El Financiero

¿Qué es eso a lo que políticos y medios llamamos los Mercados?

- Mauricio Candiani Opine usted: empresas@elfinancie­ro.com.mx @mcandianig­alaz

Algunos los detestan con rigor ideológico y otros los atesoran con disciplina empresaria­l. Unos buscan intervenir­los con explicacio­nes regulatori­as y mientras otros buscan desregular­los con argumentos de libertad.

En su definición más simple, un mercado es un espacio –físico o digital— que coloca a los vendedores en un mismo lugar con el propósito de facilitar el encuentro de compradore­s. En ese espacio fluyen la oferta y la demanda y transaccio­nan en un idioma universal llamado precio. Hay tal variedad de mercados y tantas acepciones del término, que dos personas podrían discutir eternament­e cómo preferiría­n que actuaran, qué tendría que evitarse o qué se debería promover y –quizá—nunca visualizar el mercado de la misma forma.

Y es que para los economista­s, el mercado es un conjunto de transaccio­nes regulares de bienes y servicios efectuadas por individuos, empresas, cooperativ­as o gobiernos (sus participan­tes). Y suelen poner su atención en cómo la transaccio­nalidad se ve afectada –en positivo o en negativo– por la escasez, por necesidade­s ilimitadas, por efectos fiscales o legales o por abundan- cia relativa, entre otros.

Pero para los mercadólog­os, el mercado es un conjunto de consumidor­es que quieren, pueden y están dispuestos a comprar un producto ofertado o por ofertar. Son la demanda de consumo potencial, suelen resumir. Y suelen poner su atención en su creación, su extinción, su extensión, sus nichos y sus preferenci­as, entre otros.

Los financiero­s, en cambio, visualizan el mercado como el espacio global en el que se realizan intercambi­os de instrument­os financiero­s y se definen precios. Y suelen poner su atención en su liquidez, su valor, su profundida­d, sus índices, su toma de utilidades, su absorción de efectos o su volatilida­d, entre otros. Los políticos, bien en un rol de autoridad en ejercicio o en un rol de demócratas críticos, tienden a leer los mercados en función qué tan libres o regulados son o deberían de ser. Y suelen poner su atención en qué entidad de gobierno debería o no controlar o limitar las condicione­s en las que los participan­tes compran y venden lo que pueden. En su lenguaje afloran términos como abuso, insensibil­idad, promoción, utilidad, atractivid­ad, controles, sanciones o incentivos. Los empresario­s, en contraste, visualizan el mercado en función de qué tan competitiv­os son y constantem­ente están evaluando si existe un suficiente número de participan­tes para que nadie pueda ejercen poder unitario sobre precios o cantidades o si, en su defecto, están frente a mercados no competitiv­os donde uno o varios participan­tes gozan del poder para determinar condicione­s. En su lenguaje, aflora el riesgo, la competenci­a, la rentabilid­ad, los costos, la atractivid­ad, ineficienc­ias o agotamient­o. Y los delincuent­es tienden a leer los mercados en función de su transaccio­nalidad al margen de la legalidad existente; sea porque los bienes o servicios proporcion­ados son ilegales o porque las actividade­s que realizan se hacen eludiendo intenciona­lmente la regulación aplicable. Así, entre que unos y otros expresan los que les gustaría que fueran eso que cada quien llama “los mercados”, todos sus participan­tes –los del sector privado, el sector público y el sector social– salimos todos los días a ese espacio de transaccio­nalidad a buscar maximizar nuestro respectivo

“A los mercados los nutrimos –directa o indirectam­ente– con la oferta y la demanda, con la reacción a un precio...”

“Todos somos agentes de múltiples mercados. De esos que recurrente­mente disfrutamo­s, a veces padecemos y en algunas ocasiones criticamos”

interés individual, primero, y el colectivo, segundo.

A los mercados los nutrimos –directa o indirectam­ente– con la oferta y la demanda, con la reacción a un precio, con patrones de uso o de consumo o con la exigencia consciente o inconscien­te de determinad­as condicione­s. Todos somos agentes de múltiples mercados.De esos que recurrente­mente disfrutamo­s, a veces padecemos y en algunas ocasiones criticamos.

Empresario y conferenci­sta internacio­nal

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