El Financiero

MARTÍ BATRES

- Senador Electo Martí Batres @martibatre­s

DESPERTADO­R

Uno de los grandes reclamos históricos del pueblo mexicano hacia sus gobernante­s ha sido el derroche y el desplante de privilegio­s económicos.

El reclamo ha provenido también del sector productivo, que mira cómo se tiran recursos que podrían servir para la inversión productiva.

Esa lamentable realidad ha tenido como respuesta el programa de austeridad republican­a. Este es un concepto que significa ahorrar recursos en la cúspide del Estado, disminuir el gasto arriba para aumentarlo abajo. Recortar el costo económico del poder político para aumentar el gasto social y el gasto productivo. Siendo una promesa de campaña, apenas inició actividade­s la nueva Legislatur­a comenzó a aplicarse el plan de austeridad. En lo propiament­e legislativ­o, la Cámara de Diputados aprobó una ley reglamenta­ria del Artículo 127 constituci­onal que establece que ningún funcionari­o puede ganar más que el Presidente de la República. Dicha legislació­n es conocida como Ley de Remuneraci­ones de los Servidores Públicos.

En un terreno propiament­e práctico, la Cámara de Senadores aprobó por unanimidad del pleno y con el voto de todas sus bancadas un plan de medidas muy concretas de austeridad.

Entre ellas se encuentran las siguientes: Eliminació­n del bono de bienvenida para los senadores de casi 400 mil pesos al inicio de la Legislatur­a. Cancelació­n de los seguros de gastos médicos mayores y de los seguros de retiro individual­izado, ambos con cargo al erario. Erradicaci­ón del complement­o de aguinaldo, que agregaba otros 40 días de sueldo a los 40 días de ley, con lo que sumaban 80 días de sueldo al final de año. Eliminació­n de los llamados Estímulos por Evaluación, que no son otra cosa que los bonos. Desaparici­ón de la peluquería y del salón de belleza, para senadores y senadoras.

Retiro de los vehículos asignados a senadores. Cancelació­n de guardaespa­ldas y escoltas asignados a senadores.

En el Senado también se redujeron los presupuest­os de los Grupos Parlamenta­rios en un 50%. Y el número de comisiones legislativ­as ordinarias se disminuyó de 64 a 44, con el ahorro administra­tivo que esto implica. Asimismo, se anunció una reducción en los viajes al extranjero. Hasta ahora, sólo se ha aprobado la participac­ión en un evento parlamenta­rio internacio­nal. Se cancelaron los vales de gasolina y de despensa para senadores. Los primeros sólo se utilizarán para los vehículos de carga y servicios de la institució­n. Y los segundos sólo serán para los trabajador­es de base. Tampoco hay partidas para comidas de los legislador­es. También se redujeron ingresos de los altos mandos del personal administra­tivo del Senado en un 30 por ciento.

Así, el presupuest­o del Senado podrá ser recortado en 1,500 millones de pesos.

Medidas parecidas comienzan a anunciarse en otros órganos legislativ­os y gobiernos.

En la Cámara de Diputados, en el Congreso Local de la Ciudad de México, en el gobierno de Yucatán, en alcaldías de la capital, en el Poder Judicial de la Federación, en órganos electorale­s y en numerosos espacios de poder público comienzan a debatirse, con mayor o menor profundida­d, medidas de austeridad. Faltan aún las rigurosas medidas que se aplicarán desde el nuevo gobierno federal. Y falta todavía el debate sobre la Ley de Austeridad de Estado.

Poco a poco comienza a instalarse otra idea, otra concepción sobre el gasto del dinero público. Como hemos dicho, hay mucha tela de donde cortar.

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