UN NUEVO LIBRO SOBRE COLIMA
CONFIRMA PORQUE ES UNO DE LOS ESTADOS MÁS RICOS EN MATERIA GASTRONÓMICA; LAS REGIONES NO SON OTRA COSA QUE SU COCINA
Colima, Colima. Enviado. La semana pasada tuve el honor de ser invitado a presentar un nuevo libro de gran formato: Colima, una Gran Travesía Gastronómica, del chef Nico Mejía, reconocido cocinero colimota que invirtió diez años de su vida para realizar una magistral investigación, la cual derivó en un verdadero tratado sobre los usos y costumbres de aquella joya del Pacífico mexicano.
El acto tuvo lugar en el imponente Teatro Hidalgo de Colima capital, en presencia del gobernador del Estado, José Ignacio Peralta; el Secretario de Cultura, Carlos Ramírez Vuelvas y el Secretario de Turismo estatales, Efraín Angulo. Yo también soy autor de libros de cocina mexicana y les puedo asegurar que conseguir que los gobiernos de los estados se interesen por apoyar la industria editorial de gastronomía es casi un milagro. Parece increíble que, a pesar de que nuestra cocina tradicional –ancestral, viva y vigente- es la única con dichas características en haber sido declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, exista una limitada producción de materiales gráficos que nos hablen de la rica diversidad de la gastronomía nacional.
Al iniciar mi discurso de presentación agradecí y reconocí al gobierno de Colima, y a sus autoridades, el hecho de que decididamente hayan ayudado a que la obra viera la luz. Luego pedí un aplauso para las depositarias de los sabores y saberes ancestrales colimotas: las cocineras tradicionales a las que Nico invitó a participar en el libro; 50 de ellas sentadas en las primeras filas del teatro. El resultado es un capítulo del libro que reúne un recetario que no tiene parangón con las menos de 20 obras culinarias de la bibliografía de Colima.
Una a una, fueron mencionadas e invitadas al escenario a recibir su libro, una fotografía de gran formato por parte del patrocinador L´Bistrot y el aplauso del público presente. Para muchas de ellas ese momento inolvidable, fue el pináculo de su carrera; una vida entregada a los fogones de las casas, las cenadurías, los restaurantes o los negocios culinarios de la entidad; muchas veces en el anonimato, sin los reflectores de los grandes chefs; el hecho de oír su nombre y el pasar al escenario fue la recompensa al esfuerzo de generaciones.
También hablé del destacado diseño de Sergio Haro; las fotografías prodigiosas de Charly Ramos, Javier Flores, Álvaro Argüelles y Emmanuel Rosas; la edición puntual y perfecta de Luza Alvarado y la coordinación de la obra en manos de mi colega y amigo Álvaro J. Gómez de Gourmetepec.
La presentación fue sin duda un gran éxito, el teatro a reventar. Gente de todas las edades y todos los ámbitos reunida para ver cómo su estado fue retratado tan bellamente. No olvidemos que los pueblos se conocen a través de sus cocinas.