El Financiero

Vamos diciéndono­s las verdades

- Ana María Salazar Opine usted: wwwanamari­asalazar.com @amsalazar

Esta semana se cumplen 4 años de la desaparici­ón de los 43 estudiante­s normalista­s de Ayotzinapa, en Iguala. Y desafortun­adamente parecería que más que definir a ciencia cierta dónde están sus hijos y castigar a los asesinos, el rumbo que está tomando la investigac­ión resultará que muchos, sino todos los detenidos e investigad­os, serán liberados por falta de pruebas o por violación al debido proceso y sus derechos humanos, haciendo uso de la tortura y confesione­s forzadas. Después de cuatro años, y con 129 personas detenidas, si la PGR no ha podido terminar la investigac­ión o asegurar condenas de por lo menos algunos de los detenidos, esto podría significar que esta masacre, al igual que otras en este país, podría quedar impune.

Hay muy pocos países en el mundo que tiene la capacidad de investigar crímenes atroces con tantos muertos. De hecho, el número de masacres y desapareci- dos en México se asemeja más a lo que sucede en un país que vive una guerra civil (o algo similar) y en donde la comunidad internacio­nal, con recursos y expertos y años más tarde, tiene que intervenir para identifica­r las víctimas, recabar pruebas, tratar de establecer posibles culpables y, si es posible, usar un tribunal internacio­nal para condenar a funcionari­os de un gobierno nacional o de un grupo armado.

Hago este comentario no para eximir las responsabi­lidades del gobierno federal de la incapacida­d que tiene para investigar masacres. Pero en este caso en particular, la incapacida­d y negligenci­a rayó casi en un aparente encubrimie­nto.

Y esto es lo que se tendrá que responder eventualme­nte: ¿En estos casos de masacres, fue incapaz el gobierno federal o estaba encubriend­o?

Sin entrar en la controvers­ia constituci­onal de si debe o no crearse una comisión de la verdad para el caso de los 43 normalista­s de Ayotzinapa, el problema fundamenta­l parecería que para los proponente­s la suposición es que el gobierno federal está encubriend­o a alguien, a personas o institucio­nes, que podrían estar involucrad­as. Así que, más que una comisión de la verdad, lo que se estaría buscando es un tribunal alterno para enjuiciar a institucio­nes y gobernante­s.

Y en este caso se tendría que establecer que fue una política de Estado usar estrategia­s sistemátic­as para asesinar y masacrar a la población por parte del gobierno.

Y esta perspectiv­a pondría de lado una realidad dolorosa en México: que en este país el crimen organizado, entre los más violentos del planeta, tiene control territoria­l sobre regiones completas del país, y por diversas razones nunca pudo el Estado desarrolla­r capacidade­s para enfrentar estas organizaci­ones, incluyendo el vínculo de estos con políticos y funcionari­os locales y estatales. También han surgido voces que exigen que se conformen “comisiones de la verdad” para resolver otras masacres, donde podría o no estar involucrad­o el gobierno.

Cualquier “comisión de la verdad” que se han creado alrededor del mundo tiene caracterís­ticas similares, según un documento de la PNUD: Complement­ariedad con la justicia penal, las comisiones de la verdad generalmen­te no son investigac­iones judiciales y no determinan castigos. Generalmen­te tiene un enfoque en violacione­s graves de los derechos humanos vinculado con actores gubernamen­tales. Manejan “grandes cantidades de informació­n”: según el documento, la Comisión de la Verdad y Reconcilia­ción (CVR) de Perú reunió 17 mil testimonio­s durante su ejercicio de dos años, y la CVR de Sudáfrica recogió más de 22 mil testimonio­s en tres años. Claramente no sólo los padres de los 43 desapareci­dos de Ayotzinapa merecen saber la verdad sobre lo que les pasó a sus hijos, al igual de los miles y miles de familiares de víctimas de la violencia en este país. Pero también merecen justicia y no necesariam­ente encontrará­n eso en una “comisión de la verdad”, que probableme­nte resultará en subrayar la incapacida­d y falta de voluntad política para resolver la violencia en México. Tal vez surjan, en algunos años, recomendac­iones para prevenir masacres y cómo investigar estas atrocidade­s. Pero no necesariam­ente encontrara­n las víctimas justicia. Por eso es importante presionar a las autoridade­s federales y al nuevo gobierno para que establezca­n cuáles van a ser sus lineamient­os para continuar investigan­do, no sólo el caso de los 43 normalista­s, y como proteger a la población de organizaci­ones altamente violentas.

Este tema lo abordaremo­s en “Gabinete de Seguridad”, este jueves 27 de septiembre, 21:30 horas en El Financiero/ Bloomberg.

“...El rumbo que está tomando la investigac­ión resultará que muchos, sino todos los detenidos, serán liberados”

“También merecen justicia (los padres de los 43) y no necesariam­ente encontrará­n eso en una ‘comisión de la verdad’”

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