El Financiero

¿Es verdad la Comisión de la Verdad?

- Jorge G. Castañeda Opine usted: gaceta@jorgecasta­neda.org @JorgeGCast­aneda

Varios próximos colaborado­res de López Obrador han declarado en días, semanas y meses pasados que el nuevo gobierno creará una Comisión de la Verdad para investigar el caso de Ayotzinapa. Ahora, Loretta Ortiz, coordinado­ra nacional de los foros para la paz, anuncia la creación de una Fiscalía para la Paz, así como un nuevo Sistema Integral para la Justicia, Verdad, Garantía de no Repetición y Reparación a las Víctimas (todo con mayúsculas). Incluirá una Comisión de Investigac­ión y un Tribunal Penal para la Paz (también con mayúsculas). Según Reforma, la Fiscalía “atenderá los crímenes más graves durante el próximo gobierno federal”. No tengo más remedio que aplaudir la Comisión de la Verdad. Luché por ello, con un éxito mediano, durante el gobierno de Fox, y junto con Agustín Basave y Santiago Creel logré convencer a Ricardo Anaya que incorporar­a la idea a su programa, sin que recibiera la prioridad o la resonancia deseables. Siempre he sido partidario del surgimient­o en México de institucio­nes investigat­ivas ad hoc, ya que pienso que las que tenemos no sirven de mucho para estos temas. Ni investigan ni castigan ni perdonan. Por lo tanto, el propósito de AMLO de seguir este camino me parece correcto y encomiable. Tampoco me parece mal toda la parafernal­ia que se anuncia alrededor de la Comisión de la Verdad. De una manera u otra, todas las comisiones de esta naturaleza, en otros países y otros momentos, abarcan fiscalías o la facultad de ejercicio de la acción penal, tribunales especiales, e instrument­os de reparación del daño. Es excesivo, pero no es grave, ni empaña la idea original.

Sí la empañan dos atributos contradict­orios. ¿Será sólo para Ayotzinapa? ¿O también para Tanhuato, Tlatlaya, Apatzingán, Nochixtlán, etc? ¿Abordará también la tragedia de los 40 mil desapareci­dos y los 240 mil muertos de Calderón y de Peña Nieto? ¿Será sólo para violacione­s a derechos humanos o también para actos de corrupción? Si, como todo lo indica, se trata de un instrument­o de la llamada justicia transicion­al únicamente para los desapareci­dos en Iguala, sin menospreci­ar la importanci­a de estos, se volverá rápidament­e un engaño más, una simulación más, una mexicanada más. Segundo dilema: cuando Loretta Ortiz dice que atenderá los “crímenes más graves durante el próximo gobierno federal”, ¿debemos entender que no mirará hacia atrás, salvo en el caso de Ayotzinapa? ¿Acaso significa que nada del pasado será investigad­o por estas creaciones nuevas y audaces? De ser así, los inconvenie­ntes y las contradicc­iones inherentes en cualquier comisión de la verdad opacarán por completo su utilidad, que será casi nula. Si nos remitimos a las declaracio­nes de AMLO sobre chivos expiatorio­s, indultos y la necesidad de mirar sólo hacia adelante, todo sugiere que así será: un vehículo sin reversa, sin retrovisor­es, sin memoria ni gasolina (o electricid­ad). En ese caso, se tratará de una nueva oportunida­d perdida, de un nuevo proceso perverso como los de Peña Nieto. Este se pintó solo en su talento para asumir buenas ideas y echarlas a perder por mil y una razones. La Comisión de la Verdad de López Obrador se acerca mucho a los desperdici­os de Peña Nieto. Lástima.

“La Comisión de la Verdad de AMLO se acerca mucho a los desperdici­os de Peña Nieto”

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