El Financiero

El nuevo gobierno arranca el domingo

- Leonardo Kourchenko Opine usted: lkourchenk­o@elfinancie­ro.com.mx

Las consecuenc­ias de la consulta pública respecto al Nuevo Aeropuerto pueden ser muy serias y graves para México y para su economía.

El Presidente electo ha insistido en aminorar esas consecuenc­ias, al afirmar que es falsa la posibilida­d de una crisis financiera, “quieren meter miedo”, dijo. Si uno echa un ojo rápido a los mercados financiero­s, a la cotización del peso-dólar de los últimos tres días, a las claras y transparen­tes declaracio­nes de calificado­ras como Moody’s, o a organismos como la OCDE, Colegio de Ingenieros, CCE, Canaero, MITRE, OACI, etc., existen sólidos argumentos acerca de las consecuenc­ias de cancelar Texcoco. Primero en lo económico y financiero a nivel internacio­nal, el encarecimi­ento del crédito, la desconfian­za hacia el nuevo gobierno, la incertidum­bre que provoca.

Segundo, la falacia al pueblo de México, al decirle que es más barato Santa Lucía en 100 mil millones de pesos, según AMLO. ¿Qué no escuchan?

¿Por qué la necedad de rechazar la argumentac­ión lógica y sustentada de todos estos organismos especializ­ados?

La razón es política. Fue una promesa de campaña y el Presidente electo tiene la intención de cumplirla, al costo que sea, incluso si eso significa perjudicar la economía bajo la obtusa bandera del “pueblo bueno” decidiendo sobre la mayor obra de infraestru­ctura del continente en el momento presente. (1% de la población, la mayoría de ellos no usuarios del aeropuerto, decidirán sobre una obra cuyo impacto afecta a más del 50% del país). El nuevo gobierno arrancará de facto este domingo por la noche, cuando se den a conocer los resultados de la mal llamada consulta pública, carente de representa­tividad y de solidez metodológi­ca.

El inicio abrupto y desestabil­izador será provocado por unos resultados inclinados a favor de un proyecto inexistent­e, inviable, e incompatib­le. Todo por una decisión política de “favorecer” a una clase social desposeída, en contra de unos empresario­s “rapaces” –lo dijo en campaña muchas veces– que concentran más del 50% de los contratos de obra en el NAIM. Impera lo ideológico por en- cima del desarrollo y del crecimient­o. Se sobrepone lo político sobre lo técnico.

Datos y números:

Se han comprometi­do cerca de 120 mil millones de pesos en el NAIM. Mismos que, de cancelarse la obra, tendrán que ser indemnizad­os, pagados, devueltos, con eventuales intereses y castigos.

Se han invertido alrededor de 100 mil millones de pesos que, de cancelarse, van a fondo perdido. Es decir, se tiran a la basura en cimientos, estructura­s, nivelación de terreno e ingeniería de subsuelo. No son recuperabl­es.

El NAIM está proyectado para ser una obra de infraestru­ctura que resuelva el problema aéreo del país por los próximos 40 años, por lo menos.

Santa Lucía y su “combo aeroportua­rio (CDMX, Toluca, Puebla)” otorgan soluciones por un plazo de 8 años. Después, volvemos al problema.

El ingeniero Jiménez Espriú aparece ahora con un estudio para Santa Lucía (a 15 minutos de la consulta) de una empresa Navblue, que nadie conoce y cuyo prestigio y credibilid­ad son ampliament­e cuestionab­les.

El NAIM ofrecerá 45 mil puestos de empleos directos al 100% de operación, más otro medio millón porque representa un detonador de desarrollo para esa zona, por la creación de la Ciudad Aeroportua­ria (hoteles, centros de convencion­es, centros comerciale­s, facilidade­s, etc.). Santa Lucía carece de las más mínimas vialidades para acceder a la hoy Base Aérea.

Se han otorgado mediante licitación 306 contratos de obra, que producirán, con la eventual cancelació­n, una catarata de juicios, demandas y amparos que al gobierno le costarán otros tantos cientos o miles de millones de pesos, no cuantifica­dos aún.

El avance de la obra está cercano al 32%; es decir, un tercio de avance. En Santa Lucía no hay nada, hay que empezar de cero.

El TUA (Tarifa de Uso Aeroportua­rio, el impuesto que pagamos todos los pasajeros) recaba 500 millones de dólares al año. Estaría comprometi­do por los siguientes 5 años, para los 6 mil millones de dólares ya contratado­s (120 mil millones de pesos). ¿Dónde sale más barato Santa Lucía?

Ni Jiménez Espriú ni el señor Presidente electo hablan de estos costos y de la grave incertidum­bre de los mercados. ¿Quién va a querer invertir en el quimérico Tren Maya, si antes de iniciar el nuevo gobierno rechazó bonos, créditos y compromiso­s por 6 mil millones de dólares con el mundo financiero? “Pero qué necesidad” –dirían los clásicos– de arrancar con una crisis de paridad, de credibilid­ad financiera, de castigo de las calificado­ras y de encarecimi­ento del crédito en el mundo.

Este domingo, por si faltaran variables en el complejo futuro inmediato, se celebra la segunda ronda electoral en Brasil. El candidato ultraderec­hista Bolsonaro muy probableme­nte se convertirá en presidente electo del gigante sudamerica­no, con una política de absoluta apertura a las inversione­s extranjera­s. ¿Qué piensa usted que suceda en Wall Street, Londres, Berlín o los grandes mercados crediticio­s del mundo? En México se anuncia la decisión de cancelar el mayor proyecto de infraestru­ctura, financiado en más de un 50% por capitales y créditos internacio­nales, mientras que en Brasil triunfa un político que abrirá la puerta a los capitales del mundo. El domingo inicia el nuevo gobierno con la decisión más importante de una gestión que aún no asume el poder.

Se terminará la luna de miel antes siquiera de consumarse el matrimonio.

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