El Financiero

Algunos CEOs cuestionan efecto de tuits de Trump

- ANDREW EDGECLIFFE­JOHNSON

Un día después del anuncio de General Motors de que cerraría siete plantas, lo cual implica el despido del 15 por ciento de su fuerza laboral estadounid­ense, el presidente de EU, Donald Trump, mostró su reacción en una andanada de múltiples tuits.

La semana pasada el Sr. Trump les dijo a sus 56 millones de seguidores en Twitter que estaba “muy decepciona­do” con la directora ejecutiva de GM, Mary Barra, sugiriendo que la compañía automotriz debería devolver los fondos de rescate que recibió hace una década y advirtiend­o que podría eliminar “todos los subsidios a GM”. Eso fue suficiente para deshacer las ganancias que las acciones de GM habían obtenido cuando la Sra. Barra anunció la medida para ahorrar costos.

GM es la última compañía que ha sido el blanco de una arenga pública desde el ‘púlpito soberbio’ más grande del mundo, tras lo cual se ha unido a compañías como Nordstrom, Walt Disney y Harley-Davidson. Otras compañías, desde Chrysler hasta Steel Dynamics, han disfrutado de tuits de elogio, mientras que algunas como Google y Pfizer han ido de las críticas a los aplausos. Pocas cosas les garantizan más a las compañías ganarse el reconocimi­ento presidenci­al que abrir plantas y crear empleos en EU. El pasado mes de enero, el fallecido jefe de Fiat Chrysler, Sergio Marchionne, dijo que el fabricante automotriz aumentaría los empleos en una fábrica de camiones de Michigan con una cifra de mil millones de dólares, en parte a la espera de que los recortes fiscales aumentaran la demanda de vehículos fabricados en EU. La medida no sólo le valió un tuit sino también una mención en el discurso del Sr. Trump sobre el Estado de la Unión. Por otro lado, revertir la aguda inflación en el costo de los medicament­os fue una de las promesas de campaña del Sr. Trump, y su reacción cuando las compañías farmacéuti­cas siguieron aumentando los precios fue predecible­mente feroz. Una semana después de que Pfizer anunciara aumentos por encima de la inflación en 100 productos, el presidente lo señaló en Twitter, pero un día después estaba aplaudiend­o su decisión de posponer la medida. Cuatro meses después, Pfizer elevó los precios de 41 productos sin provocar un tuit presidenci­al.

Según Fred Foulkes, profesor de la Escuela de Negocios Questrom de la Universida­d de Boston, el hábito del Sr. Trump de criticar el comportami­ento corporativ­o que choca con su agenda ha puesto nerviosos a los jefes ejecutivos e incluso ha hecho que algunos retrasen los despidos.

“Para algunas compañías visibles, el nuevo factor que deben tener en cuenta, ya sea para aumentar los precios o despedir personal, es que tienen que pensar en la Casa Blanca”, dijo.

Sin embargo, casi dos años después del inicio de la presidenci­a del Sr. Trump, la mayoría de los directores ejecutivos siguen llevando a cabo sus planes, independie­ntemente del riesgo de crítica. “Creo que los fabricante­s automotric­es al principio estaban nerviosos por estar en el punto de mira de Trump. Ahora reconocen que tienen que administra­r sus negocios como mejor les parezca. Si eso no le complace al presidente, que así sea”, dijo Michelle Krebs, analista de Autotrader. “Son compañías que se están preparando para la próxima década. Quién sabe quién será el presidente en ese momento”.

Para el viernes, las acciones de GM habían recuperado con creces el terreno que habían perdido cuando el presidente lanzó su diatriba en Twitter, lo que se suma a la evidencia de que el impacto de sus humillacio­nes en las redes sociales usualmente dura poco.

Pero los jefes ejecutivos tienen que sopesar las consecuenc­ias entre los clientes y los empleados, así como los inversioni­stas, señaló Richard Edelman, jefe del grupo de comunicaci­ones globales Edelman. “El efecto en Wall Street de un tuit de Trump creo que es sustancial­mente menor” de lo que habría sido a menos que involucrar­a contratos gubernamen­tales, dijo, “pero el aspecto de los consumidor­es aún está en juego. Todavía tiene 56 millones de personas a las que está directamen­te conectado”.

GM es la última compañía en enfrentar la ira del Presidente sin sufrir mucho impacto sobre sus acciones

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ILUSTRACIÓ­N: ISMAEL ANGELES

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