Retrovisores y hospitales
Hubo dos situaciones en esta semana que deberían de ser un recordatorio para Andrés Manuel López Obrador de la importancia que juega el Estado Mayor Presidencial en proteger la integridad física y la salud de un presidente y de las personas que lo rodean, incluyendo su familia. Eventos que deberían de considerarse antes de tomar decisiones definitivas en el desmantelamiento de la seguridad que tradicionalmente ha tenido el presidente de la República. Empecemos con lo que parecería un esfuerzo de colegas periodistas por tratar de hacer su trabajo. En buscar un comentario o una entrevista con el Presidente electo, reporteros rompieron el espejo retrovisor izquierdo del auto en el que iba AMLO, quien solamente comentó: “Hay muchísima comunicación y tolerancia con ustedes, los medios, no hay ningún problema”.
Señor Presidente electo, sí hay un problema. Hoy fue un retrovisor, mañana podrían acabar lastimándolo a usted, a otro periodista, o algún transeúnte. El problema no son los periodistas que tienen intenciones nobles, de estar cumpliendo con su trabajo, de estar buscando grabar un comentario o una imagen. El problema es que, al igual que ellos pudieron acercarse, hacer bola y crear confusión, cualquier individuo con malas intenciones podría hacer lo mismo. Con un resultado catastrófico para él y su país.
La integridad física del presidente, y en este caso el Presidente electo, es materia de seguridad nacional. Y por eso los más de 2,000 individuos del Estado Mayor, que incluye unos 300 civiles, están (¿estaban?) dedicados a proteger la integridurante dad del presidente, su familia y las instalaciones y el transporte de estos. Además de una función importantísima de cuidar la imagen del presidente y recabar contrainteligencia; o sea, obtener información de personas, gobiernos extranjeros o funcionarios que podrían hacer daño al presidente y su capacidad de gobernar el país (¿quién o en qué corporación podrá confiar el presidente para que le informen cuáles de sus funcionarios son corruptos, o que estén coludidos con alguna organización criminal?).
Todo presidente al momento de gobernar toma decisiones que afectará algún interés, sin olvidar que también en México deambulan personas desquiciadas que ven en el gobernante al culpable de todos los males. La sangrienta historia de México da razones suficientes para explicar por qué el Estado Mayor se fundó en hace 115 años. Otra función del Estado Mayor incluye la protección de la salud y la integridad física del presidente. Y también la salud del presidente de la República es cuestión de seguridad nacional. Esta semana de nuevo surgieron rumores sobre la salud de López Obrador, ante la información de que acudió al Instituto Nacional de Cardiología. Explicó después que fue a darse una revisión “de rutina”. Qué bien que el Presidente electo cuide su corazón, pero en cuestiones de salud debe de comunicarse de una forma específica para no crear consternación, inestabilidad y cosas peores.
Hace varios años en este espacio cuestioné si se debiese de obligar a los candidatos a transparentar su estado de salud el proceso electoral. La mejor opción es que sea voluntariamente, con costos políticos si mienten en algo tan serio que podría impactar su capacidad de gobernar. El hecho es que los presidentes tienen el derecho de tener problemas de salud, siempre y cuando se transparente para no crear suspicacias y cuestionamientos sobre la capacidad de gobernar. El presidente Enrique Peña Nieto tuvo por lo menos dos intervenciones quirúrgicas desde que asumió su cargo: en julio de 2013 le extrajeron un nódulo tiroideo, y en julio 2015 le extirparon la vesícula biliar. En ambos casos no fueron operaciones altamente peligrosas, y se informó al público antes, durante y después. Los mercados no se mantuvieron firmes, el peso no se devaluó. Obviamente el infarto al miocardio que sufrió en diciembre de 2013 no fue tema durante el proceso electoral del 2018. Pero, también tiene que reconocer que necesita asegurar que pueda tener acceso a servicios de emergencia, en cualquier momento y en cualquier lugar. Esto no es un lujo, tiene que hacerlo por razones de seguridad nacional. Y esto también es una de las funciones del Estado Mayor, asegurar que existan protocolos de emergencia para atender la salud del presidente, con médicos y personal de confianza, cualesquiera que sean las razones. Una visita al hospital mal manejado en los medios, podría tener un impacto catastrófico en la gobernabilidad del país.
Romper el retrovisor del carro del Presidente electo y su visita al hospital, son llamadas de atención que ni el propio López Obrador puede ignorar.