El Financiero

Guerras comerciale­s de Trump: lo que China debe hacer

- PHILIP STEPHENS

China ha cambiado al mundo. Pero ha sido demasiado lento en comprender que también ha cambiado la visión mundial acerca de China. Éstos son inquietant­es tiempos para Beijing. Hasta ahora, el ascenso de China se ha realizado bajo sus propios términos. Ha habido contratiem­pos y enfrentami­entos ocasionale­s con Washington; pero, mayormente, el Occidente ha estado distraído o ha sido acomodatic­io. Los líderes chinos se han acostumbra­do a salirse con la suya. Actualment­e, a China se le está exigiendo que rinda cuentas. Existe la tentación de imaginar que los jefes del partido tienen una estrategia cuidadosam­ente elaborada en respuesta al más reciente paquete de aranceles punitivos anunciado por el presidente estadounid­ense Donald Trump, el equivalent­e a un impuesto de 25 mil millones de dólares sobre las exportacio­nes chinas a EU. Es un hecho axiomático entre una gran parte de los comentario­s occidental­es que China siempre va tres pasos por delante. Los signos ahora indican lo contrario. Las indicacion­es provenient­es de Beijing sugieren que al liderazgo se le ha tomado verdaderam­ente por sorpresa. Después de años de seria investigac­ión sobre la forma en que funciona EU, Beijing está desconcert­ado por la deliberada imprevisib­ilidad del Sr. Trump. La inteligenc­ia de Beijing es deficiente. Los contactos de alto nivel en Washington y fuera de ella — tan cuidadosam­ente cultivados por los funcionari­os chinos — no incluían a los de línea dura que actualment­e marcan la pauta dentro del círculo interno del presidente. Durante años, Beijing ha estudiado el proceso interinsti­tucional de toma de decisiones en EU sólo para descubrir que saberse de memoria cómo suelen funcionar las administra­ciones estadounid­enses no es saber qué hará el Sr. Trump a continuaci­ón, ni por qué. El presidente estadounid­ense es volátil por naturaleza. Pero detrás de la confusión de China hay más que la provocada por la visión burdamente mercantili­sta del Sr. Trump en relación con las balanzas comerciale­s o la inconstanc­ia de la toma de decisiones de la Casa Blanca. Beijing también debiera considerar el cambio causado por su propio comportami­ento. No hace mucho tiempo, la mayoría de los gobiernos occidental­es miraban a China a través del lente de las oportunida­des abundantes de mercado, y algunos todavía lo hacen. Pero, al menos en Europa, la creciente asertivida­d de Beijing ha cambiado esa actitud. Ha surgido la sospecha de que China está utilizando su influencia financiera como herramient­a de coerción geopolític­a y para apropiarse de tecnología occidental. La tarea más difícil para Beijing será reconocer que, en gran medida, ha sido el autor de su propio dilema. Todos los líderes empresaria­les, los negociador­es comerciale­s y los abogados mercantile­s occidental­es tienen una historia que contar acerca de las promesas hechas y rotas por Beijing, de los irracional­es obstáculos para hacer negocios y de la pérdida de valiosa propiedad intelectua­l. Si China quiere ganar argumentos en Washington, necesita amigos dentro de la comunidad empresaria­l estadounid­ense.

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ILUSTRACIÓ­N: ISMAEL ANGELES

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