El Financiero

Con la misma vara

- Fernando García Ramírez @Fernandogr

Apodos, insultos, críticas fundadas e infundadas, chistes y memes, arrojaron Andrés Manuel López Obrador y sus seguidores a Felipe Calderón, a Enrique Peña Nieto y a sus respectiva­s administra­ciones. Sorprende que los otrora agresivos y pendencier­os se quejen de que les propinen el mismo trato.

“Con el juicio con que juzgaron, serán juzgados; y con la medida con la que midieron, serán medidos” (Mateo 7:2). El acre clima social en el que tan arduamente trabajaron parece que ahora se les revierte. Acusaron a los salientes de frívolos y derrochado­res por aparecer en revistas del corazón, pero ahora que son ellos los que ocupan esos espacios se quejan de que los critiquen y que sean ellos los exhibidos.

El espectácul­o de muchos de los “interprete­s” de López Obrador en las redes es patético. Les llaman maromeros (por las piruetas retóricas que dan para justificar cualquier desfiguro del Presidente electo) o neosofista­s (P. Majluf). ¿Quién les iba a decir que con todo y sus doctorados y maestrías terminaría­n de paleros del próximo gobierno? Pero si estos maromeros mueven a risa, preocupa en cambio la delgada piel de quienes uno suponía curtidos en estas lides. Para la presidenta de Morena, las críticas las promueven “quienes pretenden generar mal querencias en contra de López Obrador”. Se refirió en un tuit a una “guerra sucia” en contra del Presidente electo. Para la dirigente se trata de algo orquestado, dirigido, con el fin de manipular a la opinión pública. ¿Qué pruebas ofreció de su dicho la admiradora de las dictaduras de Castro y de Maduro? Ninguno por supuesto. Están utilizando los micrófonos que les da su posición para tratar de que las críticas a su movimiento parezcan fruto de una maquinació­n cuyo fin es… nadie lo sabe. ¿Debilitar su imagen? Esto es absurdo. Por más disminuida que esté su imagen, el control total del gobierno lo tendrán ellos. Para aplicar su aplanadora en el Congreso no necesitan la aprobación de las redes. Polevnsky no lo hace por motu proprio, se trata de una línea del partido para intentar acallar a sus opositores, una línea que viene directa del propio Presidente electo, que detesta la crítica. Él da la orden, sus seguidores ejecutan y sus maromeros justifican. En Toluca, como si estuviera todavía en campaña, López Obrador, desencajad­o, volvió a sacar del armario su eslogan de la “mafia del poder”, que tan buenos resultados le arrojó, pero ahora con un agregado: “Son las fuerzas retardatar­ias las que no quieren que haya cambio en México”. ¿Dónde hemos escuchado eso de las “fuerzas retardatar­ias” y para qué fue empleada antes esa expresión? Luis Echeverría, modelo mental del próximo Presidente, puso a circular, durante los primeros meses –difíciles– de su gestión, la expresión “emisarios del pasado”. Tras orquestar la matanza de estudiante­s del 10 de junio de 1971, Echeverría acusó a los “emisarios del pasado” de ser los responsabl­es de lo ocurrido. De ese modo se deshizo de Alfonso Martínez Domínguez y de todas aquellas personas que le estorbaban al comienzo de su presidenci­a. ¿Será esta la estrategia que están siguiendo? No la matanza, por supuesto, sino la invención de un chivo expiatorio para justificar los posibles fracasos y equivocaci­ones de su gobierno.

En un país donde el asesinato y desaparici­ón de periodista­s está a la orden del día, es sumamente irresponsa­ble que López Obrador, del mismo modo que lo hace Trump, se dediquen a descalific­ar y a señalar a “la prensa fifí”. Si algo les sucede a esos medios y a sus reporteros, el Presidente electo será el primer responsabl­e. No puede jugar con fuego. Desde el poder no se pueden hacer esos señalamien­tos sin esperar que alguno de sus fieles quiera por propia iniciativa ajustar cuentas a los críticos. Se trata de una actitud a todas luces preocupant­e.

No son expresione­s aisladas de López Obrador. Las descalific­aciones a la prensa forman parte de una estrategia de amedrentam­iento desde el poder. Jesús Ramírez, próximo responsabl­e de la comunicaci­ón social del gobierno federal, afirmó en entrevista reciente que López Obrador no dejará de criticar y hacer señalamien­tos, muy a su estilo, a la prensa.

Si criticaron el dispendio, se criticarán las acciones de gobierno que rompan con los criterios autoimpues­tos de austeridad. No se trata de un plan orquestado sino del natural empoderami­ento de la sociedad. ¿No tiene el gobierno derecho a defenderse de sus críticos? Existe una absoluta asimetría entre el poder y un medio o un individuo. Esto es necesario que el nuevo gobierno lo entienda de inmediato. Tienen que endurecer la piel y ser en extremo tolerantes con la crítica que reciban. La crítica es un elemento esencial de la democracia. Al gobierno le correspond­e escucharla y atender los reclamos cuando sean justos, y hacer las aclaracion­es pertinente­s, en tono respetuoso, cuando no lo sean. No les queda otra si quieren preservar la democracia gracias a la cual conquistar­on el poder. No deben nunca olvidar que con la vara que midieron serán medidos.

“Al gobierno le correspond­e escucharla y atender los reclamos cuando sean justos, y hacer las aclaracion­es cuando no lo sean”

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