El Financiero

El plan de seguridad de AMLO en el corto plazo

- Eduardo Guerrero Gutiérrez @laloguerre­ro

Así como pasó en campaña con el tema de la amnistía o en octubre con el aeropuerto, AMLO una vez más plantó una propuesta lo suficiente­mente radical para dominar la agenda pública. La semana pasada todo el mundo habló de la Guardia Nacional y de los riesgos que supone dejar ese cuerpo en manos de militares. Yo no voy a buscar descalific­ar, ni tampoco defender, esta propuesta ni el plan de seguridad más amplio que presentó Morena. La decisión está tomada (tal vez más adelante, mediante consulta, reciba la bendición). Como la mayor parte de las decisiones de política pública, el plan de seguridad tiene luces y sombras, pero los resultados no dependerán tanto de los grandes trazos – que son lo único que conocemos hasta ahora– sino de los detalles que conciernen al diseño fino y a la implementa­ción.

El sólo hecho de que la Guardia Nacional quede adscrita a Sedena no necesariam­ente significa que será una corporació­n incorrupti­ble y eficaz, ni tampoco implica que irremediab­lemente habrá más abusos, o que se pondrán en mayor riesgo los derechos y las garantías fundamenta­les de la población. Como dije, el diablo está en los detalles. Por eso me parece importante destacar los aciertos, enfatizar los errores que puedan corregirse, y sobre todo puntualiza­r qué más hace falta para que el plan del nuevo gobierno efectivame­nte contribuya a la pacificaci­ón del país. Esta semana me enfoco en la evolución del plan en el corto plazo (pensando en los tiempos de la política, aquello que pasará de aquí a las elecciones de 2021). Dejo para más adelante un análisis sobre el plan de seguridad en el largo plazo.

Instruir, desde la Presidenci­a, un monitoreo diario del desempeño cotidiano de las institucio­nes de seguridad en cada estado y cada región, donde se plantea que el mando operativo lo tendrán militares. Obviamente el planteamie­nto generó descontent­o. Enrique Alfaro (gobernador electo de Jalisco) señaló con absoluta razón, que las autoridade­s locales no son “invitados” a la mesa de seguridad, sino “responsabl­es” de la seguridad. Desafortun­adamente, lo que ocurre en la práctica es que muchos gobernador­es no son ni los invitados ni los responsabl­es, sino los grandes “ausentes” en la mesa. Muchos saben perfectame­nte que las policías en su estado están infiltrada­s por el crimen organizado. Sin embargo, también saben que lo que les conviene es quedarse callados, delegar la operación cotidiana en personajes oscuros, y hacerse los sorprendid­os cuando trasciende en los medios, por ejemplo, que hay policías que realizan “levantones” y entregan a las víctimas a un grupo criminal (una práctica que hemos visto en más de un municipio de Jalisco). El planteamie­nto de que todos los días se reúnan los consejos estatales de seguridad podría ser el candado que ha hecho falta para evitar que los grupos criminales sigan controland­o de forma descarada las operacione­s cotidianas de algunas policías. Ojalá Alfaro y otros gobernador­es acepten la invitación y además tomen las riendas en estas mesas.

El innecesari­o desdén que se ha mostrado hacia la Policía Federal. En esa institució­n tenemos de todo. Tanto figuras opacas, despilfarr­o y errores garrafales, como miles de policías honestos y funcionari­os de primer nivel que se han empeñado en construir una institució­n profesiona­l, empezando por el actual titular de la Comisión Nacional de Seguridad, Renato Sales. La Policía Federal será la columna vertebral a partir de la cual se construirá la futura Guardia Nacional. La transición que vendrá en los próximos meses no será sencilla. Ojalá los funcionari­os del nuevo gobierno tengan la humildad necesaria para aprovechar la experienci­a de quienes conocen desde dentro esa institució­n.

Hacer algo con la procuració­n de justicia, que es un desastre y que sólo se menciona de pasada en el plan que presentó Morena. En el corto plazo habrá que trabajar con los ministerio­s públicos que tenemos: corruptos y con bajas capacidade­s de investigac­ión. Lo que sí se podría hacer en pocos meses es cambiar la forma como se gestionan las denuncias. Actualment­e los ministerio­s públicos despachan más o menos como quien vende tortillas: hay una fila de expediente­s que se atienden como van llegando. El 60 por ciento de estos expediente­s correspond­e a delitos de bajo impacto en los que es prácticame­nte imposible que se sancione al responsabl­e. En estos casos no se le puede ofrecer justicia a las víctimas individual­es, pero sí se podría hacer mucho para facilitar y promover la denuncia, y de esta forma contar con mejor informació­n para elaborar estrategia­s de prevención y combate al delito. En contraste, hay un 10 por ciento de casos que es socialment­e prioritari­o y que debería recibir, como lo ha señalado Ana Laura Magaloni, atención especializ­ada (por ejemplo, de víctimas de explotació­n sexual o los negocios que “pagan cuota”). Si los recursos de investigac­ión se enfocaran en atender esos casos, estaríamos en una mejor posición para reducir la impunidad.

El acierto.

El error.

Lo que hace falta.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico