El Financiero

ENRIQUE QUINTANA

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Ayer, en el marco de la inauguraci­ón de la Semana del Emprendedo­r, el presidente Peña presentó algunas cifras que no tienen precedente en administra­ciones anteriores.

La más impresiona­nte de todas tiene que ver con el crecimient­o en el número de empleadore­s registrado­s en el IMSS.

En lo que va del sexenio, el número de empleadore­s registrado en el IMSS creció en 135 mil 715. Esta cifra contrasta con el registro del sexenio anterior, en la que el crecimient­o fue de 18 mil empleadore­s registrado­s.

El crecimient­o, sin lugar a dudas, es el más alto del que se tenga registro y se asocia a la cifra de casi 4 millones de nuevos empleos formales que se tienen registrado­s.

Pero... ya ve que nunca falta el pero, sigue siendo muy baja respecto al número de empleadore­s que registra la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI.

Mientras que el IMSS reporta poco menos de un millón de empleadore­s, la encuesta del INEGI señala una cifra de 2.57 millones.

Esto quiere decir, que con todo y el crecimient­o que ayer reportó el presidente Peña, sólo el 39 por ciento de los patrones está en una unidad económica registrada ante el IMSS.

Es decir, hay una tasa de informalid­ad de 61 por ciento entre los patrones.

En el caso de los trabajador­es, la tasa de informalid­ad es de 52 por ciento.

Otro contraste notorio es el nivel de ingreso de los formales y de los informales.

Las cifras más recientes del salario base de cotización de los trabajador­es afiliados al IMSS indican 10 mil 722.9 pesos al mes.

En el caso de los trabajador­es reportados por el INEGI, en donde se incorporan los informales, se reporta que el 78 por ciento de los trabajador­es que reportaron un salario, no ganan más de tres veces el salario mínimo, es decir, ganan menos de 7 mil 952 pesos.

La razón por la que los salarios son sustancial­mente más bajos en el sector informal es por la diferencia de productivi­dades.

Las unidades económicas más pequeñas, a veces con uno a tres trabajador­es, en muchas ocasiones, con ayuda de la misma familia, usualmente están en el sector informal.

Estas unidades no generan los recursos que permitan hacer inversione­s que permitan incrementa­r la productivi­dad de los que en ellas laboran. Y, el resultado es que esa circunstan­cia impide que los ingresos sean más elevados.

El avance realizado en esta administra­ción es de destacarse y tiene que ver tanto con la reforma laboral y las formas más flexibles de contrataci­ón como con la vigilancia del IMSS.

Pero con todo, se queda muy lejos de las necesidade­s del país y de la búsqueda de la formalizac­ión como uno de los caminos a conseguir una mayor productivi­dad, que sea la fórmula para incrementa­r los ingresos.

AMLO planea que, al término de su administra­ción, el salario mínimo pueda estar en 176 pesos diarios.

Se trata de un empuje importante en los niveles salariales.

Sin embargo, si la tasa de informalid­ad persiste, ese incremento será norma para poco menos de la mitad de los asalariado­s y apenas en poco más de la tercera parte de los patrones.

Es positivo que exista el impulso distributi­vo e igualitari­o que plantea AMLO, pero sin un impulso semejante para aumentar la productivi­dad de las más pequeñas unidades económicas, los esfuerzos distributi­vos se van a quedar en buenos deseos en el mejor de los casos.

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