes al Foro Escucha, si, de entrada, entre los oradores estaba el secretario de Seguridad Pública del Estado, Juan Bernardo Corona, quien fue interrumpi­do por las organizaci­ones sociales a gritos y con una in- dignación tal por su inacción en casos penales en la entidad, que tuvo que abandonar el recinto por la puerta de atrás, tal como lo consignaro­n distintos medios locales asistentes al foro. En este escenario: ¿cuál perdón si no hay justicia?

Ante este duro enfrentón con la realidad, el futuro encargado de la estrategia de seguridad, Alfonso Durazo, trató de remontar el discurso y poner los pies en la tierra y admitir que hablar de un “paraíso” en materia de seguridad no es posible, porque llegar a donde estamos no se generó de un día para otro.

Sin embargo, olvida que habla con esos líderes de autodefens­as –que han tenido que pelear con el Estado que los encarceló por enfrentarl­os, y ponerles cara también a los grupos criminales, que ellos no han sabido frenar–, que se toparía con esos grupos de madres que todos los días deben buscar bajo la tierra los restos de los hijos que les robaron y que hablan frente a un México al que ya se le ha prometido paz y sólo se le ha dado guerra. Ojalá vieran que antes de pedir perdón, deberían explicar lo que perdonar significa, para que esa palabra en el sexenio no se vuelva sinónimo de impunidad. No puede haber otra persona en estos foros que salga por la puerta de atrás.

“Deberían explicar lo que perdonar significa, para que esa palabra no se vuelva sinónimo de impunidad”

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