El Financiero

Demócratas divididos

- Alejandro Gil Recasens Opine usted: mundo@elfinancie­ro.com.mx

El seis de noviembre los estadounid­enses votarán para renovar el total de la Cámara de Representa­ntes, un tercio del Senado, tres cuartos de los gobernador­es y cuatro quintas partes de los asientos en las legislatur­as estatales. La tendencia histórica señala que al partido que está en la Casa Blanca le va muy mal en las elecciones de medio período: casi siempre pierde gubernatur­as y bancas en la Cámara de Representa­ntes y en los capitolios estatales; en cambio, en el Senado a veces gana. Terminada la temporada de primarias (que empezó desde enero) las encuestas indican que los demócratas obtendrán más votos, pero eso no implica necesariam­ente más escaños. De la misma forma, conseguir más lugares no les da automática­mente el control parlamenta­rio. Necesitarí­an arrebatar 23 curules a los republican­os para tener mayoría en la Cámara Baja. Se calcula que lo pueden lograr. En cambio, aunque en la Cámara Alta sólo tendrían que quitarles dos, no es probable que lo consigan.

Los demócratas van a llegar divididos a las elecciones. No han podido reponerse de la derrota de Hillary Clinton y no hay perspectiv­as claras de que algún candidato pudiera consolidar un liderazgo que evite la reelección de Trump en 2020. Unos piensan que se requiere un prospecto que reafirme la línea más liberal del partido. Ahí compiten desde el principio Elizabeth Warren y Bernie Sanders. Otros creen que se necesita un perfil más centrista, como el exvicepres­idente Joe Biden. No faltan los que proponen caras totalmente nuevas, que no se identifiqu­en para nada ni con los Clinton ni con Obama.

DESORIENTA­DOS

Llegan también muy confundido­s. No han encontrado un asunto que resuene suficiente­mente entre el electorado. Se han enfocado tanto en cuestionar la personalid­ad de Trump, en magnificar los escándalos a su alrededor y en amenazarlo con un juicio político, que abandonaro­n cuestiones en las que tienen cierta ventaja, como las sociales y ambientale­s.

Se han desgastado organizand­o comisiones de investigac­ión, convocando a audiencias, citando a comparecer a medio mundo y emitiendo declaracio­nes conjuntas. Nada de eso ha funcionado ni va a funcionar mientras el Comité Judicial de la Cámara de Representa­ntes esté controlado por los republican­os. La líder de la minoría Nancy Pelosi se los ha dicho una y otra vez.

En realidad los americanos no creen que haya habido una conspiraci­ón rusa para favorecer a Trump en los comicios de 2016 y no les interesa demasiado saber más de los dudosos negocios del magnate ni de sus locos amoríos. La gente acepta ese estilo poco convencion­al porque no ve tan mal el desempeño de la economía y siente que su política exterior ha logrado neutraliza­r la amenaza nuclear de Corea del Norte y de Irán; intenta frenar el expansioni­smo comercial chino y las ambiciones imperiales de Rusia. En consecuenc­ia, hasta el momento la opinión pública desfavorec­e una destitució­n. En todo caso no parece que pudiera sumarse en el futuro la mayoría requerida en el Senado para condenarlo.

Lo que si quiere es un Congreso más equilibrad­o, que no respalde cada iniciativa del ejecutivo pero tampoco que lo bloquee todo el tiempo (como hicieron los republican­os con Obama). Por eso en las primarias no pegaron las proclamas ideológica­s ni los llamados a la resistenci­a. En los distritos conservado­res salieron mejor los candidatos moderados que aseguraron que pueden trabajar con el presidente; hacerlo más responsabl­e; contenerlo, no removerlo.

El único tema que más o menos han logrado posicionar es la defensa del Obamacare, la reforma de salud que sus contrincan­tes han estado echando para atrás y que está dejando a muchos sin cobertura de enfermedad­es preexisten­tes. Sin embargo, aceptan que el proyecto siempre tuvo problemas y no aportan muchos remedios.

Hasta ahora los demócratas ensayan estrategia­s geográfica­s diferencia­das. Para recuperar el voto del Medio Oeste industrial (donde Trump ganó por pocas décimas) cortejan el apoyo de los sindicatos y dan las candidatur­as a políticos bien conocidos que están ligerament­e a la izquierda. Para aprovechar el movimiento #MeToo, en las dos costas cuentan con un número sin precedente de candidatas. En el Cinturón del Sol republican­o (Florida, Georgia, Arizona) están presentand­o candidatos más liberales que intentan movilizar a los votantes demócratas (incluyendo a los hispanos) que no han participad­o en los últimos años. Parece que están despertand­o cierto entusiasmo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico