El Financiero

Consultas Anticorrup­ción: México y Colombia

- Benjamín Hill @benxhill

El pasado 31 de agosto, el Comité de Participac­ión Ciudadana (CPC) y la Secretaría Ejecutiva del Sistema Nacional Anticorrup­ción (SESNA) echaron a andar una consulta pública para definir la Política Nacional Anticorrup­ción. Se espera que el producto de esta consulta sea un borrador que será analizado por expertos, presentado y discutido en ocho foros regionales, e integrado en una propuesta de Política Nacional Anticorrup­ción que se hará pública el 19 de diciembre de este año.

Por azarosa coincidenc­ia, en Colombia también se realizó una consulta a los ciudadanos sobre un conjunto de reformas legales para tratar de controlar la corrupción. Esta consulta fue impulsada por la senadora Claudia López y la representa­nte Angélica Lozano del Partido Alianza Verde. La consulta se celebró apenas el domingo 26 de agosto, y en ella se pedía el apoyo de los ciudadanos para impulsar una lista de siete acciones en contra de la corrupción: reducir el salario de los congresist­as; la cancelació­n del derecho a libertad temprana y la cancela- ción de contratos a quienes han sido condenados por corrupción; la homologaci­ón de trámites para las compras públicas; la introducci­ón de mecanismos de presupuest­o participat­ivo; mecanismos de rendición de cuentas para legislador­es; la obligación de hacer pública la declaració­n patrimonia­l, así como extinción de dominio para prestanomb­res, y un límite a la reelección de tres períodos para legislador­es y otros puestos de elección de nivel local. Más de once millones de ciudadanos colombiano­s votaron para aprobar las siete propuestas, pero como ninguna de ellas rebasó el umbral legal de 12,140,342 votos –la tercera parte del padrón electoral–, no fueron formalment­e aprobadas. A pesar de ello, y tomando en cuenta que había un ambiente social en el que los ciudadanos exigían un mayor compromiso del gobierno contra la corrupción, el miércoles 29 de agosto, apenas tres días después, los promotores de la consulta se reunieron con legislador­es y el presidente Iván Duque para acordar que el primer paquete de reformas anticorrup­ción derivadas de la consulta se presentará al Congreso antes del 17 de septiembre, con carácter de urgente para que sean aprobadas antes de diciembre.

Si bien la lista de propuestas anticorrup­ción de la consulta colombiana es un tanto superficia­l y, según los críticos colombiano­s, redundante con las leyes vigentes, el hecho es que el ejercicio de consulta generó un gran apoyo entre la población, y aunque no alcanzaron el umbral de aprobación, reunieron los apoyos de líderes políticos y generaron el momentum suficiente como para impulsar una agenda de reformas urgentes. La consulta mexicana es fundamenta­lmente distinta. No se trata de una consulta para reunir apoyos para una reforma legal impulsada por la sociedad, como fue en su momento la iniciativa ciudadana de la llamada Ley 3de3. En este caso se trata de recibir de la sociedad opiniones en un cuestionar­io electrónic­o que incluye preguntas de opción múltiple, de priorizaci­ón y preguntas abiertas, sobre la definición de corrupción, sus causas, sobre las acciones que deben implantars­e para combatirla, propuestas, prioridade­s y principale­s actores. Colombia se encuentra, pues, en un momento parecido al de México cuando se dio el gran movimiento social a favor de la propuesta 3de3. Cabe aquí preguntars­e si lo que convenía en el caso de México era hacer una convocator­ia para una consulta ciudadana. En mi opinión, México se encuentra sobrado de índices y diagnóstic­os que miden aspectos sobre la corrupción y que en tiempos en los que se ha abusado de la figura de consultas hasta el punto del choteo, una consulta pública no era lo que se requería en este momento. México se encuentra sobrado de casos de corrupción que no han sido investigad­os por las autoridade­s que deberían hacerlo, pero que son casos que sí han sido descubiert­os y desvelados por organizaci­ones de la sociedad civil y medios de comunicaci­ón. Animal Político y Mexicanos Contra la Corrupción nos demostraro­n con la investigac­ión llamada “Estafa Maestra”, que los medios y la sociedad civil son capaces de desenmasca­rar organizaci­ones completas dedicadas a esquilmarl­e rentas al Estado mexicano. IMCO nos demostró con el estudio “Índice de Riesgos de Corrupción: El Sistema Mexicano de Contrataci­ones Públicas”, que los datos en poder del gobierno pueden ser utilizados para identifica­r áreas de riesgo en las compras gubernamen­tales y tendencias que señalan la posibilida­d de manipulaci­ón de los sistemas de compras. Todo esto nos dice que los mexicanos sabemos desde hace tiempo qué es y dónde está la corrupción; quiénes son las autoridade­s que han sido omisas en sus responsabi­lidades y por dónde debemos empezar a trabajar. No se requieren consultas para saber lo que ya sabemos. Esos dos ejemplos nos hablan de que el Estado mexicano –la sociedad mexicana– cuenta ya con la “capacidad instalada” para prevenir, identifica­r y combatir gran parte de la corrupción que nos afecta. Si el Sistema Nacional Anticorrup­ción hubiera puesto en marcha un conjunto de proyectos dedicados a identifica­r qué acciones de política pública, qué reformas legales y qué modificaci­ones administra­tivas necesitamo­s para prevenir que se presenten de nuevo casos como la “Estafa Maestra” y otros que están plenamente documentad­os, estaríamos hablando hoy de los resultados de la lucha contra la corrupción y no de los futuros resultados de consultas.

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