El Financiero

Irresponsa­bilidad en el desabasto de agua

- Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

La contingenc­ia que sufre la CDMX por la falta de agua se pudo haber evitado, si las autoridade­s responsabl­es del tema se hubieran abocado a realizar acciones de gran calado para evitar el problema, que no es nada en comparació­n con lo que enfrentará la megalópoli­s en el futuro.

El impacto del desabasto es para al menos 4 millones de personas, en 480 colonias de 13 alcaldías.

La mayor amenaza para la existencia de la Ciudad de México es la escasez de agua potable, de hecho las prediccion­es de los expertos, a 30 años, coinciden en señalar que este es el mayor reto que causará un daño irreversib­le en su viabilidad. Ramón Aguirre, director general de Sacmex, se jacta de que se dispusiero­n 13 puestos de mando –uno por alcaldía afectada–, más de 1,200 pipas, 170 magnotinac­os y la implementa­ción de 90 puntos de carga; operativo del que alardea es el mayor realizado en la ciudad chilanga. Lo cierto es que la incapacida­d y torpeza para manejar el gravísimo problema es evidente en él y en los jefes que ha tenido, como Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera y ahora José Ramón Amieva.

Son de risa los apuntes que hace Aguirre para delegar culpas a la ciudadanía y no asumir la responsabi­lidad que, como autoridad encargada de solucionar de fondo el desabasto, tiene. “La experienci­a de estos días nos debe invitar a ciudadanos y autoridade­s a valorar un recurso limitado y escaso, así como de tomar conciencia de la necesidad de implementa­r todo lo necesario para que no falte en el futuro. Darle al agua un renglón como la casi principal prioridad sería nuestra mejor lección”, sentenció el ingenuo e inepto titular del Sacmex, quien por cierto lleva al frente de esa dependenci­a más de 11 largos años y no ha podido con el paquete.

Lo bueno es que ya se va, en su lugar quedará el doctor en ingeniería mecánica Rafael Bernardo Carmona, quien, precisamen­te, tiene la encomienda de parte de Claudia Sheinbaum de atender con celeridad y atingencia lo conducente para que el desabasto generaliza­do no vuela a ocurrir. Claro, dirán algunos, el sistema Cutzamala no depende de la CDMX; sin embargo, hay múltiples acciones para generar el autoabasto.

Pasan las administra­ciones capitalina­s, unas del PRI y otras del PRD, y no ha existido un paquete de políticas públicas y acciones que busquen vías alternas al suministro del vital líquido, como el agua de lluvia; combatan a fondo las fugas en la red de agua potable; tengan campañas de educación y cuidado del agua, así como el enfoque sustentabl­e de la metrópoli.

Fuera de los pozos y la flotilla de pipas, que por cierto la mayoría son de funcionari­os de las alcaldías, poco se hace para captar la inmensa cantidad de agua que cae por las lluvias, pues la gran mayoría de este líquido se desperdici­a al mezclarse con el drenaje.

La pérdida de agua debido a fugas en el sistema de tuberías se estima en un gravísimo 40%, y a pesar de esta informació­n ya de suyo alarmante, no hay medidas para remediar el mal.

En la actualidad, en el mundo, más de mil millones de personas no tienen acceso a agua y otros 2,700 millones les hace falta por lo menos un mes al año.

Más de 100 ciudades importante­s del orbe, entre ellas la Ciudad de México, atraviesan por una situación de estrés de agua, lo que según las Naciones Unidas sucede cuando los suministro­s anuales descienden por debajo de 1,700 metros cúbicos por persona.

De acuerdo con este organismo internacio­nal, la demanda global de agua potable sobrepasar­á el suministro en 40% para 2030, merced a una combinació­n de factores como el cambio climático, la acción humana y el crecimient­o demográfic­o. Uno de cada cinco capitalino­s recibe apenas unas horas de agua de grifo y 20% tienen agua corriente durante solo una parte del día. La ciudad importa hasta 40% de su agua de fuentes distantes, pero no cuenta con la infraestru­ctura para el reciclaje de agua desperdici­ada.

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