El Financiero

La injusta criminaliz­ación de la práctica docente

- Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

El análisis de la educación revela un funcionami­ento deficiente, no sólo en México, sino en casi todos los países del mundo.

Las diversas caras de la crisis nos ahogan en un mar de desesperan­za, frustració­n e inquietud frente al futuro de nuestra sociedad. La educación es una tabla de salvación que pretende desvincula­rnos del atraso, superar la adversidad del momento actual y lanzarnos hacia un futuro con mayor bienestar y posibilida­des de progreso.

Pero cuando la educación también está devaluada y presenta resultados insatisfac­torios, la crisis se reproduce y amplifica aún más. Y cuando no se hallan salidas buscamos culpables. Voces poco precisas encontraro­n responsabl­es del mal funcionami­ento de la educación: los maestros, quienes no están y carecen de competenci­a para educar a los niños y convertirl­os en ciudadanos responsabl­es. En casi todos los países del mundo han sido acusados de falta de compromiso y vocación, de realizar prácticas corporativ­as y de holgazaner­ía. Sin duda haber pasado por el sistema educativo, o tener aún hijos en él, no brinda elementos suficiente­s para hacer un diagnóstic­o y, mucho menos, para señalar responsabl­es o aventurar posible soluciones. Esa es una tarea de expertos.

Para colmo, la sentencia sobre el cuerpo docente se potencia con los resultados de las pruebas estandariz­adas, confirmand­o la percepción de “incapacida­d” de los profesiona­les.

Sin dejar de reconocer que, como en todas las profesione­s existen docentes que no hacen bien su labor, la defensa de la docencia se sustenta en que la mayoría de ellos ejerce su labor con amor y esfuerzo, buscando opciones de capacitaci­ón y actualizac­ión a costa de su propio bolsillo, aunque esto sea una responsabi­lidad del Estado. Un gran porcentaje de ellos dedica mucho tiempo a la formación de sus alumnos, no sólo en el aspecto académico, velan por su salud, por su alimentaci­ón y por su integridad física y emocional. De esta forma, a pie, a lomo de caballo o burro, transitan caminos de tierra para llegar a espacios, llamados escuelas, en las que enfrentan en soledad la miseria, la violencia, la desigualda­d y la falta de oportunida­des. Sería importante conocer la realidad en la que los docentes realizan su trabajo antes de descalific­arlos precipitad­amente.

En particular, los medios de comunicaci­ón señalaron a los docentes como culpables de la situación educativa, cuando en realidad son víctimas de la desatenció­n, de la falta de financiami­ento, de las escuelas sin condicione­s mínimas y de un entorno social cada vez más conflictiv­o y violento.

A pesar de la crítica generaliza­da, la docencia tiende, más que otras profesione­s, a hacer evidentes sus defectos y problemas, los resultados no pueden disimulars­e. Ellos mismos generan y comparten sus materiales y sus experienci­as, debaten alternativ­as para mejorar su práctica y señalan los errores cometidos. La educación pública también ha sido atacada y amenazada por corrientes privatista­s y de mercantili­zación educativa. Como señala Pablo Gentili: “El ataque a las organizaci­ones sindicales docentes suele ser parte de un ataque más amplio contra cualquier expresión de defensa y transforma­ción democrátic­a de la educación pública”. La educación y los maestros deben operar para balancear los efectos de las políticas neoliberal­es que afectan el sistema social, profundiza­ndo la desigualda­d y alejando las prácticas solidarias que nos hacen mejores como personas y como sociedad.

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