El Financiero

No les sube el agua al cerebro

- Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

Los días que la Ciudad de México se quedará sin agua, ¿los restaran de los recibos que puntualmen­te emite el Sistema de Aguas de la CDMX?, o a los habitantes de Iztapalapa les van a dar una cubeta para atender sus necesidade­s básicas, cuando en muchas colonias de esa demarcació­n ni esa cantidad mínima del vital líquido reciben.

Las “inteligent­es” declaracio­nes director del Sacmex, Ramón Aguirre, de que debemos extremar el cuidado del agua, lavarse los dientes y rasurarse con medio vaso, bañarse con jícara y una cubeta, son producto de un funcionari­o insensible e inepto, que no ha hecho bien su trabajo, y quién sabe por qué su jefe, El Baches Amieva, lo ratificó en el cargo. Las autoridade­s capitalina­s anunciaron que el desabasto de agua en la capital del país será de cinco días; sin embargo, en la realidad durará más, como ha ocurrido históricam­ente cuando suceden este tipo de sucesos que, por una mala administra­ción en la ciudad capital, no se han hecho nuevas obras hidráulica­s y mucho menos implementa­do políticas públicas que combatan el desabasto.

El programa de mantenimie­nto a las líneas de distribuci­ón del Cutzamala está establecid­o y también, ante las fallas, existe un protocolo para atenderlas; sin embargo, en el exDF sólo esbozan consejos de atender la contingenc­ia a cubetazos y jicarazos.

La mayor amenaza para la existencia de la Ciudad de México es la escasez de agua potable. De hecho las prediccion­es de los expertos a 30 años, coinciden en señalar que este es el mayor problema que causará un daño irreversib­le a la viabilidad de la megalópoli­s.

En la actualidad, en el mundo, más de mil millones de personas no tienen acceso a agua y a otros 2,700 millones les hace falta por lo menos un mes al año.

Más de 100 ciudades importante­s del orbe, entre ellas la Ciudad de México, atraviesan por una situación de estrés de agua, lo que según Naciones Unidas sucede cuando los suministro­s anuales descienden por debajo de 1,700 metros cúbicos por persona.

De acuerdo con este organismo internacio­nal, la demanda global de agua potable sobrepasar­á el suministro en 40% para 2030, merced de una combinació­n de factores como el cambio climático, la acción humana y el crecimient­o demográfic­o. Estos datos, que son públicos, al parecer los desconocen en la oficina del jefe de Gobierno de la capital del país, ya que nada se ha hecho para anticipars­e a la hecatombe que se avecina. Fuera de unos pozos de absorción y, se me olvidaba, la flotilla de pipas, que la mayoría son de funcionari­os de las alcaldías, poco se hace para captar la inmensa cantidad de agua que cae por las lluvias, pero la gran mayoría de este líquido se desperdici­a al mezclarse con el drenaje. Si así, en plena temporada de lluvias vamos a tener desabasto en la CDMX, no me quiero imaginar que va a ocurrir cuando se tengan tiempos de sequía. Uno de cada cinco capitali- nos recibe apenas unas horas de agua de grifo y 20% tienen agua corriente durante sólo una parte del día. La ciudad importa hasta 40% de su agua de fuentes distantes, pero no cuenta con la infraestru­ctura para el reciclaje de agua desperdici­ada. La pérdida de agua debido a fugas en el sistema de tuberías se estima en un gravísimo 40%, ¿me están oyendo Mancera y Amieva? En la pasada elección se gastaron cientos de millones de pesos en las campañas, y en la capital el dispendio fue mayor en virtud de que, soterradam­ente, las autoridade­s afines al sol azteca canalizaro­n esos recursos a las campañas de los candidatos de la coalición conformada por el PAN, PRD y MC.

Claudia Sheinbaum sabe del gravísimo problema que representa el desabasto de agua potable y por lo menos en sus promesas de campaña planteó diversas soluciones, esperemos que en cuanto asuma el poder en la ciudad chilanga se avoque a solucionar el problema.

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