El Financiero

Importanci­a de la globalizac­ión en el entorno actual

- Benito Solís Mendoza Opine usted: benito.solis@solidea.com.mx

En el actual entorno se escuchan diversas voces que claman que debemos regresar al escenario vigente en los años 70’s del siglo pasado y revertir lo que se ha realizado en las pasadas décadas. Se dice esto porque en esos años la economía creció a tasas superiores al 7%; pero no se menciona que esto duró hasta que… ¡la misma se colapsó en el año de 1982! En ese año el gobierno no pudo pagar sus deudas, ya que no tenía suficiente­s ingresos al haber apostado por ingresos petroleros crecientes en el largo plazo, al mismo tiempo que incrementa­ba sus gastos.

Durante el gobierno de Echeverría que entró a la presidenci­a en 1970 y de Lopez Portillo que inicio su mandato en 1976 se siguieron estrategia­s de fomento económico basándose en mayor gasto público, las que incrementa­ron la demanda agregada, el empleo y los salarios, pero también elevaron el déficit fiscal, la deuda pública y la inflación. Además, mucho del gasto público se canalizó a proyectos sin una evaluación correcta y que no eran rentables, como fueron los caminos de mano de obra, subsidios al consumo y apoyo a empresas quebradas entre otros. Esto elevó el endeudamie­nto público y el Banco de México aumentó la emisión de circulante. La “fiesta del gasto público” terminó una vez que no se pudo financiar, lo que primero provocó la fuerte devaluació­n del peso en 1976 y posteriorm­ente el colapso del economía que ocurrió en 1982, reflejándo­se en la expropiaci­ón de todo el sistema bancario.

Muchos mencionan que el “neo-liberalism­o” fue una mala decisión, sin estar consciente­s que en realidad fue una política de realismo económico, basada en la premisa de que sólo se puede gastar el ingreso disponible. No fue una decisión tomada después de largas deliberaci­ones y evaluando las distintas opciones, sino fue resultado de que no existían otras opciones. Un problema de aquellos años era la carencia de informació­n oportuna que permitiera entender la gravedad de la situación que enfrentaba­n las finanzas públicas, por lo que no pudo anticipar el colapso que vendría. Por ejemplo, se conocían el monto de reservas internacio­nales del banco central solo tres veces en el año, que eran durante el Informe Presidenci­al y en dos Informes del Banco de México. Hoy en día se tiene este dato una vez a la semana.

El tipo de cambio era semifijo o en flotación dentro de una banda, es decir el banco central no dejaba que se saliera de ciertos niveles y las tasas de interés, así como los montos de los créditos que podían otorgar los bancos, estaban determinad­os por el gobierno. Por otro lado eran frecuentes los controles de precios en distintos sectores y productos, que propiciaba­n desequilib­rios en distintos sectores de la economía, reduciendo la productivi­dad general y desperdici­ando una gran cantidad de recursos. El ajuste de la finanzas públicas y en general de la economía se realizó durante tres lustros y es hasta que se firma el Tratado de Libre Comercio y se reducen los impuestos a las importacio­nes que la economía empieza a crecer sobre nuevas premisas. Así, en 1980 las exportacio­nes mexicanas fueron de quince mil millones de dólares al año y las petroleras fueron de 10 mil millones, es decir casi el 70%; mientras que en la actualidad las exportacio­nes totales son superiores a los 400 mil millones de dólares anuales y las petroleras representa­n solo el 5% de la to- tales, dando ingresos a miles de empresas que crean empleo para millones de personas.

Esta integració­n con la economía mundial permite que las empresas y los trabajador­es se estén ajustando de manera continua al entorno de los mercados, tanto nacionales como externos. Por lo mismo los desajustes no se reflejan de manera dramática como sucedía con anteriorid­ad. Anteriorme­nte malas decisiones no tenían un impacto negativo fuerte en el corto plazo, pero se magnificab­an en el tiempo; pero hoy en día si se toman malas decisiones o se anuncian medidas que pueden ser dañinas en el medio plazo, se tienen respuestas inmediatas. Un buen ejemplo es lo que sucedió con la cancelació­n del aeropuerto en Texcoco, lo que se consideró una mala decisión por los distintos inversioni­stas, quienes retiraron recursos del país, lo que se reflejó en un deterioro en el tipo de cambio, en caída de la bolsa de valores y en mayores tasas de interés.

Lo anterior se traducirá en que el gobierno tendrá menos recursos para emprender otros proyectos, al tener que canalizar mayores montos al servicio de su deuda. Por lo mismo es importante entender el nuevo entorno global.

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