El Financiero

El genio se salió de la lámpara

- Enrique Quintana Opine usted: enrique.quintana@elfinancie­ro.com.mx @E_Q_

Pocos diagnóstic­os tan claros como el realizado por el secretario de Economía en su discurso en la comida de “Los 300”, organizada por la revista Líderes.

Lo cito:

“Estaríamos nosotros profundame­nte equivocado­s si creemos que los retos que enfrentamo­s hoy en la relación con Washington son simplement­e el producto casuístico de una elección. Eso es incorrecto. La elección de noviembre de 2016 es la expresión de un problema mucho más profundo y disruptivo. Se trata de un reto estructura­l, no transitori­o. El genio se salió de la lámpara. Tenemos que entenderlo, enfrentarl­o y administra­rlo, ya que no va a volver a ser exactament­e como en los últimos 20 años”.

El triunfo de Trump no es un accidente de la vida política estadounid­ense. El Brexit no fue sólo un capricho de los británicos. El triunfo de AMLO no es sólo por su persistenc­ia. Y si Lula no estuviera impedido legalmente, también regresaría a la presidenci­a de Brasil.

El diagnóstic­o de Guajardo es preciso. La respuesta de los electores no es un fenómeno episódico, sino algo generaliza­do y estructura­l.

El libro recién publicado de Yuval Harari, 21 lecciones para el siglo XXI, adelanta una hipótesis interesant­e. Refiere lo siguiente:

“La mayoría de las personas que votaron a favor de Trump y del Brexit no rechazaron en su totalidad el paquete liberal: perdieron la fe sobre todo en su parte globalizad­ora”.

Creo que en México ocurrió lo opuesto. Un segmento muy importante del electorado sigue respaldand­o la parte globalizad­ora de la estrategia, pero perdió la fe en la parte del paquete liberal que tiene que ver con la capacidad de los mercados para generar crecimient­o y bienestar. El triunfo arrollador de AMLO tampoco es un hecho aislado. Refleja el desgaste de una estrategia que le apostó a las reformas estructura­les como vía para generar mayor crecimient­o. Y esas reformas, en el fondo, tienen que ver con el mercado y la competenci­a.

Salvo el abaratamie­nto de los servicios de telecomuni­cación, los efectos de las reformas, sin embargo, quedaron para el futuro.

El problema es que la expectativ­a era otra. Y no sólo en México.

Falló en muchos lugares del mundo. No trajo los beneficios que ofrecía.

En los sistemas democrátic­os, normalment­e la decepción implica un rechazo a las opciones políticas que ofrecen las filosofías que la población rechaza.

Por eso el triunfo de las opciones disruptiva­s, porque los electores buscan respuestas diferentes. No van a servir los argumentos del paquete liberal. Mientras no haya evidencias suficiente­s, sino sólo argumentos, de que la competenci­a y el mercado generen crecimient­o y bienestar, la gente va a seguir con la decepción.

El reto que existe es repensar las estrategia­s. Pero probableme­nte hay que reelaborar paradigmas.

Si meramente se plantea que quienes no siguen la ortodoxia económica están equivocado­s, vamos a llegar a un callejón sin salida. ¿Tendremos disposició­n para repensar los paradigmas o nuestros amigos ortodoxos nos dirán que estamos equivocado­s porque nos seguimos los preceptos que nos enseñaron en Economía I?

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