Estados Unidos trabaja en dos proyectos ambiciosos
para impulsar dos disciplinas en las que no han conseguido formar grandes figuras y captar mayor número de aficionados
Cuando le plantearon la idea, Ernesto Escobedo no lo pensó dos veces. Roger Federer quería que el joven tenista le acompañara durante tres semanas de noviembre en Dubái, donde el campeón de 20 torneos de Grand
Slam tiene una residencia y prepara su pretemporada.
“Me preguntaron y les dije que claro que sí. En un santiamén”, contó Escobedo a la agencia AP.
El que haya podido trabajar con Federer obedeció a la intervención de la Asociación de Tenis de Estados Unidos (USTA) tras establecer contacto con el agente del astro suizo. Con 22 años, el hijo de mexicanos es una de las promesas del tenis estadounidense. Llegó a alcanzar su mejor posición en el ranking como el número 67 en julio de 2017, aunque ahora trata de volver al Top 100. Escobedo está en el radar de la USTA, particularmente por su ascendencia mexicana.
El que tenga buenos resultados en el circuito es importante para el objetivo de incrementar la popularidad del tenis en Estados Unidos. Su presidenta Katrina Adams lo define “como mi principal iniciativa”. “Ellos representan el grupo demográfico de mayor crecimiento en Estados Unidos y tienen un porcentaje muy bajo de jugadores”, dijo Adams a la AP. “Es sumamente importante llegarle a todo el mundo y queremos que se dediquen a nuestro deporte por el resto de sus vidas”.
Aunque hay numerosos tenistas de renombre de España, Sudamérica y Puerto Rico, sólo un puñado de hispano-americanos han destacado. Tal fue el caso de Pancho Segura, un inmigrante ecuatoriano que brilló en la década de 1940. Pancho Gonzales, hijo de mexicanos, sobresalió en los años 50. Rosie Casals, hija de salvadoreña, fue una de las mejores en los 60 y 70. Mary Joe Fernández, nacida en la República Dominicana, alcanzó un par de finales de Grand Slam a inicios de los 90.
El anhelo es que surja una nueva estrella hispana y por ello se busca prestar renovada atención al semillero para un deporte que requiere de una considerable inversión para pagar el uso de canchas, clases y equipamiento.El número total de jugadores hispanos subió de 1.7 millones en 2015 a 1.88 millones en 2016, un incremento del 5 por ciento, de acuerdo con las cifras más recientes de la USTA. La Asociación de la Industria del Tenis, una organización sin fines de lucro que promueve el crecimiento del deporte, consignó que los hispanos representaron el 10.1 por ciento de los 17.68 millones de tenistas en el país.