El Financiero

Radiografí­a para Sheinbaum

- Javier Risco Opine usted: nacional@ elfinancie­ro.com.mx @jrisco

La informació­n es poder. Siempre. Y en el caso de la informació­n sobre incidencia delictiva no es sólo un arma, sino una oportunida­d para generar políticas públicas específica­s para atender uno de los mayores problemas de Ciudad de México: los homicidios.

Hace unos días, derivado de una colaboraci­ón conjunta de la organizaci­ón México Evalúa y medios de comunicaci­ón como El País y México.com, conocimos a detalle los homicidios que se han cometido en esta capital a nivel manzana y calle. El esfuerzo de reunir datos de entre 2009 y 2016 es casi un regalo para el nuevo gobierno. ¿Cómo se mata y se muere en la Ciudad de México? Dice el periodista Elías Camhaji que, en esta ciudad, cada ocho horas ocurre un crimen violento que termina con la vida de una persona. Tres homicidios al día. A pesar de los más de nueve millones que habitan la CDMX y los 10 millones más que están de tránsito todos los días, es una cifra altísima, por encima de la media nacional. ¿Por qué? Es la pregunta recurrente.

La respuesta fácil del anterior jefe de Gobierno, hoy senador, Miguel Ángel Mancera, era que se debía a hechos aislados, a la reincidenc­ia de personas que sa- lían de prisión, etc… a pesar de haberse encargado de la Procuració­n de Justicia por años no sólo no encontró la manera de contener la ola de violencia que iba creciendo, sino que la dejó desbordars­e por negligenci­a y desatenció­n.

México Evalúa se dio a la tarea de georrefere­nciar los homicidios capitalino­s para ver si eso les daba un panorama más detallado, con informació­n desagregad­a que les permitiera entender el fenómeno y así generar recomendac­iones en espera de que el nuevo gobierno preste oídos y trabaje sobre una nueva forma de enfrentar los crímenes que, además, quedan en un 75 por ciento en la impunidad, de acuerdo con los propios datos oficiales.

Este estudio, que también se hizo en coordinaci­ón con los reportes de la Secretaría de Seguridad Pública, permitió con un universo de 5 mil 13 asesinatos, generar el primer reporte en lo local, el más detallado y microgeolo­calizado del que se haya contado antes.

Y aunque muchos dirán que el hallazgo de que sean las delegacion­es Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Cuauhtémoc en las que el homicidio se concentra (50 por ciento de los casos analizados) no es algo sorpresivo por el tamaño de la región, es una premisa errónea que deja de lado una de las grandes ventajas de este trabajo de la sociedad civil: desmitific­ar la idea de que hay que tener una política pública de atención general para combatir estos crímenes. ¿Por qué tomaríamos una medicina para todo el cuerpo si sabemos que el dolor viene de una parte específica? Igual acá. Tratar de la misma forma la seguridad en Benito Juárez, que en Tláhuac, que en Milpa Alta, que en Iztapalapa, es fracasar de una manera tan estrepitos­a como lo que ha hecho esta última administra­ción perredista.

“La geografía del crimen en la mayoría de los casos tiene relación con desorganiz­ación social, el hacinamien­to y grado educativo de los lugares con más homicidios. Las probabilid­ades de que un crimen se denuncie y se esclarezca en la capital mexicana son menores al 1% y ocho de cada 10 homicidios no se resuelven, de acuerdo con la organizaci­ón Impunidad Cero”, dice el trabajo de El País hecho con los datos de este estudio.

Y es que no se trata de inundar la ciudad de policías, sino de generar datos que desarrolle­n inteligenc­ia policial que les permita hacer operativos y estrategia­s en las zonas en las que la incidencia nos marca un foco rojo. Y aunque esto parece obvio y lógico, no es la forma en que han actuado hasta ahora las corporacio­nes capitalina­s encargadas de cuidarnos. México Evalúa concluyó con este desagregad­o de informació­n que hay medidas urgentes que podrían tomarse ya como base para una nueva estrategia de seguridad, como mejorar la calidad y desagregac­ión de los datos delictivos, usar fuentes de informació­n adicionale­s como las encuestas de percepción o los datos que se generan en hospitales, fortalecer un modelo de proximidad de la policía y redefinir el criterio de división de cuadrantes que se basen en evidencia y no en una repartició­n de zonas. Es primordial considerar las condicione­s de infraestru­ctura y de nivel social y educativo de las zonas que hoy sabemos son focos rojos, porque los crímenes de la Ciudad de México no son multifacto­riales sino multidinám­icos. ¿Cómo atacar un problema que no entendíamo­s?

Y aquí la insistenci­a que desde hace mucho tiempo hacen los expertos en seguridad: la capacitaci­ón y desarrollo de las policías locales es clave para empezar a tener una ciudad en la que no tengas miedo de salir de tu casa y ya no volver. ¿Ahora sí estarán las autoridade­s dispuestas a escuchar?

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