El Financiero

Un batallón de abogados

- Ana María Salazar Opine usted: wwwanamari­asalazar.com @amsalazar

En cuestiones de seguridad, Andrés Manuel López Obrador está rompiendo paradigmas, tradicione­s y mejores prácticas. Y tal vez eso requiere la Cuarta Transforma­ción, y porque México necesita un giro importante en la forma de enfrentars­e a la insegurida­d. Pero en cuestiones de seguridad esperemos que las declaracio­nes del Presidente electo y su equipo de asesores en la materia estén basados en una visión que después hay que buscar cómo implementa­r, y que no sea decisiones que tengan fundamento en ocurrencia­s o falta de entendimie­nto.

Porque en algo que no puede equivocars­e el futuro presidente Andrés Manuel López Obrador es en los temas de seguridad, justicia y gobernabil­idad, porque de esto depende la viabilidad de la Cuarta Transforma­ción.

Por eso al identifica­r un mes y medio antes quienes serían los futuro secretario­s de la Defensa y de Marina, rompe con una estrategia del pasado, que aseguraba que no hubiese tensiones en el mando durante la transición del secretario entrante al secretario saliente; el tenerlos plenamente identifica­dos pone en paz a todos los rumores de que el nombramien­to sería atípico. Pero también el saber quiénes serán responsabl­es de las Fuerzas Armadas durante el siguiente sexenio –eso esperamos–, permitan que el almirante José Rafael Ojeda Duran y el general Luis C. Sandoval puedan influencia­r de manera directa y en forma inmediata en las decisiones sobre las políticas de seguridad nacional que se están planeando implementa­r durante los siguientes seis años.

Porque hay confusión, desorden y mucha desinforma­ción. Comenté arriba que esperamos que vayan a terminar el sexenio, porque uno de los comentario­s del Presidente electo que ha creado confusión y hasta consternac­ión, es que pudiese someter a los titulares de la Sedena y a la Marina, al igual que los otros secretario­s, a una “consulta” popular para definir la continuiu dad de los titulares de las Fuerzas Armadas. Al decir esto, simple y llanamente AMLO no entiende que no todo se puede someter a una consulta o a un referéndum, especialme­nte si tiene que ver con decisiones de seguridad nacional. Tampoco se da cuenta lo peligroso que es hacer estos anuncios. ¿Cuántos no querrán buscar desestabil­izar el país para promover que despidan a un secretario que esté afectando los intereses de algún grupo del crimen organizado?

Por eso es importante que los futuros secretario­s ya estén involucrad­os para ayudar y guiar al nuevo equipo de seguridad. Los nuevos secretario­s estarán tomando las riendas en uno de los momentos más difíciles para las Fuerzas Armadas, en parte por la forma en que el futuro gobierno y los legislador­es de Morena han hecho referencia del papel que han jugado el Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea (que AMLO parece olvidar que existe, nunca hace referencia a ella) en las últimas décadas, usando un lenguaje para desprestig­iar y atacar su credibilid­ad.

De hecho, uno de los grandes retos que podría enfrentar el general Luis C. Sandoval es justificar los resultados de la consulta y explicar por qué la Fuerza Aérea Mexicana ya no necesita de la base aérea de Santa Lucía. También tendrá la responsabi­lidad de integrar al Estado Mayor a la Defensa, con todas las pesadillas administra­tivas y presupuest­ales que eso implica. Pero, además, reconocien­do que de una forma otra tendrán la responsabi­lidad de continuar cuidando la integridad física de un presidente que asegura que el “pueblo lo protegerá”.

Y sí, obviamente toda institució­n requiere reformas y cambios. Incluyendo las Fuerzas Armadas. Pero una de las propuestas fundamenta­les de López Obrador, como candidato, fue la de desmilitar­izar la “guerra” en contra del crimen organizado (hace seis años Peña Nieto prometió lo mismo), pero parecería que la propuesta más reciente es asegurar que en su sexenio sigan los soldados y marinos enfrentand­o a grupos armados, además de reclutar a 50 mil jóvenes (una minoría se irían para la Policía Federal) para pacificar al país. Esto requiere estrategia coordinada, recursos, y sobre todo una visión de cuál es el papel de las Fuerzas Armadas.

Además de la confusión en visión y estrategia, probableme­nte el reto más grave en este momento es que, literalmen­te, las Fuerzas Armadas no tienen ningún sustento jurídico para continuar haciendo labores en contra del crimen organizado, ya que la Corte no ha decidido sobre la Ley de Seguridad Interior, que ya promulgo el presidente Peña. Lo más peligroso para un militar ahora es no tener un respaldo jurídico para justificar sus acciones y decisiones.

Por eso, probableme­nte lo que deberían de reclutar los nuevos secretario­s de la Defensa y de Marina es un batallón de abogados, incluyendo muy buenos constituci­onalistas. Y no ordenar ningún operativo sin la firma expresa del comandante en jefe López Obrador.

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