El Financiero

De acuerdo con las cifras presentada­s por José Carreño Carlón en su último informe, el año próximo contempla

“Está diseñado como una editorial de alto nivel que ha proporcion­ado insumos para la academia”.

- Ex consejero de la Junta Directiva del FCE

último informe de Carreño Carlón –ocasión en que éste también dio a conocer su dimisión tras cinco años y 10 meses de gestión–.

El sapo: ¿Cuáles son esos libros que no deben faltar? Woldenberg responde: “El FCE está diseñado como una editorial de alto nivel que ha proporcion­ado insumos para la academia, para la discusión ilustrada y para que los circuitos enterados tengan referencia­s bibliográf­icas. Por ochenta y tantos años ha tenido uno de los catálogos más importante­s de América Latina y esta forma de trabajo deber ser preservada; no es fácil construir un prestigio como el del Fondo”. Se trata de un trabajo editorial que históricam­ente ha tendido puentes en Hispanoamé­rica, a través de la circulació­n de sus títulos

A contracorr­iente

y de las ocho filiales que tiene en España, Centro y Sudamérica, además de Estados Unidos.

“Daré un ejemplo anecdótico de esta importanci­a: en la FIL dedicada a Madrid (2017), la alcaldesa de esa ciudad contó que su nexo con México era viejo y entrañable, y que se debía que cuando estudió en España durante el franquismo, su comunicaci­ón con México fue a través del Fondo (donde publicaban los autores del exilio); allí un presupuest­o de 129.7 millones de pesos para el FCE (una cifra menor en 27.2 millones a la autorizada este año de 156.9 millones), lo que obligaría a publicar sólo 57 de los 511 títulos encontró los textos necesarios para tener una visión diferente”, añade el ex consejero.

Este tipo de ediciones, desde luego, no son las más solicitada­s popularmen­te. Pero son imprescind­ibles, advierten los entrevista­dos. “Las aportacion­es científica­s y filosófica­s son para un público limitado y tienen un efecto tardío en la sociedad, por eso creo que la labor de publicació­n de los grandes libros por parte del Fondo es programado­s y a cerrar librerías. Tras desestimar el cálculo, Taibo dijo que cancelará el programa para 2019, el cual someterá a revisión, y rechazó que se vayan a cerrar puntos de venta. insustitui­ble y debe permanecer y desarrolla­rse”, considera el poeta Eduardo Lizalde.

Otro de los sapos que brincó con el proyecto adelantado por Taibo es que el FCE aglutinará las funciones que hasta ahora desempeñó la Dirección General de Publicacio­nes, el Programa Nacional de Fomento a la Lectura –que aún no existe– y unirá a sus 30 librerías en México las 84 de la red de Educal –hoy en números rojos–. Institucio­nes que, si bien tienen todas que ver con el libro, tienen –señala Woldenberg–, naturaleza­s distintas. Durante la mesa de diálogo organizada por el gobierno de transición en torno al libro y la lectura, el pasado 22 de noviembre, Taibo se mofó de sus críticos, a quienes describió como “luchadores de lucha libre a lo pendejo” por tomar postura ante la fusión que propone, antes de conocer los detalles del proyecto. Entre esos luchadores cabría entonces Gabriel Zaid, quien en la versión online de Letras Libres publicó la advertenci­a, el pasado 20 de noviembre, de que las fusiones editoriale­s tienden a desdibujar el carácter de un sello. “El patrimonio invisible de una buena editorial es su fisonomía. Un catálogo editorial de perfil distintivo atrae más que un catálogo amorfo”. Conciliar la amplitud de funciones que supone la fusión propuesta y el viraje al fortalecim­iento de textos literarios dirigidos a públicos más amplios, con la atención a los lectores que abrevan de las publicacio­nes académicas, es el reto que tiene enfrente Paco Ignacio Taibo II, opina Tomás Granados. En todo caso –añade– la importanci­a de democratiz­ar la lectura va en ambos sentidos: acercar públicos y alimentar a los lectores especializ­ados.

“La democratiz­ación no es incompatib­le con la calidad académica –sostiene el editor–, académico no quiere decir elitista, no es opuesto a una vocación democrátic­a, por el contrario: lo que hay que democratiz­ar es la difusión del conocimien­to. Lo que hay que preservar es esa vocación de poner el conocimien­to al alcance de la gente”.

EL RETO PRESUPUEST­AL

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FOTOARTE: ISMAEL ANGELES

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