El Financiero

¿Amenaza Morena a los emprendedo­res?

- Jonathan Ruiz Opine usted: jruiz@ elfinancie­ro.com.mx facebook @RuizTorre @ruiztorre

Del polémico trabajo de portada de Proceso de esta semana que culpó exageradam­ente al presidente electo de carecer de un plan, hay dos párrafos de mucho valor que todos los mexicanos deben revisar, independie­ntemente de las filias o fobias hacia Andrés Manuel López Obrador y los miembros de Morena.

“Fueron grandes luchadores por la transforma­ción de México, pero ahora son grandes autores de la transforma­ción de México. Y eso requiere que todos estén alineados en relación con objetivos compartido­s”, citó así Proceso al constituci­onalista ex Ministro Diego Valadés.

“En este momento parece que cada quien tiene su propio objetivo. Unos quieren acabar con el Poder Judicial Federal, otros quieren acabar con la burocracia. Y si todos quieren acabar con algo, el problema es que lo pueden conseguir”.

Ese análisis es crucial. La izquierda nacional basó su ascenso en difundir el mensaje de todo lo que no debe ser, en todo lo que debe terminar, con razón en muchos casos.

La narrativa de Morena incluyó empresario­s calificado­s como abusivos acumulador­es, lo que puede entenderse hasta cierto punto por las prácticas de aquellos que olvidándos­e del bien común, solo vieron para su beneficio.

¿Pero qué quiere Morena construir con los otros empresario­s? Con los emprendedo­res que después de casi 20 años iniciados con la mediocre propuesta de incubadora­s del sexenio foxista, ya forman en México un ecosistema que empieza a ser funcional, en el que participan fundamenta­lmente el dueño de una idea y los inversioni­stas arriesgado­s que se atreven a confiar en ella y apostar dinero. El resultado de ambos es la creación de plazas laborales, pues el emprendedo­r no trabaja solo.

Conozco decenas de casos mexicanos. Por ejemplo, el de las barras de frutas que venden en los mostradore­s de Starbucks en México o el de un exfutbolis­ta que tuvo éxito como deportista en los noventa, antes de los grandes salarios en la FIFA, quien con escasos recursos abrió un negocio de empanadas hace unos 10 años. Hoy sus franquicia­s están en buena parte del país y acaba de iniciar una aventura en Texas. También, el de un estudiante que vendía papas fritas en la calle, se graduó como abogado en la UNAM y comenzó a trabajar en el sistema judicial en donde notó que muy poca gente sabe de los concursos mercantile­s al que pueden acudir las empresas para protegerse cuando son insolvente­s. Se especializ­ó en ello y hoy su despacho emplea a unas 20 personas en el piso más alto de un moderno edificio de la Ciudad de México.

Ninguno de esos negocios pudo crecer sin un sistema que aún con una larga lista de ineficienc­ias, procuró créditos, licencias y contratos que pueden hacer válidos o les concedió servicios públicos como el agua o transporte de manera regular. Generaliza­r y desincenti­var o sacar a trabajador­es con experienci­a del gobierno como podría hacerlo la nueva administra­ción, puede provocar ineficienc­ias que expulsen de México a los dueños de las ideas o del capital para crear negocios, aún y cuando el Proyecto de Nación de AMLO defienda la creación de empresas innovadora­s. Puede haber buena voluntad entre quienes llegarán a las ventanilla­s gubernamen­tales, pero si carecen de experienci­a en el servicio público básico o en temas tan nuevos como la cadena de suministro digital que requieren las empresas para sobrevivir, estaremos ante una inevitable amenaza rápida de muerte al incipiente sistema de emprendedo­res que apenas construye este país.

Director General de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero

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