El Financiero

La sucesión

- Macario Schettino Opine usted: www.macario.mx @macariomx

En esta semana deben asignarse las comisiones en el Congreso. En ambas Cámaras, Morena tiene el control de los órganos de dirección, y por lo mismo es esperable que tomen las presidenci­as de al menos la mitad de las comisiones, y especialme­nte de las más importante­s: Hacienda, Presupuest­o, Puntos Constituci­onales, Educación, Trabajo, etc.

Lo interesant­e será analizar el comportami­ento en el proceso. No debemos olvidar que los tres posibles sucesores del presidente electo juegan precisamen­te en ese terreno. Habrá quien piense que hablar de la sucesión de López Obrador cuando éste aún ni siquiera toma posesión es absurdo, pero en política una elección inicia justo terminando la anterior. Esperarse a 2021 o después para construir una opción política no funciona. Hay quien incluso ha trabajado en su candidatur­a por 21 años antes de tener éxito. Desde el triunfo del PRD en el DF en 1997. Bueno, en el Senado estamos viendo ya el enfrentami­ento entre Monreal y Martí. El primero, priista de toda la vida, sabe hacer ese tipo de política: concilia, Profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey negocia, elude la confrontac­ión, pero es capaz de enfrentars­e cuando no tiene otra opción. Lo hizo cuando salió del PRI para ganar Zacatecas, y recienteme­nte, cuando obligó a AMLO a un arreglo. Arrastra acusaNueva ciones de corrupción, e incluso sospechas de tratos con grupos criminales (droga encontrada en un rancho suyo, por ejemplo), pero también éxitos políticos. En su último puesto, la delegación Cuauhtémoc, no abundan los resultados, pero eso parece ser la constante de los gobiernos de izquierda en la Ciudad de México. Martí viene de una trayectori­a totalmente distinta. Simpatizan­te del Partido Comunista, se incorporó al PSUM, fue dirigente del CEU en la huelga de la UNAM (1986-1987) y fundador del PRD, donde ha escalado por todo tipo de puestos políticos. En la administra­ción pública, fue subsecreta­rio de gobierno, y luego secretario de Desarrollo Social en el DF, pero no creo que haya algo recordable de su paso por esos puestos (más allá del trabajo político a favor de AMLO). Es el radical mejor posicionad­o, me parece, de todo el equipo de López Obrador.

En la Cámara de Diputados, Mario Delgado representa al tercer sucesor: Marcelo Ebrard. De entrada, el mejor colocado en la carrera. Es secretario de Estado, pero en una posición que no le preocupa demasiado a AMLO, y que le permitirá libertad de movimiento, además de la posibilida­d de construir apoyo internacio­nal para sus ambiciones. Con el apoyo de Delgado, además, tendrá una fuerte presencia política interna, gracias al control de la Cámara de Diputados. Ahí no hay un conflicto, como en el Senado, porque el presidente, Porfirio Muñoz Ledo, no cuenta en este proceso de sucesión. La transforma­ción de Morena en un verdadero partido político implica este tipo de confrontac­iones. Aunque hasta ahora esa organizaci­ón ha sido un conglomera­do de fuerzas sin ningún punto en común más allá de la devoción a su líder, esto no parece que vaya a continuar así. En parte, me parece, la campaña interminab­le de AMLO está dirigida a evitar la creación de fuerzas internas con objetivos políticos distintos a él. No está acostumbra­do a compartir el poder. En 1998 se deshizo de Muñoz Ledo, y en 2001 de Cuauhtémoc Cárdenas y Rosario Robles. Mantuvo subordinad­os a los Chuchos por una década. Creó su movimiento dejando claro su liderazgo único. No creo que pueda seguir así, a menos que de verdad quiera destruir todo el andamiaje institucio­nal del país. En consecuenc­ia, me parece que, de ahora en adelante, debemos incluir la lucha por la sucesión como parte del análisis del gobierno de López Obrador. Sin ella, será un caudillo; con ella, un político administra­ndo su final.

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