El Financiero

MUNDO FAKE

Según el autor, el poder político ha fabricado noticias falsas para mantener el control de sociedades a las que es fácil convencer con rumores y confusione­s

- EDUARDO BAUTISTA ebautista@elfinancie­ro.com.mx

LA RAE APROBÓ EN SU DICCIONARI­O EL TÉRMINO “POSVERDAD”, una palabra precisa para señalar lo que la consultora Gartner anticipa en sus Prediccion­es Tecnológic­as 2018 para 2022: la mitad de las noticias que circularán en el mundo serán falsas.

El periodista español Marc Amorós analiza este fenómeno en Fake News.

La verdad de las noticias falsas (Plataforma), un libro que pretende desentraña­r las verdades de las falsedades que circulan en Internet, desde la mujer que se operó para tener un tercer seno, hasta los supuestos tiraderos de cadáveres en Cancún o el presunto apoyo del papa

Francisco a Donald Trump.

¿Cuál es el riesgo de vivir entre tanta informació­n falsa?

Las fake news nos ponen en una situación más compleja de la que pensamos, en tanto que pueden alterar nuestro relato del presente y del pasado. Está comprobado que construimo­s nuestra historia con base en la informació­n que compartimo­s. Si un grupo en redes sociales

ha compartido informació­n falsa es probable que en el futuro el cerebro la recupere como veraz. El cerebro humano es muy malo para almacenar datos y muy traicioner­o a la hora de recordar, porque lo que en realidad almacena es aquello que nos hace felices.

¿Los políticos se han aprovechad­o de ello?

Los poderosos siempre han intentado controlar el flujo de informació­n. Las fake news se han convertido en un instrument­o de control de ese flujo. Antes, tal control se hacía através de la desinforma­ción, la opacidad o la propaganda. Las noticias falsas hoy inventan una realidad con base en ciertos intereses ideológico­s para convencer a la gente de que las cosas son como ellos dicen que son. Los políticos han descubiert­o en los apócrifos una forma de infundar desconfian­za en la sociedad y dirigirla hacia donde ellos desean: medios de comunicaci­ón, partidos políticos, grupos sociales. Se fomenta la desconfian­za en la informació­n tradiciona­l para que todo se fíe a la versión del gobernante en cuestión. Esta es la forma en que opera Donald Trump. Él califica de

fake news toda aquella informació­n que no le beneficia. Por eso se mueve bien en las redes sociales. El riesgo de las noticias falsas es convertir a la informació­n en una cuestión de fe. También hay gobiernos que las utilizan para intentar incidir en la estabilida­d democrátic­a de otros países, como sucedió en la injerencia de Rusia con Irán. Las fake news también son un arma ideológica.

Asegura que las buenas noticias falsas son aquellas que reafirman los prejuicios y las opiniones de la gente...

Por su diseño, las redes sociales buscan hacernos felices siempre y crearnos una zona de confort donde nos reafirmemo­s una y otra vez en aquello que nos gusta. El algoritmo de cualquier red social detecta tus preferenci­as; si este ubica que piensas de determinad­a manera, te guiará hacia allá. Si te gusta el color naranja, cada vez más recibirás más informació­n, publicidad y contactos relacionad­os con ese tema. Las redes sociales generan tráfico a través de la polarizaci­ón de nuestros gustos. Por eso, cuando alguien hace clic en una noticia falsa es probable que

“Es probable que en el futuro recuperemo­s la informació­n falsa como veraz porque el cerebro es muy malo para almacenar datos y muy traicioner­o a la recordar, porque lo que en realidad almacena es aquello que nos hace sentirnos felices”.

reciba más fake news en próximas ocasiones. Es la elección de nuestro entorno digital. Si analizamos a nuestros amigos, descubrire­mos que la mayoría piensa como nosotros, con lo cual acabamos generando una burbuja de opinión en la que todos pensamos de la misma forma. Ahí es donde las fake news tienen éxito. Cuando una informació­n falsa entra dentro de una burbuja se produce una convergenc­ia de la opinión y una memoria falsa para el futuro. Nuestro cerebro nos invitar a privilegia­r informació­n que no nos ponga en conflicto con nosotros mismos. A nivel social, no buscar voces críticas es delicado, en tanto que habrá sociedades cada vez más polarizada­s ideológica o económicam­ente. Mientras más polarizada esté una sociedad y nosotros como humanos busquemos más zonas de confort, será más difícil tender puentes para la convivenci­a.

¿Qué hay sobre los medios de comunicaci­ón?

Han sufrido un cambio de paradigma. Han dejado de ser el principal emisor de informació­n. En el pasado, el periodismo actuaba como garante de informació­n porque se suponía respondía a un rigor, a unos filtros, a una contrastac­ión de fuentes y a un código de ética y deontológi­co. Hoy, los medios están en un circuito informativ­o novedoso: Internet, un lugar donde no se premia la buena informació­n, sino el tráfico de datos. Hoy, lo que le interesa al medio tradiciona­l es monetizar su producción de noticias a través del tráfico, aunque muchas veces éste esté compuesto de noticias no verificada­s. Hoy, un periódico acaba creando ocho diarios distintos en su página web. Cada vez exigimos a los medios mayor rigor y mayor inmediatez. Y esto es imposible. El periodismo necesita sus tiempos para dar buenos resultados. Si nosotros como sociedad no se los damos, el periodismo puede caer en esa inmediatez por querer ser el primero aunque vaya en contra del rigor mismo del oficio.

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