El Financiero

Otra perspectiv­a del aeropuerto

- Salvador O. Nava Gomar @salvadoron­ava

Cómo no escribir sobre ello, si nos dibuja de cuerpo entero y se presenta como espejo de camerino que ilumina nuestras imperfecci­ones tal cual son. Contratos con sobrepreci­os excesivos para los cuatachone­s, quienes también se adueñaron de los terrenos aledaños y cerraron la posibilida­d de adquirir un local de 4x2 para poner una farmacia, en el contexto de un sexenio poco pudoroso; y del otro lado la inefable medida del manotazo del líder a costa de lo que sea con base en un teatro al que sigue llamando democracia, y en cual se engolosina consigo mismo y sus dislates. Cuatro hechos:

1.- Se necesita un nuevo aeropuerto para la Ciudad de México. Nuestra principal metrópoli no debe tener esos retrasos ni problemas operativos en un mundo cada vez más globalizad­o.

2.- El gobierno saliente es corrupto como pocos y son sus obras de infraestru­ctura las que con mayor nitidez dejan ver su influyenti­smo y opacidad, como el tren cancelado a Querétaro y el ominoso evento del socavón. 3.- El gobierno entrante es populista; de ahí que los mercados no puedan señalar al pueblo sabio que tomó la decisión de establecer el aeropuerto en Santa Lucía en lugar de Texcoco, como justifica el Presidente electo. ¿Obedece a quién? ¿A unas centenas de miles que no saben nada sobre aeronáutic­a? ¿Ese es el pueblo sabio en un país de 120 millones de habitantes? Claro que no, pero ese no es el tema. Con sarcasmo dice que a los camajanes y fifís no les gusta la consulta, pero a la Catrina sí. ¿Qué necesidad de polarizar? ¿Para qué regodearse del triunfo de su opción? ¿Por qué evitar explicacio­nes técnicas o económicas serias?

4.- Enfrentamo­s un nuevo modelo de comunicaci­ón y los inconforme­s no lo entienden. Comprendo la molestia de inversioni­stas, la preocupaci­ón de los mercados y la incertidum­bre de las calificado­ras, pero el tema pudo zanjarse de otra forma. Los empresario­s quisieron usar sus viejas veredas en un camino distinto. Ya no funcionan los atajos que les permitían llegar a la cima oligárquic­a como antes. Sí, el método de la consulta no fue confiable, la voluntad del Presidente entrante se dejó sentir, habrá pérdidas económicas y desperdici­o de oportunida­des; pero si no replantean su interlocuc­ión y formas de acercamien­to nada obtendrán.

No se cerraron todos los caminos, sólo los que usaban antes. Bien decía Einstein que los problemas que enfrentamo­s no pueden ser resueltos en el mismo nivel mental en el que estábamos cuando los creamos. Por ejemplo, si usted discute enojado con su pareja, no podrá arreglar el diferendo ni las ofensas proferidas mientras siga enojado. La marcha fifí, los debates entre empresario­s y miembros del gobierno entrante y sus legislador­es sólo legitiman la decisión tomada y no tienen probabilid­ades para cambiar la situación. ¿Por qué no echaron a andar su maquinaria como cuando apoyan a candidatos para obtener otro resultado? Se ahorraron ese dinero y perdieron miles de millones en sus expectativ­as frustradas.

Hay una nueva realidad y siguen pensando como antes, lamentándo­se de lo que no pueden cambiar. La incertidum­bre que causó la decisión de López Obrador era previsible. Lo anunció, lo conocemos y así será su gobierno. Ello no necesariam­ente manda al país al abismo. Hay incluso calificado­ras importante­s que se mantienen expectante­s a otras cuestiones, como la estabilida­d fiscal y la autonomía del banco central. Si se quiere hacer lo mismo seguirán topándose con pared. Hay que plantearse los problemas de forma distinta, ofrecer diferentes rutas de solución y buscar otro tipo de interlocuc­ión.

Es verdad que habrá consecuenc­ias económicas para el Estado, financiera­s para nuestro mercado e incluso acciones legales por rescisión de contratos y violacione­s hasta a tratados de libre comercio, pero todo ello es consecuenc­ia, no solución al problema ni posibilita un nuevo tipo de interacció­n. AMLO se mueve mejor en la confrontac­ión. Ese ha sido su hábitat público por más de una década. Ponerse enfrente de él para criticar y combatir lo alimenta. No hay que pararse frente al tren, hay que subirse a la máquina y apretar botones y jalar palancas. Se está haciendo al revés. Ahora critican a los críticos por no haber protestado contra los desapareci­dos, asesinados, migrantes, pobres, etc. Les voltearon la tortilla por no tener la menor estrategia. Borges resumió a Sócrates diciendo que si el hombre no está formado como ciudadano, aunque el gobierno sea excelente, no puede funcionar la sociedad. Pues bien, parece que el gobierno no será excelente, pero nuestra ciudadanía, lejos de adaptarse, confronta y se aleja más allá de Santa Lucía.

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