Defensores cotidianos del derecho a aprender
Mucho del desarrollo de nuestra personalidad, de la multiplicación de oportunidades y de la movilidad cultural y social de cada uno de nosotros se explica por los rasgos de quienes fueron nuestros maestros.
No hay reforma sin reformadores. No se aprende sin grandes aprendices. Si algo queda clarísimo en estos últimos años de avances y de conflictos en la política educativa en México, es que los planes y programas, e incluso la ley y toda la normativa derivada, no alcanzan para hacer realidad la educación de calidad con equidad a la que los mexicanos aspiramos. Ayuda, sin duda, que el marco legal se haya pulido y que se haya desprendido a los maestros de la dura carga en la cual su trayectoria profesional dependía de los arbitrarios y extralegales mandatos de las dirigencias sindicales, de los controles partidistas o del entorno de influencia de los secretarios de Educación estatales. Ahora tenemos un sistema con parámetros y procedimientos previstos, que sería realmente mezquino e ignorante no reconocerlo como avance. Sin embargo, todos los días y en todo el territorio nacional hay que luchar para que la corrupción y la simulación no frustren de nuevo su potencial. No sólo aspectos de deficiente implementación, sino de desatinado diseño, hacen que las reformas –mejoras – nuevas disposiciones sean insuficientes. La ley por sí misma no alcanza para transformar lo que sucede en las escuelas, pues es sólo un marco: el desafío, la Presidente Ejecutivo de Mexicanos Primero frontera real, está en las prácticas educativas.
Por eso, las maestras y los maestros reconocidos con el Premio ABC, “Maestros de los que Aprendemos”, son figuras profesionales y cívicas a las que mucho les debemos. La transformación en la escuela depende en gran parte de ellas y ellos. Los maestros, que a diario toman decisiones, interactúan con sus compañeros y estudiantes de manera que puedan fomentar oportunidades de aprendizaje propio y de otros. Desde hace once años, en Mexicanos Primero les reconocemos con el Premio ABC. “Maestros de los que Aprendemos”. Hay que darles las gracias por ser, gracias por entregarse a sus niñas y niños. Que nadie más se permita ya no reconocer el lugar que tienen en la marcha educativa del país.