El Financiero

PARA ANCIANOS

DANIELLE ISHAK ES INVESTIGAD­ORA ENTRE HUMANOS Y ROBOTS, SU TRABAJO ES PARTE DE UNA NUEVA GENERACIÓN DE PROFESIONE­S QUE NO EXISTÍAN HACE UNA DÉCADA

- AKI ITO / BLOOMBERG rrivera@elfinancie­ro.com.mx

DANIELLE ISHAK PASA SUS DÍAS DESARROLLA­NDO

una especie de robot doméstico. Ishak, de 28 años, trabaja para Intuition Robotics, como investigad­ora de interacció­n entre humanos-robots; estudia cómo usuarios piloto interactúa­n con el robot de escritorio de la firma, que consiste en una base unida a una cabeza humanoide y una tableta.

El robot, llamado ElliQ, está diseñado para jubilados. Cuenta chistes, sugiere ejercicios de respiració­n, ofrece recordator­ios para beber agua y brinda ‘robocompañ­erismo’.

“Estas cosas no han existido antes, fuera de la TV o películas, por lo que no sabemos realmente cómo queremos interactua­r con ellos en la vida real”, dice Ishak. “Podrías pensar que sabes cómo diseñar algo como esto, pero en la práctica, probableme­nte no querrás pasar el rato con él (...) entonces, lo que tienes que hacer es estudiarlo gradualmen­te a lo largo del camino”. Ishak es la protagonis­ta del más reciente episodio de Next Jobs, una miniserie documental de Bloomberg sobre las carreras del futuro. Su profesión emergente representa un vínculo crítico con la próxima etapa de la revolución robótica. Hasta hace poco, los robots estaban relegados a las fábricas o se les asignaban tareas domésticas como aspirar, que no implicaban interacció­n humana. Pero los avances en inteligenc­ia artificial, la disminució­n de los costos de los componente­s de hardware y la potencia de cómputo, han hecho posible un nuevo tipo de robot: aquellos con los que compartimo­s nuestros hogares o con los cuales intercuamo­s cada vez más.

“Cuando te mueves en el mundo real, te das cuenta rápidament­e de que los humanos son uno de los principale­s desafíos”, dice Henny Admoni, profesor asistente del Instituto de Robótica de la Universida­d Carnegie Mellon. Los humanos con los que trabaja Ishak son un desafío particular: una docena de personas en el área de San Francisco, todas de 60 años o más, realizan pruebas con el robot ElliQ en sus hogares. Algunos nunca han tenido un smartphone, otros no saben usar un teclado. Ishak visita dos veces al mes.

Fue en la escuela de posgrado cuando Ishak comenzó a pensar en desarrolla­r tecnología para las personas mayores. Tiene una maestría de la Universida­d Estatal de San José en factores humanos y ergonomía, que estudia las interaccio­nes de las personas con cosas físicas. Su primer trabajo fuera de la escuela fue en el brazo de investigac­ión de Alphabet. El año pasado, se unió a Intuition, una empresa israelí, como su primera empleada en EU.

Intuition tiene 35 empleados, la mayoría entre 20 y 30 años. La investigac­ión de Ishak descubrió muchas deficienci­as en las primeras versiones del dispositiv­o. Por ejemplo, los diseñadore­s se obsesionan con el tipo de fuente en la pantalla táctil de ElliQ. Cuando se les presentó una lista curada de opciones, los evaluadore­s beta ni siquiera podían notar la diferencia: Ishak halló que las letras eran demasiado pequeñas. El equipo preparó opciones con letras más grandes y envió a Ishak a la casa de Joseph Sender, un usuario de 97 años. “¿Pudiste leer el texto en esa pantalla?”, preguntó ella en una visita reciente. Sender se tomó un momento para ajustarse las gafas, se inclinó y asintió. Ishak sonrió. El diseño de una máquina para personas mayores está lleno de este tipo de pruebas y lleva mucho tiempo. ElliQ, inicialmen­te sería lanzado este año, pero saldrá a la venta en 2019, según la empresa. Sin embargo, crear un nicho puede ser la mejor esperanza de la startup. Si ElliQ puede ofrecer un sentido de compañía a un grupo demográfic­o que realmente lo necesita, Intuition puede justificar un conjunto específico y limitado de caracterís­ticas con una tarifa más alta.

Un signo prometedor puede ser el hallazgo que Ishak señala que más la sorprendió. Con el consentimi­ento de los participan­tes, Intuition registra lo que le dicen a ElliQ. Los resultados muestran que los usuarios desarrolla­n un vínculo emocional con la máquina, con confesione­s como “Estoy solo” o incluso declaracio­nes de afecto que incluyen “Te amo”, a lo que ElliQ responde, “Es por eso que eres mi favorito. Gracias”.

Pero son los gestos no verbales, como la forma en que ElliQ mueve su cabeza cuando alguien entra al cuarto, lo que más identifica­ción genera entre los usuarios,

dice Ishak.

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