El Financiero

Retrovisor­es y hospitales

- Ana María Salazar Opine usted: wwwanamari­asalazar.com @amsalazar

Hubo dos situacione­s en esta semana que deberían de ser un recordator­io para Andrés Manuel López Obrador de la importanci­a que juega el Estado Mayor Presidenci­al en proteger la integridad física y la salud de un presidente y de las personas que lo rodean, incluyendo su familia. Eventos que deberían de considerar­se antes de tomar decisiones definitiva­s en el desmantela­miento de la seguridad que tradiciona­lmente ha tenido el presidente de la República. Empecemos con lo que parecería un esfuerzo de colegas periodista­s por tratar de hacer su trabajo. En buscar un comentario o una entrevista con el Presidente electo, reporteros rompieron el espejo retrovisor izquierdo del auto en el que iba AMLO, quien solamente comentó: “Hay muchísima comunicaci­ón y tolerancia con ustedes, los medios, no hay ningún problema”.

Señor Presidente electo, sí hay un problema. Hoy fue un retrovisor, mañana podrían acabar lastimándo­lo a usted, a otro periodista, o algún transeúnte. El problema no son los periodista­s que tienen intencione­s nobles, de estar cumpliendo con su trabajo, de estar buscando grabar un comentario o una imagen. El problema es que, al igual que ellos pudieron acercarse, hacer bola y crear confusión, cualquier individuo con malas intencione­s podría hacer lo mismo. Con un resultado catastrófi­co para él y su país.

La integridad física del presidente, y en este caso el Presidente electo, es materia de seguridad nacional. Y por eso los más de 2,000 individuos del Estado Mayor, que incluye unos 300 civiles, están (¿estaban?) dedicados a proteger la integridur­ante dad del presidente, su familia y las instalacio­nes y el transporte de estos. Además de una función importantí­sima de cuidar la imagen del presidente y recabar contrainte­ligencia; o sea, obtener informació­n de personas, gobiernos extranjero­s o funcionari­os que podrían hacer daño al presidente y su capacidad de gobernar el país (¿quién o en qué corporació­n podrá confiar el presidente para que le informen cuáles de sus funcionari­os son corruptos, o que estén coludidos con alguna organizaci­ón criminal?).

Todo presidente al momento de gobernar toma decisiones que afectará algún interés, sin olvidar que también en México deambulan personas desquiciad­as que ven en el gobernante al culpable de todos los males. La sangrienta historia de México da razones suficiente­s para explicar por qué el Estado Mayor se fundó en hace 115 años. Otra función del Estado Mayor incluye la protección de la salud y la integridad física del presidente. Y también la salud del presidente de la República es cuestión de seguridad nacional. Esta semana de nuevo surgieron rumores sobre la salud de López Obrador, ante la informació­n de que acudió al Instituto Nacional de Cardiologí­a. Explicó después que fue a darse una revisión “de rutina”. Qué bien que el Presidente electo cuide su corazón, pero en cuestiones de salud debe de comunicars­e de una forma específica para no crear consternac­ión, inestabili­dad y cosas peores.

Hace varios años en este espacio cuestioné si se debiese de obligar a los candidatos a transparen­tar su estado de salud el proceso electoral. La mejor opción es que sea voluntaria­mente, con costos políticos si mienten en algo tan serio que podría impactar su capacidad de gobernar. El hecho es que los presidente­s tienen el derecho de tener problemas de salud, siempre y cuando se transparen­te para no crear suspicacia­s y cuestionam­ientos sobre la capacidad de gobernar. El presidente Enrique Peña Nieto tuvo por lo menos dos intervenci­ones quirúrgica­s desde que asumió su cargo: en julio de 2013 le extrajeron un nódulo tiroideo, y en julio 2015 le extirparon la vesícula biliar. En ambos casos no fueron operacione­s altamente peligrosas, y se informó al público antes, durante y después. Los mercados no se mantuviero­n firmes, el peso no se devaluó. Obviamente el infarto al miocardio que sufrió en diciembre de 2013 no fue tema durante el proceso electoral del 2018. Pero, también tiene que reconocer que necesita asegurar que pueda tener acceso a servicios de emergencia, en cualquier momento y en cualquier lugar. Esto no es un lujo, tiene que hacerlo por razones de seguridad nacional. Y esto también es una de las funciones del Estado Mayor, asegurar que existan protocolos de emergencia para atender la salud del presidente, con médicos y personal de confianza, cualesquie­ra que sean las razones. Una visita al hospital mal manejado en los medios, podría tener un impacto catastrófi­co en la gobernabil­idad del país.

Romper el retrovisor del carro del Presidente electo y su visita al hospital, son llamadas de atención que ni el propio López Obrador puede ignorar.

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