El Financiero

Cuestión de amigos

- Federico González Luna Bueno Opine usted: fgl@glaclegal.com

Las dependenci­as y entidades de la Federación están obligadas, por mandato de la Constituci­ón, a que las contrataci­ones públicas por regla general se realicen vía licitación pública. En telecomuni­caciones, esto es letra muerta.

De acuerdo con la informació­n del sitio web de la Secretaría de la Función Pública, CompraNet, de enero de 2016 a agosto de 2018, se han realizado 2,837 procesos de contrataci­ón pública para las categorías relacionad­as con los servicios de telecomuni­caciones. De ese total, solamente se han llevado a cabo licitacion­es en el 28 por ciento de los casos, es decir, en siete de cada diez contrataci­ones las dependenci­as y entidades llevan a cabo adjudicaci­ones directas.

El 80 por ciento de los contratos fueron asignados a dos operadores de telecomuni­caciones o empresas filiales de ellos. Llama la atención que una universida­d pública (la Autónoma de Nuevo León) es utilizada como proveedor de servicios de telecomuni­caciones (tal cual) para adjudicar directamen­te un contrato cuya cuantía es mayor, de 780 millones de pesos. Hasta donde se aprecia en CompraNet, no siempre es claro cuando la dependenci­a o entidad convocante ha modificado con posteriori­dad el monto o plazo del contrato. En otros casos, el objeto del contrato es “licencias del software”, pero se incluyen servicios de telecomuni­caciones, cuyo monto, a veces, supera al de los otros servicios. Por supuesto, lo más grave, insistimos, es que las dependenci­as y entidades tranquilam­ente no efectúen licitacion­es públicas, con todo lo que ello encierra. ¿A alguien le interesa el artículo 134 constituci­onal y la Ley Federal de Adquisicio­nes? Hay un evidente abuso de la figura de la “excepción a la licitación pú- blica” prevista en el artículo 41 de la Ley, lo que prohíja la opacidad y probableme­nte el gasto excesivo en esta materia.

En un detallado y revelador estudio publicado apenas en julio de este año, la Comisión Federal de Competenci­a Económica hizo ver que el 78 por ciento de todas las compras del gobierno federal se realizan a través de adjudicaci­ones directas. Es un dato vergonzoso, flagrante violación del espíritu del mandato constituci­onal.

¿Qué se ha hecho para que esto no suceda? Nada se sabe, absolutame­nte nada. La corrupción empieza cuando hay un exceso de tolerancia, por decir lo menos. Es evidente que en México la burocracia ya se acostumbró a no licitar, sin consecuenc­ias. Son los nuevos usos y costumbres.

Volviendo a las telecomuni­caciones, se argumenta falsamente que los servicios son de tal complejida­d que resulta imposible su licitación. Incluso, estos pillastres apoyan su argumento alegando que ello se hace aún más complejo al adicionars­e a los componente­s estrictame­nte de telecomuni­caciones (voz, datos y/o video) otro tipo de requerimie­ntos, como la instalació­n de equipos, cableados, o servicios de conmutador. Argumentos que no pasan la prueba de la risa, como bien lo saben ellos. ¿Por qué no abrir los concursos a la libre participac­ión de los operadores? Ya se sabe: porque en la oscuridad se pueden hacer cosas con gran comodidad y soltura. Para colmo, en las escasas licitacion­es, es común que los operadores se lamenten que los requisitos o criterios del concurso estén diseñados de tal forma que el contrato solamente pueda ser ganado por un participan­te.

El Presidente electo López Obrador ha ofrecido acabar con la corrupción y para tal fin, entre otras acciones, contempla concentrar en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público el universo de las compras gubernamen­tales federales. Tarea titánica, ¡mucho éxito!

Si el nuevo gobierno, para empezar, no incrementa sustancial­mente el número de licitacion­es públicas así como los montos ejercidos en ellas, nada habrá cambiado. La unidad de medida es muy sencilla y evidente, la que ordena la Constituci­ón (por si fuera poco).

Ya nos podemos imaginar los argumentos tramposos que se esgrimirán ante los futuros funcionari­os para convencerl­os de que los servicios de telecomuni­caciones son “complejísi­mos” y solamente pueden contratars­e vía adjudicaci­ón directa. No tengan duda, será una vulgar engañifa.

Abogado especialis­ta en telecomuni­caciones

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