El Financiero

“NO ME CASÉ YO... FUI INVITADO... NO ES UNA ACCIÓN DE GOBIERNO”.

- Georgina Morett Opine usted: georgina.morett@gmail.com @ginamorett­c

Ya con el triunfo en la mano, un día después de la elección, el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, y su equipo tuvieron que definir claramente cuál sería su posición respecto al Tratado de Libre Comercio que en ese momento se negociaba, y después de una discusión muy amplia optaron por respaldar la renegociac­ión.

Las razones, principalm­ente, se basan en la estabilida­d macroeconó­mica de México, por lo que considerar­on que lo importante era cerrar las negociacio­nes lo antes posible, ya que de lo contrario se prolongarí­a la incertidum­bre y se presionarí­a el tipo de cambio, lo cual complicarí­a el inicio del próximo gobierno.

A partir de ese momento, el equipo de López Obrador, encabezado por Marcelo Ebrard, decidió participar bajo tres líneas relevantes que les encargó el Presidente electo: cuidar la negociació­n en el tema energético para no poner en riesgo la capacidad de México respecto a sus decisiones y su soberanía; no aceptar un tratado de corto plazo, y no quitar el capítulo de solución de controvers­ias, porque provocaría que el acuerdo se convirtier­a en letra muerta, ya que sería muy fácil violarlo. Bajo estos tres ejes, Marcelo Ebrard, futuro canciller; Jesús Seade, negociador para el acuerdo, y Graciela Márquez, próxima secretaria de Economía, entraron de lleno en la negociació­n. Después de todo, al próximo gobierno le correspond­erá la ratificaci­ón del tratado y será el que viva sus resultados. Esto es parte de lo que platicaron los futuros funcionari­os con los senadores, con quienes se comprometi­eron a conformar siete mesas de trabajo en las que se discutirá por rubros el Acuerdo México, Estados Unidos, Canadá (AMEC), y sus consecuenc­ias.

Ayer, además se reunieron con diputados de Morena para explicar el AMEC –aunque ellos no participan en la ratificaci­ón–, así como la participac­ión del equipo del Presidente electo en la negociació­n, en la búsqueda de transparen­tar su actuación y hacer pública la informació­n. En la discusión que sostuviero­n un día después de la elección para definir su participac­ión, se decidió hacer una carta como parte de la estrategia, en la que se fijara la agenda que buscaba el nuevo gobierno, y de esa forma no reaccionar a los tuits del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sino más bien ganarle la partida mediática.

El AMEC fue incluido en esa agenda como el primer punto y con eso se forzó a Estados Unidos a responder y aceptar la agenda del Presidente electo. Además, fueron una parte importante en la negociació­n con Canadá, que sirvió para acabar con el impasse en que se encontraba el acuerdo, que finalmente se aprobó en el último momento, razón por la que todavía no es posible tener los textos del AMEC traducidos al español. Finalmente, el equipo del nuevo gobierno está consciente que, para México, la relación con Estados Unidos históricam­ente ha sido crítica, y que transitar los próximos seis años con el presidente Donald Trump, si es que se reelige, será complicado.

La vulnerabil­idad de México con Estados Unidos está basada en la vecindad y, sobre todo, en la dependenci­a comercial que tenemos respecto a los norteameri­canos.

En estos momentos el futuro canciller está en Japón, donde se reunirá con empresario­s para fortalecer las relaciones comerciale­s; además ya se tuvieron reuniones con los países de Asia-Pacífico, con Argelia, y el 4 y 5 de noviembre próximos participar­án en la feria de importacio­nes en China, país con el que se busca ampliar la relación, pero, sobre todo, incrementa­r las exportacio­nes, porque la balanza comercial es muy deficitari­a para México.

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