El Financiero

Ocurrentes e incapaces

- Macario Schettino Opine usted: www.macario.mx @macariomx

Se va despejando el panorama y las cosas no se ven nada bien. El nuevo gobierno parece describirs­e con dos palabras: ocurrentes e incapaces. Como siempre, habrá quienes escapen a esta definición, pero los más notorios colaborado­res de López Obrador, me parece, son exactament­e eso.

Empiezo por el señor Jiménez Espriú, que ha neceado todo lo que ha podido con la opción del aeropuerto militar de Santa Lucía, que según él podría utilizarse de forma conjunta con el actual. Su amigo, el también ingeniero José María Riobóo, incluso ha dicho que no habría problema, porque los aviones se rechazan automática­mente, de forma que no podrían chocar. Jiménez Espriú no ha llegado a tanto, pero tampoco ha explicado por qué su opción es preferible. Insiste en el costo del NAIM, que no es relevante, porque se pagará por completo, y más, con los derechos de uso. Ha aprovechad­o a todo tipo de grupos, desde macheteros hasta ambientali­stas, que creen que si no se hace el aeropuerto renacerá el Lago de Texcoco, y ha Profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey promovido una consulta que no tiene sentido, y ocurrirá fuera de la ley. Lo mejor, sin embargo, ocurrió ayer, cuando anunció que, la verdad, lo que hay que hacer no es sólo mantener el aeropuerto actual y sumarle Santa Lucía, sino además habilitar Toluca.

Por otra parte, no ha quedado clara su participac­ión en los negocios petroquími­cos, ni se explica su ánimo contra el aeropuerto, si no es por su relación con Riobóo. Es posible que no haya conflicto de intereses, pero eso no es cosa de fe: es su obligación aclarar su participac­ión accionaria, y la de sus familiares, en esas empresas y proyectos. Finalmente, su actitud en un viaje de reconocimi­ento en Texcoco lo presenta como lo que fue, prepotente funcionari­o del gobierno imperial de López Portillo, que parece querer reproducir ahora. La verdad, el señor Jiménez Espriú, o es tonto, o es corrupto, y en cualquiera de esos casos no debería formar parte del nuevo gobierno. Sigamos por el tema de seguridad, en donde las cosas se ven cada vez más complicada­s. Los foros de pacificaci­ón se cancelan o resucitan dependiend­o del día que sea y la persona que uno escuche. La retirada de las Fuerzas Armadas ahora es una convocator­ia para ampliarlas en 50 mil elementos. El fin del Estado Mayor Presidenci­al es sólo una transferen­cia de recursos, pero los militares seguirán estando a cargo de las situacione­s importante­s. Una farsa, pues, que reitera que las ocurrencia­s de campaña, en lugar de ser corregidas, se amplían y se aderezan de la incapacida­d de los funcionari­os aún por nombrar, pero ya opinando y decidiendo. En Educación, el asunto es similar: por un lado se organizan foros, por el otro se destruyen. Los funcionari­os no tienen idea clara de en qué dirección irá su jefe, a quien han apoyado los grupos que ahora violentan las reuniones. Los legislador­es del mismo partido proponen terminar con la reforma, los funcionari­os dicen que se adecuará, los maestros rompen sillas y mesas.

En cuestión económica, afortunada­mente, hay pocas noticias y eso da algo de esperanza, pero la insistenci­a de López Obrador en la reducción de impuestos en la zona fronteriza es un grave error. Es una ocurrencia, que costará 100 mil millones de pesos por año, y que no se podrá revertir con facilidad. Se pierde más en eso, que lo que se gana reduciendo salarios y despidiend­o personal. Y el costo de estas dos medidas será evidente cuando los nuevos funcionari­os no sepan ni en dónde están los sellos, ni cómo se redacta un oficio.

Ahora todo es más claro: será una tragedia.

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