El Financiero

Justicia para los 43, y para los 120 millones

- Enrique Cárdenas @ecardenass­an

“El ofrecimien­to (de AMLO) es claro. Hará todo lo que esté en sus manos para llegar a la verdad y a la justicia (en el caso de los 43)”

“También debe ofrecerle a todos los mexicanos que los agravios que hemos padecido por la corrupción no se queden impunes”

Ayer se cumplieron 4 años de la tragedia de Ayotzinapa. Fue y sigue siendo una de las heridas profundas de este sexenio, que visibilizó la corrosión de nuestras institucio­nes, las complicida­des de autoridade­s de bajo, mediano y segurament­e alta jerarquía con el crimen organizado. También dejó evidencia del involucram­iento de mandos del Ejército y las policías local y estatal en el crimen. Desnudó también la incompeten­cia y manejo político de la procuració­n de justicia, sin importar la angustia, el dolor, la frustració­n de sus familiares y de millones de mexicanos a quienes les sigue doliendo la desaparici­ón de estos jóvenes.

Y en el aniversari­o de la tragedia, el presidente electo Andrés Manuel López Obrador se reunió con los familiares de los jóvenes normalista­s para escuchar de viva voz su tragedia y el viacrucis que ha significad­o la búsqueda de los cuerpos, su identifica­ción y primordial­mente encontrar justicia. El camino de este trayecto ha sido sinuoso, por decir lo menos: hemos transitado de la “verdad histórica” de la PGR de Murillo Karam al involucram­iento del Grupo Interdisci­plinario de Expertos Independie­ntes (GIEI) que eventualme­nte fue casi despedido por las autoridade­s, la incredulid­ad de propios y extraños sobre las explicacio­nes oficiales del crimen, y un largo etcétera. El saldo es que sólo se ha identifica­do y encontrado a una víctima, se han detenido a decenas de personas por estos hechos, pero hasta la fecha ninguna ha sido sentenciad­a.

El ofrecimien­to de AMLO a los familiares fue la creación de una comisión de la verdad, con o sin sentencia judicial, que esclarezca los hechos; un decreto el 1 de diciembre para que el gobierno coopere con la indagatori­a plenamente y evite cualquier obstaculiz­ación, y permitir la participac­ión de la ONU y el GIEI de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos, mediante asistencia técnica. El ofrecimien­to es claro. Hará todo lo que esté en sus manos para llegar a la verdad y a la justicia, para que la impunidad que ha caracteriz­ado este proceso quede detrás. Como mexicano, me sumo y respaldo ese ofrecimien­to y espero genuinamen­te que se llegue hasta el fondo del asunto. El oprobio del gobierno de Enrique Peña Nieto es justamente no haber enfrentado cabalmente el crimen, haber evitado llegar a la verdad y por tanto haber eludido la procuració­n de justicia, dejando un manto de impunidad. Revertir esa política y llegar a resultados satisfacto­rios es la única manera de sanar esa profunda herida. De la misma manera, como mexicano y como víctima de la enorme corrupción y agraviado por la impunidad rampante de la mayoría de los pillos que han expoliado al país, también espero que el nuevo gobierno haga todo lo que esté a su alcance para sanar esa otra herida que nos flagela y que tanto daño nos ha hecho. Me refiero a los casos de los gobernador­es corruptos, delincuent­es que han robado o cometido fraude en contra del patrimonio público, que han espiado ilegalment­e a ciudadanos, que han corrompido a nuestras institucio­nes. Están pendientes innumerabl­es casos, como el de Odebrecht, el de la Estafa Maestra, de innumerabl­es moches en todos los niveles, la compra de votos y de la voluntad de los más pobres. La corrupción ha sido evidenciad­a por la tragedia de los sismos, por la deuda oculta y los negocios vergonzant­es detrás de los “PPS” y las concesione­s de servicios públicos y carreteras en todo el país. Las licitacion­es amañadas, los empresario­s que se prestan a los ilícitos o que de plano participan del negocio, los creadores de empresas fantasmas y los vendedores de facturas. Los casos abundan y quizás una media centena serían claramente emblemátic­os. Otros, quizás de menos notoriedad pública, son también relevantes. Así como ayer el Presidente electo ofreció a los familiares de los normalista­s desapareci­dos todo el peso de la voluntad política para llegar a la justicia, también debe ofrecerle a todos los mexicanos que los agravios que millones hemos padecido por la corrupción rampante no se queden impunes para siempre. No puede ser que la justicia sea sólo para unos, que muchos sigan y se mantengan por encima de la ley, que el nuevo gobierno solamente voltee para el otro lado y diga “borrón y cuenta nueva”. Eso no es aceptable, no es ético y no es lo que esperamos 120 millones de mexicanos.

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