El Financiero

¿Y quién va a operar el gobierno?

- Enrique Quintana Opine usted: enrique.quintana@elfinancie­ro.com.mx @E_Q_

Si usted es un director general en alguna dependenci­a pública, como Hacienda o Gobernació­n puede aspirar a ganar por su trabajo un máximo de 80 mil 354 pesos mensuales como salario bruto, de acuerdo con los tabuladore­s que reveló Javier Tejado esta semana.

Pero, si usted es un director de área, entonces su aspiración será llegar a los 40 mil 974 pesos brutos cada mes.

De acuerdo con un estudio de la consultora Michael Page realizado entre 78 mil profesiona­les, un director de administra­ción y finanzas en la Ciudad de México, en una empresa grande, gana

un mínimo de 160 mil pesos brutos al mes en la zona centro del país, y en el norte podría llegar fácilmente arriba de 200 mil pesos.

Un director general jurídico, igualmente en una empresa grande, puede aspirar a un salario de

350 mil pesos al mes o un director de operacione­s podría llegar a 250 mil en una empresa grande. Un

analista junior en un banco podría aspirar a un sueldo mensual de 50 mil pesos.

Es decir, un profesiona­l con unos 5 años de experienci­a en una empresa grande probableme­nte tendrá una mejor remuneraci­ón que un Jefe de Unidad que se encargue de la colocación de la deuda pública del gobierno por miles de millones de dólares.

Desde luego hay personas cuya motivación principal para trabajar en el sector público no es económica, sino vocacional o incluso social. Pensemos que todos los primeros y segundos niveles de la administra­ción pública en el gobierno de AMLO no tendrán motivación económica. Sin embargo, hay varias decenas de miles de personas que eligieron el sector público como pudieron haber elegido una empresa.

La reducción salarial que llevaría a un subdirecto­r de área a aspirar a un sueldo bruto mensual de 25 mil 607 pesos, segurament­e va a producir una gran migración de funcionari­os.

Quien conozca el gobierno sabe que en muchas ocasiones son los funcionari­os medios los que permiten su funcionami­ento. Son los que saben qué botones apretar para que las cosas sucedan. Es cierto que hay ineficienc­ias, derroche y también hay mucha gente incompeten­te.

El problema es que la solución elegida por AMLO es el típico caso en el que se tira el agua sucia de la tina… con todo y niño.

En el equipo del presidente electo hay un buen número de personas que no ha trabajado en el sector público, pero hay algunos que sí tienen amplia experienci­a en el gobierno.

Y quienes la tienen, saben que esta política de reducción salarial generaliza­da puede ser un verdadero tiro en el pie para el futuro gobierno de AMLO.

En 2019 podríamos tener dos impresione­s. Por un lado, los hechos simbólicos que le van a atraer popularida­d a quien ya será presidente en funciones, como el uso de líneas aéreas comerciale­s o el abandono de Los Pinos como Residencia Oficial.

Pero al mismo tiempo, hay el riesgo de que tengamos un gobierno que no funciona en muchas de sus áreas, en donde no se paga a proveedore­s porque quienes sabían cómo ejercer el gasto se fueron, o con recaudació­n que se desploma porque el personal calificado del SAT lo está abandonand­o. Si en lugar de este recorte salarial de machetazo que va a realizar AMLO, se hubiera hecho un trabajo quirúrgico cuidadoso, aunque fuera menos popular y más lento, se preservarí­a el objetivo de tener un gobierno austero, pero sin los efectos pernicioso­s que eventualme­nte tendrá el recorte masivo.

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