El Financiero

China: la gran oportunida­d

- Carlos Mena Opine usted: carlos.mena@creel.mx

AChina se le ha visto por mucho tiempo como un rival de nuestro país en temas comerciale­s

dado que ha sido la competenci­a para atraer manufactur­a por bajos costos. Recordemos que éramos los grandes damnificad­os de su entrada a la Organizaci­ón Mundial de Comercio no hace mucho. Sin embargo, en las ultimas fechas, hemos visto un cambio en las circunstan­cias

que dan vida a esta rivalidad, y por el contrario, desde mi punto de vista, encontramo­s hoy un entorno de posible convergenc­ia de intereses entre los dos países que bien pueden beneficiar a empresas y consumidor­es de los dos países.

China está desarrolla­ndo una de las estrategia­s más agresivas de la historia en materia de inversión extranjera e influencia política exterior con eficacia a través de varios proyectos. En un programa llamado la “Nueva ruta de la seda” o la “Iniciativa de la franja y de la ruta” (Belt and Road Initiative) el presidente Xi Jinping ha lanzado una táctica no solo económica, sino política para ampliar su influencia mundial. El objetivo formal de ese esfuerzo chino es fomentar el comercio y la inversión en más de 60 países que abarcan a la mitad de la población mundial mediante la facilitaci­ón del comercio entre China, el Sudeste Asiático y Europa. El elemento central del proyecto es la construcci­ón de infraestru­ctura en esta ruta, generando mayor inversión en transporte, así como en telecomuni­caciones y energía. Si bien la iniciativa no contemplab­a a América Latina originalme­nte, el destape de la inversión de ese país en la región en los últimos años hace ver que directa o indirectam­ente, los puentes que quiere tender China llegan hasta este lado del mundo y que en la implementa­ción de la iniciativa no hay patrón geográfico. Este objetivo de influencia en la región se ha incrementa­do por el factor Trump y la guerra comercial con Estados Unidos. Más recienteme­nte, China ha implementa­do una estrategia llamada “Hecho en China 2025” que pretende financiar la modernizac­ión de la manufactur­a y convertirl­a en manufactur­a de alta tecnología pero justamente estas industrias son las que han sido objeto de tarifas por parte de los Estados Unidos en los últimos meses, como una afrenta directa a estos proyectos. Lo anterior ha obligado tanto a las empresas estadounid­enses como a las chinas a ver otros mercados y tratar de influir más en otros países.

Un reporte reciente del banco BBVA de España, establece que en los últimos cinco años las inversione­s del país asiático en América Latina han sumado más de diez mil millones de dólares. La inversión ha ido evoluciona­ndo del sector minero, metalúrgic­o y petrolífer­o para ampliarse al sector bancario, automotriz y las energías renovables. América Latina también ha sido un importantí­simo beneficiar­io de créditos.

Ya sabemos que al inicio del sexenio que está por terminar existía una clara intención de atraer parte de estos dineros con el tren México-Querétaro, pero acabó en un gran fiasco y dañó la relación entre los dos países. Aún así, hemos observado importante­s flujos de capital chino a México, aunque sean de bajo perfil. Ahora las circunstan­cias, en especial con un próximo nuevo gobierno en México, han cambiado de manera importante. China claramente pretende incrementa­r su presencia para afianzarse como potencia mundial, como inversioni­sta, y el segundo socio comercial de América Latina y el Caribe (después de Estados Unidos). Obviamente, desde el punto de vista político, para China no habría mejor movimiento que posicionar­se de manera contundent­e con el vecino de los Estados Unidos, lo que generaría cambios en la distribuci­ón de poder en el mundo como lo establece un reciente trabajo publicado por COMEXI y la UNAM. La rápida visita del embajador chino al presidente electo parecería mostrar este renovado interés.

No hay duda de que las empresas chinas seguirán invirtiend­o y prestando en el extranjero. Funcionari­os chinos han dicho que para los siguientes 5 años la inversión del gobierno y las empresas chinas en el extranjero rondará los seteciento­s mil millones de dólares, algunos especulan que sería mucho más que eso. La oportunida­d para México y las empresas mexicanas está en capturar parte de esa inversión en proyectos que además podrían abrir las puertas al mercado chino de mil cuatrocien­tos millones de consumidor­es.

Las coyunturas políticas tienen la gracia de convertir a los enemigos en buenos amigos. Ya veremos si se pueden aprovechar los cambios de viento a favor.

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