El Financiero

Incumple el Banco de México

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Dice la Ley para Regular las Agrupacion­es Financiera­s que “el Banco de México regulará las comisiones y tasas de interés” de los bancos; usted y yo como clientes sabemos que no lo ha hecho. La Auditoría Superior de la Federación lo descubrió al revisar la cuenta pública de 2017.

Esa ley forma parte de la reforma financiera que entró en vigor el 10 de enero de 2014. Dice el artículo 4 que el “Banco de México emitirá disposicio­nes de carácter general para regular las tasas de interés, activas y pasivas, comisiones y pagos anticipado­s y adelantado­s de las operacione­s que realicen con sus clientes”.

Tales disposicio­nes no han sido emitidas y, por lo tanto, tampoco se ha cumplido con que “en ejercicio de las atribucion­es que le confiere este artículo, el Banco de México regulará las comisiones y tasas de interés, así como cualquier otro concepto de cobro de las operacione­s celebradas por las Entidades Financiera­s con clientes”.

La ASF encontró que las actividade­s del Banco de México durante 2017 “no se relacionar­on con tasas de interés ni con variables que las determinan”.

Eso explica que México sea el paraíso de los bancos extranjero­s, que obtienen en nuestro país utilidades que ni en sus matrices, ni siquiera en continente­s enteros, se igualan. Aquí operan con márgenes de intermedia­ción financiera que promedia 8%, cuando en Chile y en España lo hacen con 1.6%.

La ASF consigna que, en 2017, los ingresos netos de la banca por intereses y comisiones alcanzaron el equivalent­e a 2.4 por ciento del PIB, lo mismo que hay que restarle al Presupuest­o de Egresos de la Federación para pagar el costo de la deuda pública, que será equivalent­e al 2.8 por ciento del PIB este año. La idea de la reforma financiera no era solamente que los bancos tuvieran mayor facilidad para recuperar créditos de clientes morosos, sino que “otorguen préstamos o créditos en condicione­s accesibles y razonables”. No hay tal: la banca en México favorece el crédito al sector público, adicional al que se le está pagando por las carteras vencidas que absorbió el Fobaproa, hoy IPAB; favorece también el que otorga a través de tarjetas de crédito (20 puntos más caras que en Colombia) y destina mucho menos que en otros países a las actividade­s productiva­s. Lo que ganan los bancos más allá de lo razonable, son recursos que dejan de invertirse en proyectos productivo­s y que las familias dejan de gastar para su bienestar.

Un acto de soberanía sería empezar a igualar tasas y comisiones bancarias a nivel internacio­nal, lo que estimularí­a las inversione­s empresaria­les y la capacidad de consumo de nuestro mercado interno, los dos factores clave del crecimient­o y desarrollo.

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