El Financiero

LA MUTACIÓN QUE PODRÍA COMBATIR LA OBESIDAD

UNA RARA CONDICIÓN PERMITE QUE ALGUNOS AFORTUNADO­S NO ENGORDEN, Y AHORA INVESTIGAD­ORES Y FARMACÉUTI­CAS SE INSPIRAN EN ELLA PARA DESARROLLA­R MEDICAMENT­OS

- Editora Alejandra César Coeditora Gráfica: Ana Luisa González

PARA UNOS POCOS AFORTUNADO­S EN EL MUNDO,

el peso nunca será una fuente de preocupaci­ón. Las personas que tienen una rara mutación genética llamada fructosuri­a esencial carecen de la principal enzima para metaboliza­r la fructosa, azúcar natural que se encuentra en la miel, las frutas y las verduras. No se han hallado consecuenc­ias negativas, a excepción de una aversión a los dulces, y parece tener un beneficio significat­ivo: los que la padecen muestran un bajo riesgo a la obesidad, la diabetes tipo 2 o dolencias hepáticas graves. “Cuando comencé a contactar a las personas que cuidaban a estos pacientes, literalmen­te no había nadie que fuera gordo o tuviera diabetes tipo 2”, dijo Richard Johnson, científico pionero en enfermedad­es metabólica­s de la Universida­d de Denver.

Los investigad­ores que buscan comprender las enfermedad­es relacionad­as con el peso y las farmacéuti­cas que desarrolla­n nuevos medicament­os están ansiosos por estudiar la mutación. El problema es que es casi imposible encontrar personas con esta ‘cualidad’; la probabilid­ad es de 1 en 130 mil. El último informe de caso en la literatura médica es de 1998, según Mark Herman, profesor asistente de investigad­or de la Facultad de Medicina de la Universida­d de Duke. La fructosuri­a esencial es tan poco frecuente que incluso Pfizer, la mayor farmacéuti­ca de Estados Unidos, no ha podido rastrear a un solo caso. Eso no ha impedido que intente desarrolla­r un medicament­o modelado con la mutación que podría revertir o prevenir la progresión de la esteatohep­atitis no alcohólica, (EHNA, por sus siglas en inglés) y quizás un día trate afecciones más comunes. “Esperamos que a largo plazo tratemos la resistenci­a a la insulina y la obesidad”, dijo el vicepresid­ente senior de Pfizer, Morrie Birnbaum, quien dirige la división de investigac­ión de medicina interna de la compañía de Nueva York.

El cuerpo humano no produce mucha fructosa por sí mismo. La obtiene de alimentos y bebidas azucaradas.

Su consumo excesivo está relacionad­o con enfermedad­es hepáticas y la diabetes tipo 2, y generalmen­te es responsabl­e del hígado graso, que provoca el EHNA.

La idea de frenar el metabolism­o de la fructosa para prevenir enfermedad­es comenzó en gran medida con Johnson, el científico de la Universida­d de Denver. Descubrió que los ratones sin la enzima ganaban menos grasa y peso y tenían niveles más bajos de glucosa e insulina en la sangre que los que la tenían cuando recibían una dieta alta en fructosa. Encontrar un medicament­o para la obesidad ha sido desde hace mucho tiempo un objetivo para las farmacéuti­cas más grandes del mundo, a pesar de que la Asociación Médica Estadounid­ense no la consideró una enfermedad hasta 2013. Pero tratar los problemas del peso ha sido un rompecabez­as que incluye la dieta, la genética, el comportami­ento y los factores ambientale­s. Varias terapias se han llevado al mercado solo para sacarlas de los estantes más tarde debido a problemas de seguridad o malas ventas. Después de analizar miles de compuestos, Pfizer lanzó su primer estudio preclínico en 2013, seguido por ensayos en humanos tres años después. Un estudio con 53 pacientes concluyó recienteme­nte.

Si el tratamient­o funciona, se tomaría diariament­e para prevenir la acumulació­n de grasa en el hígado. Los efectos de NASH in- cluyen inflamació­n, cicatrizac­ión y cambios metabólico­s; se estima que hasta el 12 por ciento de los estadounid­enses lo padecen. No todas las personas con hígado graso terminan teniendo NASH, pero Birnbaum comparó la idea de reducir el hígado graso para ayudar a prevenir la EHNA con el colesterol y las enfermedad­es cardiacas. Mientras tanto, Johnson, de 64 años, está desarrolla­ndo sus propias drogas. Pero es realista sobre vencer a un gigante como Pfizer con tan solo un laboratori­o de investigac­ión de 10 personas. Sin embargo, el científico dijo que quiere que Pfizer tenga éxito, ya que validaría gran parte de su investigac­ión. “Lo que estamos viendo es un medicament­o que previene el desarrollo de la obesidad, previene la diabetes. Mi creencia es que esto tendrá un gran impacto clínico”.

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