El Financiero

El agandalle en seguridad

- Ana María Salazar Opine usted: wwwanamari­asalazar.com @amsalazar

Diferencia­r entre seguridad nacional y seguridad pública no es fácil, especialme­nte en un país como México, donde en la última década se han usado las corporacio­nes de seguridad nacional (como el Ejercito, Marina, Cisen) para ejercer funciones de seguridad pública. Podríamos debatir si las organizaci­ones criminales en México son EN VERDAD una amenaza lo suficiente­mente grave, ya sea por su capacidad de ejercer control territoria­l o su capacidad bélica o la extrema violencia que usan en las comunidade­s donde desarrolla­n sus actividade­s delictivas, para requerir la participac­ión del Ejército.

En un país donde una organizaci­ón criminal, en este caso Los Zetas, en Tamaulipas, asesinaron con palos y piedras a 72 migrantes, y meses después, en EL MISMO LUGAR, mataron a por lo menos 193 personas, la mayoría de los analistas concluiría­n que este grupo en particular es una amenaza a la seguridad nacional. Y las decenas y decenas de masacres que han sucedido en el país en la última década, donde más de 20 mil personas han sido “desapareci­das”, incluyendo los 43 normalista­s de Ayotzinapa. Y en los últimos años, los asesinatos y amenazas a alcaldes, funcionari­os públicos y candidatos a elección popular.

En cualquier país democrátic­o, obviamente este tipo de situacione­s se hubieran manejado dentro del ámbito de seguridad nacional, por las implicacio­nes que tienen las actividade­s de estas organizaci­ones en la integridad de la población y la amenaza a la gobernabil­idad. El uso de las Fuerzas Armadas en estas situacione­s es un reconocimi­ento que la amenaza es tal, que hay que usar sus recursos excepciona­les, la última instancia de una nación, que son las Fuerzas Armadas. En México se usan los soldados y marinos como si fueran la única instancia.

Pero también hay que decirlo, no todas las organizaci­ones son amenazas a la seguridad nacional, y deberían de ser la policía civil, según la legislació­n naciola nal y acuerdos internacio­nales, la que enfrente la criminalid­ad. Y la falta de capacidad no es razón suficiente. Especialme­nte si va más de una década tratando de capacitar policías para ejercer funciones básicas en el ámbito de seguridad pública. México vive un conflicto armado, por la capacidad bélica y control territoria­l que han alcanzado estas organizaci­ones que se dedican a actividade­s delictivas, y el gobierno ha sido incapaz de detenerlos y la clase gobernante se ha rehusado a reconocerl­o. No hay otro país en el mundo, que vive la violencia y el impacto de organizaci­ones criminales, sin que se considere que es una nación que vive una guerra civil. Con la debilidad institucio­nal que ha demostrado México, no sólo no se ha legislado apropiadam­ente cuándo deben de usarse las Fuerzas Armadas, sino que ha sido imposible en los últimos 12 años legislar para fortalecer las policías estatales y locales. Es entendible que Andrés Manuel López Obrador declarara hace una semana que “por situación de gravedad que prevalece en materia de insegurida­d y de violencia, vamos a apoyarnos en el Ejército y la Marina para garantizar la seguridad pública”. Pero el error es que admite públicamen­te que las Fuerzas Armadas seguirán ejerciendo funciones por la incapacida­d de la policía civil. No porque las organizaci­ones sean una amenaza a la seguridad nacional.

Y también hay que decirlo. La dificultad de legislar tiene que ver con protección de querencias y poderes locales, además, obviamente, la desconfian­za que hay entre los políticos de favorecer la centraliza­ción y coordinaci­ón de las fuerzas policiales en un grupo político o gobernante. Básicament­e el problema fundamenta­l por el cual las policías federal, estatales y municipale­s no han podido desarrolla­r una capacidad suficiente para empezar a confrontar organizaci­ones criminales, es por el agandalle político. De hecho, la única explicació­n que hay por la cual la Secretaría de Seguridad Pública y la Policía Federal se incorporar­on a Gobernació­n hace seis años, fue por el agandalle del que sería el titular de esa dependenci­a, Miguel Ángel Osorio Chong. En su momento quería controlar todo. La estrategia de seguridad nacional y la estrategia de seguridad pública y todas las corporacio­nes responsabl­es. La pregunta ahora es si la propuesta de crear una supersecre­taría de Seguridad es por ¿un problema de agandalle o por no entender las diferencia­s jurídicas, operaciona­les y sobre todo la necesidad de crear pesos y contrapeso­s entre seguridad nacional y seguridad pública? Si legislan sin entender esta diferencia, van a fracasar. En seis años o se incrementa la violencia o continuará­n usando las Fuerzas Armadas en actividade­s de seguridad pública.

“México vive un conflicto armado, por la capacidad bélica y control territoria­l que han alcanzado estas organizaci­ones”

“La dificultad de legislar tiene que ver con protección de querencias y poderes locales, además, obviamente, la desconfian­za”

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico