¿El más cercano?
Cuando en las reuniones con distintos colegas, gente cercana al gobierno en transición o columnistas exploras el círculo más íntimo del Presidente electo, hay distintas lecturas y diferentes niveles de complicidad; hay figuras de ornamento, ese grupo de cercanos que no aspiran al poder, sino que sólo sirven como voceros o representantes ante grupos de empresarios, organizaciones civiles o políticos de bajo rango; hay otros que lo acompañan desde hace muchos años, pero que entienden su papel y su lugar, su voz manda por sobre todas las cosas y se mantienen al tanto de sus necesidades; otro grupo es el de los incómodos, cercanos que el propio López Obrador ha decidido poner en una carretera paralela por sus aspiraciones futuras, políticos que ven en 2024 la próxima aduana.
Hay otros que viven por y para López Obrador, no ven en la relevancia de algún cargo su compromiso, sino que la cercanía los obliga a una simbiosis política y laboral; y por último, hay una figura imposible de clasificar pero que se ha convertido en la silla más cercana, en las palabras escuchadas y en los oídos requeridos, hablo de la figura del próximo consejero jurídico de la Presidencia, Julio Scherer Ibarra, por eso hay que poner atención a sus palabras pero también con los pronunciamientos públicos.
Scherer se ha convertido en esa voz de la conciencia de un López Obrador que ha mostrado que sus decisiones, populares o criticadas, van dos pasos delante de nuestra primera lectura. Hace un par de días tuve la oportunidad de hablar con él en el noticiero nocturno de El Financiero Televisión. Es interesante detenernos en lo que dice sobre su relación con los medios, en lo que quiso comunicar López Obrador el domingo pasado en la cancelación del NAIM en Texmeta coco y en por qué un exitoso abogado dejaría su despacho para ganar 70 mil pesos mensuales. ¿Qué buscan los que siendo cercanos a la máxima figura de poder en el país no aspiran a un cargo sino a influir activamente? “Yo creo que es una decisión que toma el Presidente electo en función de la consulta, así es la democracia y yo creo que el Presidente electo está actuando bajo el mandato de la gente. Yo creo que es una decisión democrática correcta y creo que nos tenemos que acostumbrar a esto. Creo que está bien esto y ni modo, hay que trabajar en función de lo que hay y lo que tenemos. “Creo que el Presidente electo hace dos definiciones importantes. La primera: es un mandato de la gente y lo va a cumplir. La segunda y muy importante, algo que vino haciendo toda la campaña y cumple un compromiso que le es principalísimo, y la tercera y fundamental: el Presidente va a cumplir cada una de las cosas a las que se compro- con la población mexicana (…) muchos pensaron que era una tomadura de pelo pero el Presidente no es así, respeta sus compromisos y lo va a seguir haciendo. No es un golpe en la mesa, es respeto a la voluntad popular”, explica Scherer sobre la primera decisión de AMLO ejerciendo un poder que tiene por un respaldo ciudadano y no por una toma de posesión que aún no ocurre.
En este México, en el que estamos acostumbrados a que todos nos mientan, la promesa cumplida sorprendió y molestó. La cancelación de Texcoco es el grito de lo que repitió por meses: su misión es acabar con la corrupción y encontró en este megaproyecto el ejemplo ideal. “Todo mundo hablaba de la corrupción que priva en ese aeropuerto, todo mundo sabe que se hizo en un lugar donde prevalecen intereses privados, todo mundo sabe que se compraron tierras a los ejidatarios alrededor del aeropuerto (…) ahora sabemos que ya había planes para privatizar los terrenos del AICM y seguramente con el tiempo nos enteraremos de más cosas que hay detrás del proyecto de Texcoco”, diagnostica Scherer. ¿Qué clase de poder busca alguien cuando se convierte en el abogado de la Presidencia que pretende ‘transformar’ un México roto e impune?
“¿Por qué voy a trabajar como consejero jurídico? Porque tengo un compromiso con él (AMLO) y porque tengo un compromiso con el país. Me parece que el proyecto de Andrés Manuel López Obrador vale la pena. Trabajar por el país para cambiar este régimen es algo por lo que venimos trabajando hace prácticamente 20 años. Hoy está esa oportunidad enfrente y hay que hacerlo. El poder es la oportunidad para servir… es la oportunidad de crear”. Más vale que se conserve el poder como ese ideal de servicio, porque al menos históricamente el dicho de que quien lo posee termina por corromperse, se ha cumplido.