La injusta criminalización de la práctica docente
El análisis de la educación revela un funcionamiento deficiente, no sólo en México, sino en casi todos los países del mundo.
Las diversas caras de la crisis nos ahogan en un mar de desesperanza, frustración e inquietud frente al futuro de nuestra sociedad. La educación es una tabla de salvación que pretende desvincularnos del atraso, superar la adversidad del momento actual y lanzarnos hacia un futuro con mayor bienestar y posibilidades de progreso.
Pero cuando la educación también está devaluada y presenta resultados insatisfactorios, la crisis se reproduce y amplifica aún más. Y cuando no se hallan salidas buscamos culpables. Voces poco precisas encontraron responsables del mal funcionamiento de la educación: los maestros, quienes no están y carecen de competencia para educar a los niños y convertirlos en ciudadanos responsables. En casi todos los países del mundo han sido acusados de falta de compromiso y vocación, de realizar prácticas corporativas y de holgazanería. Sin duda haber pasado por el sistema educativo, o tener aún hijos en él, no brinda elementos suficientes para hacer un diagnóstico y, mucho menos, para señalar responsables o aventurar posible soluciones. Esa es una tarea de expertos.
Para colmo, la sentencia sobre el cuerpo docente se potencia con los resultados de las pruebas estandarizadas, confirmando la percepción de “incapacidad” de los profesionales.
Sin dejar de reconocer que, como en todas las profesiones existen docentes que no hacen bien su labor, la defensa de la docencia se sustenta en que la mayoría de ellos ejerce su labor con amor y esfuerzo, buscando opciones de capacitación y actualización a costa de su propio bolsillo, aunque esto sea una responsabilidad del Estado. Un gran porcentaje de ellos dedica mucho tiempo a la formación de sus alumnos, no sólo en el aspecto académico, velan por su salud, por su alimentación y por su integridad física y emocional. De esta forma, a pie, a lomo de caballo o burro, transitan caminos de tierra para llegar a espacios, llamados escuelas, en las que enfrentan en soledad la miseria, la violencia, la desigualdad y la falta de oportunidades. Sería importante conocer la realidad en la que los docentes realizan su trabajo antes de descalificarlos precipitadamente.
En particular, los medios de comunicación señalaron a los docentes como culpables de la situación educativa, cuando en realidad son víctimas de la desatención, de la falta de financiamiento, de las escuelas sin condiciones mínimas y de un entorno social cada vez más conflictivo y violento.
A pesar de la crítica generalizada, la docencia tiende, más que otras profesiones, a hacer evidentes sus defectos y problemas, los resultados no pueden disimularse. Ellos mismos generan y comparten sus materiales y sus experiencias, debaten alternativas para mejorar su práctica y señalan los errores cometidos. La educación pública también ha sido atacada y amenazada por corrientes privatistas y de mercantilización educativa. Como señala Pablo Gentili: “El ataque a las organizaciones sindicales docentes suele ser parte de un ataque más amplio contra cualquier expresión de defensa y transformación democrática de la educación pública”. La educación y los maestros deben operar para balancear los efectos de las políticas neoliberales que afectan el sistema social, profundizando la desigualdad y alejando las prácticas solidarias que nos hacen mejores como personas y como sociedad.
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