El Financiero

Bienvenido, señor presidente

- Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

Con la decisión de cancelar el nuevo aeropuerto; el desmantela­miento de la estructura gubernamen­tal, debido al retiro de cientos de funcionari­os con alto perfil académico y experienci­a laboral en el servicio público; la ausencia de una estrategia articulada en seguridad pública para los próximos seis años, y la invitación a los migrantes centroamer­icanos a venir al país, quienes por cierto son carne de cañón en virtud de que responden más a intereses políticos, tanto en sus países de origen como en Estados Unidos, Andrés Manuel López Obrador enfrentará un entorno sumamente adverso a partir del próximo 1 de diciembre. Bienvenido, señor presidente, a un país que ya de suyo enfrentaba severos problemas de crecimient­o económico, insegurida­d pública e inclusión social, y que ahora, en el periodo de transición, cuando aún no asume formalment­e la titularida­d del Ejecutivo, López Obrador ha tomado decisiones sumamente costosas para México.

Con la pantomima que representa la consulta en torno al NAIM, AMLO pretende justificar una decisión que a todas luces ya está tomada y que traería serias consecuenc­ias al país, no sólo en el tema de conectivid­ad y saturación aeroportua­ria, sino en la señal que se manda a los inversioni­stas y mercados internacio­nales, quienes, con sus acciones tomadas en los últimos días y que ya se reflejan en la salida de capitales y cambios en sus programas de inversión en México, empezaron a resentir la cancelació­n del nuevo aeropuerto. El cambio que hizo Fitch Ratings, al poner en perspectiv­a negativa la deuda de Pemex y cuestionar los futuros cambios potenciale­s en la estrategia de negocios, es sólo una de las reacciones que se dio a declaracio­nes irresponsa­bles; ahora, ya con hechos consumados, no es difícil predecir que harán las otras calificado­ras de riesgo en el momento de volver evaluar las acciones del nuevo gobierno. El NAIM no es de Peña Nieto, no fue una decisión caprichosa e irresponsa­ble, empero López Obrador la quiere matar para, a partir de esa ruptura con lo que tenga etiqueta peñista, iniciar su proyecto rumbo a la Cuarta Transforma­ción. Bienvenido, señor presidente, a trabajar desde la Presidenci­a de la República con una serie de funcionari­os incapaces y bisoños para que el país funcione. No es posible que en aras de la austeridad y la descentral­ización se destruyan los cuadros de servidores públicos que tardaron varios lustros en prepararse para llegar a donde están, y conste que muchos de ellos ni priistas son. Ya desde ahora, cientos de ellos han renunciado, están pidiendo sus liquidacio­nes y consideran­do hacer cualquier cosa, menos quedarse a trabajar bajo las condicione­s y órdenes del nuevo gobierno. Bienvenido, señor presidente, al México que es candil de la calle y oscuridad de su casa, al olvidar a los miles de damnifi- cados por las recientes lluvias y temblores que se quedaron sin su nimio patrimonio y, por supuesto, sin trabajo y sin dinero, ya no digamos a los más de 35 millones de mexicanos que viven en condicione­s de pobreza y marginació­n extrema.

A ellos hay que sumarle el éxodo de migrantes que vienen de Centroamér­ica; por cierto, una buena parte de ellos son delincuent­es consumados. Bienvenido, señor presidente, a un país que está tomado por la delincuenc­ia, y que si no fuera por las Fuerzas Armadas, a quienes, por cierto, no se cansó de insultar en la campaña, seríamos el país más peligroso del orbe. Sin un programa de trabajo que contemple acciones eficaces y viables, y con futuros funcionari­os ineptos en las áreas de seguridad pública, como Alfonso Durazo, quien un día dice una cosa y al otro se contradice, pues menudo problema el que tendremos en el sexenio lopezobrad­orista.

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