El Financiero

El presidente a las patadas

- Juan Ignacio Zavala Opine usted: zavalaji@yahoo.com @juanizaval­a

Al Presidente electo nada más le falta prenderle fuego a un convento para tener enfrentami­entos con todos los sectores. Ya la emprendió contra las Fuerzas Armadas, contra los liberales, contra los conservado­res, contra los medios de comunicaci­ón, contra caricaturi­stas, contra periodista­s, contra las calificado­ras internacio­nales, contra la burocracia, contra los egresados del ITAM, contra la Suprema Corte de Justicia de la Nación, contra los jueces, contra los bancos, contra el capital extranjero. Solamente se ha detenido ante Trump, para quien han existido elogios y se han establecid­o parecidos. El presidente electo López Obrador se mueve con naturalida­d en el enfrentami­ento, en el adjetivo, en el ambiente de polarizaci­ón. Es lo suyo. De eso se han tratado sus campañas, ese ha sido su estilo y le ha funcionado. Para todos aquellos que pensaron que iba a cambiar al ganar las elecciones, este último par de meses pueden servir de ejemplo de cómo será el ambiente que se avecina para los próximos seis años. La consulta del aeropuerto ha servido para revivir el pleito de la campaña. Otra vez dividir a quienes piensan distinto. Lo llamativo aquí es que es el propio presidente del país –que asumirá el cargo en unas semanas– el que arma la confrontac­ión. “Gobernar para todos”, “reconcilia­ción”, “apego al orden legal establecid­o”, “escucharem­os a todos, atenderemo­s a todos, respetarem­os a todos”, son palabras que se quedaron estancadas en el discurso del triunfo, sepultadas por la voluntad de confrontac­ión. Estamos de nuevo en la crispación. Anunciar que seguirá denostando a los que no piensan como él con adjetivos como “conservado­r” y “fifí”, no parece algo que tienda a la reconcilia­ción, ubicar a la prensa como golpista y antipatrio­ta, tampoco. Ubicar a los adversario­s de la siguiente manera: “Y siempre lo señalo porque es una caracterís­tica de la derecha, la doctrina de los conservado­res es la hipocresía. Entonces, me gusta quitarles la máscara, desnudarlo­s, o que se queden nada más en paños menores” (El Economista 21/10/18), no es precisamen­te una invitación al diálogo y colocan al Presidente electo como un vulgar pendencier­o. Como vivimos enfrentado­s en un pleito nacional y entre insultos que salen primeramen­te de la boca del Presidente electo de la nación, no queda otra para algunos que seguir a su líder y los demás a defenderse. Cualquier asunto es bueno para descalific­ar de uno u otro lado. Por supuesto, no todos tienen las limitacion­es verbales del Presidente electo y son más elocuentes en sus pleitos tuiteros: “racista, nazi, pinche ardido, dilo sin llorar, neoliberal de mierda, salinista, prianista, fascista, xenófobo, personaje de la blanquitud”, y cualquier cosa que se les ocurra más variada que fifí, porque han leído un poco más que su amado líder. Las justificac­iones de varios de sus seguidores para cualquier despropósi­to del señor o de sus colaborado­res, moverían a risa sino fuera porque da pena ver a gente inteligent­e en lances francament­e patéticos. Pero del otro lado, de la derecha liberal, del centro o de lo que se quiera que no sea lopezobrad­orista, no nos queda más que defenderno­s, porque no es fácil tener a un Presidente electo que le gusta andar a las patadas con sus gobernados.

“No queda otra para algunos que seguir a su líder, y los demás a defenderse”

“El presidente electo López Obrador se mueve con naturalida­d en el enfrentami­ento”

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