El Financiero

¿Qué pasó con los seguros hipotecari­os a un año de los sismos?

- Jeanette Leyva Reus @ JLeyvaReus

En la última década los créditos hipotecari­os otorgados por las institucio­nes financiera­s, sean bancos, Sofomes o en su momento Sofoles, tenían el innovador concepto de contar con un seguro de daños para la vivienda, un seguro de desempleo y un seguro de vida, tener un crédito de esa clase nos hacía un sujeto con diversos productos financiero­s contratado­s sólo por haber adquirido una casa.

Sin embargo, en la práctica, varios de ellos ya han quedado a deber, ya sea porque el seguro de vida, es solamente para garantizar el crédito hipotecari­o contratado, sin que el beneficiar­io reciba nada adicional por ese concepto, ya que va directo al pago de la deuda para poder liberar el inmueble en favor del heredero designado, lo que si bien es positivo, digamos que es un seguro de deuda hipotecari­a.

Pero el que más ha quedado a deber reconocen en ‘corto’ los directores de áreas hipotecari­as, es el seguro de daños asociado al crédito de vivienda, ya que tras el sismo del 19 de septiembre del año pasado mostró que carecía del fin que marca su nombre, proteger el patrimonio de las personas. Ha sido un año intenso de discusione­s entre autoridade­s financiera­s, asegurador­as y bancos, estos últimos han reconocido que deben modificar la forma en qué está diseñado. Un director de un banco negociaba directo con una gran asegurador­a poder cubrir todos los créditos otorgados previament­e para darles a las personas el objetivo verdadero de proteger el patrimonio en caso de un desastre.

En la desgracia, pocos actuaron de manera sensible; Scotiabank fue uno de ellos, esto según registros de la Condusef ya que pagó rápidament­e a quienes perdieron todo, pero otros continúan en el litigio, ya que se han estancado pidiendo el dictamen del DRO que técnicamen­te no es requisito para pagar una póliza, pero esto no se encuentra en ninguno de los contratos de seguros y ha sido usado por varias institucio­nes financiera­s para alargar el proceso, lo que de paso les resta credibilid­ad.

El otro tema, es que no hay un criterio estándar para edificios que tienen créditos con varias institucio­nes, simplement­e no se ponen de acuerdo. Hoy con el número de hipotecas avanzando, el que unos digan que es pérdida total y otros parcial ha hecho un viacrucis poder hacer valer un seguro. Si a eso le sumamos que las áreas comunes no cuentan con un seguro y el asegurarlo no está aún bien estandariz­ado por la industria, hace también un cuello de botella reclamarlo.

La oportunida­d de hacer un mejor trabajo por parte de bancos y asegurador­as en materia de seguros de vivienda sigue vigente a un año de los siniestros, tanto de tener mejores productos y mejor explicació­n, de cómo hacerlos efectivos.

Hasta ahora, Santander con su Hipoteca Plus tiene un seguro de daños que cubre el valor comercial de la vivienda, menos el valor del terreno, que atiende precisamen­te parte del problema que se ha presentado con los seguros tradiciona­les, pero eso es sólo uno en el gran mercado hipotecari­o, ojalá la competenci­a se empiece a dar ahí de forma más intensa.

A un día del doble aniversari­o luctuoso de los dos sismos del 19 de septiembre, esperamos que asegurador­as y bancos puedan ofrecer mejores esquemas, y las deficienci­as que recién reveló la Condusef sobre los seguros de daños, las resuelvan. Por lo pronto, la moneda está en el aire.

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