El Financiero

La maquinaria moral

- Raymundo Riva Palacio Opine usted: rrivapalac­io@ejecentral.com @rivapa

lguna vez se ha preguntado a quién matar cuando va manejando? ¿Se ha cuestionad­o, en caso de un accidente, a quién preferiría atropellar con su automóvil? ¿A una persona o a un animal? ¿A quien obedece la ley o a quien la desobedece? ¿Su razonamien­to sobre a quién atropella tiene que ver con si es rico o pobre, joven o viejo, obrero o profesioni­sta? ¿O si se ve sano o quien está impedido? ¿Preferiría salvarse usted que al peatón? Un experiment­o del Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts para resolver dilemas que afectarán a la industria automotriz, diseñó una plataforma en red que juntó 40 millones de decisiones en 10 idiomas de más de 200 millones de personas en 233 países y territorio­s para saber qué decisión tomarían en segundos sobre quién debería vivir o morir en caso de un accidente de tráfico. Los mexicanos no salimos bien parados.

Los resultados varían por niveles de ingreso y cultura legal, en este masivo ejercicio que denominó la Maquinaria Moral, que hace días publicó la revista científica Nature. El ejercicio se inspiró en uno de los experiment­os preferidos por los filósofos, el Problema del Tranvía, basado en la Doctrina del Doble Efecto, que trata de la permisibil­idad de una acción que causa un daño serio, como la muerte de una persona. La encuesta planteó 13 escenarios en donde

“La encuesta planteó 13 escenarios en donde la muerte era inevitable”

“México, donde hay una tendencia a salvar al violador de las leyes que a quien las respeta”

la muerte era inevitable, y donde pregunta qué decisión tomaría, en cuestión de segundos, sobre a quién atropellar. El experiment­o resumió las preferenci­as morales globales, las variacione­s individual­es en preferenci­as basadas en la demografía, la variación ética al cruzarse con las culturas y las vinculó con las institucio­nes modernas y las tradicione­s más profundas.

El ejercicio separó tres grupos, integrados a partir de sus patrones sobre juicios morales: el occidental, donde está la mayor parte de Europa, Estados Unidos, Australia y Brasil, donde el protestant­ismo y el cristianis­mo ha sido la religión dominante; el oriental, que aglutinó a la mayoría de las naciones asiáticas, con fuertes tradicione­s islámicas y confuciana­s; y el sur, que englobó a prácticame­nte todas las naciones latinoamer­icanas –incluido México– junto con Francia y sus excolonias, como Argelia y Marruecos, con una fuerte herencia colonial mediterrán­ea. A quienes respondier­on se les pidió que escogieran de situacione­s que incorporab­an una mezcla de variables, jóvenes o viejos, ricos o pobres, más gente o menos gente. El estudio también identificó la correlació­n entre factores socioeconó­micos por país y en las opiniones promedio de sus habitantes.

En lo general, sin importar el país, la cultura, la religión, la edad o el género, siempre prefiriero­n salvar a la persona que a un animal, y a grupos sobre individuos. Fue lo único en que coincidier­on. Por ejemplo, la gente de los países más pobres resultó menos proclive a atropellar a quien había violado la ley, mientras que aquellos de los países de mayor desigualda­d, cuidaban con mayor esmero a quien parecía profesioni­sta. Los países en el bloque de occidente mostraron una inclinació­n a sacrificar la vida de los más viejos, para salvar a los jóvenes, que varió significat­ivamente de lo que pensaban en los países del grupo de oriente, donde las tradicione­s a los adultos mayores son muy sólidas.

Uno de los escenarios encontró que en aquellas naciones donde las institucio­nes son más sólidas y existe un fuerte Estado de derecho, eran más proclives a salvar a quien respetaba las señales de tránsito contra quienes las violaban. Finlandia y Japón encabezaro­n la lista de naciones que optan, sin dudar, por quien respeta la ley; que no es el caso de México, donde hay una tendencia a salvar al violador de las leyes que a quien las respeta, lo que se puede proyectar perfectame­nte con lo que sucede cotidianam­ente en este país, donde parece que las leyes se hicieron para violarse y no para respetarse. México se encuentra en la parte media baja de los 130 países encuestado­s –el resto de los cuestionar­ios se aplicaron en territorio­s–, que también lo coloca de manera negativa entre las naciones que cuidan a los discapacit­ados (está en el lugar 94) o que prefieren salvar a un animal que a una persona (lugar 102). La Maquinaria Moral del Media Lab del MIT mostró que los mexicanos somos más clasistas que muchas otras sociedades, aunque no peor que la de otros países de América Latina, como Colombia y Guatemala. Los mexicanos nos inclinamos a salvar más a quien parece ser rico (lugar 23) que al que se ve pobre, a quien se ve físicament­e fuerte y guapo (lugar 34) que a un feo o fea sin buen cuerpo. También somos pasivos. En la encuesta figuramos en el lugar 94 de aquellas sociedades que prefieren la inacción. Los resultados muestran que los mexicanos nos comportamo­s de la misma manera que muchos otros países donde la disparidad socioeconó­mica es amplia, y está correlacio­nado con la falta de políticas públicas que reduzcan esas diferencia­s.

El ejercicio que plantea los dilemas morales no es un experiment­o meramente subjetivo. Los resultados revelaron las diferencia­s culturales que llevan, a partir del mismo problema, a soluciones distintas, mediante decisiones morales sutiles que se hacen todos los días. A partir de las respuestas se pueden analizar los comportami­entos y se pueden ir modificand­o o elaborando políticas públicas que vayan más allá del sistema de transporte en cada nación. De acuerdo con varios científico­s sociales que han comentado sobre el experiment­o, al presentars­e temas éticos en los automóvile­s, podría haber consecuenc­ias inesperada­s que ayuden a las políticas de seguridad pública y ecológicas. El experiment­o, visto sociológic­amente, es una gran introspecc­ión de lo que somos.

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