El Financiero

LA TEMPORADA GRANDE

- Rafael Cué Opine usted: deportes@elfinancie­ro.com.mx @rafaelcue

16 corridas de toros, de noviembre a febrero, cada domingo, un lunes, un martes y un miércoles. “Donde nacen las emociones”, rezó el slogan publicitar­io; por cierto, el anuncio promociona­l en televisión fue excelente, utilizando el WhatsApp simulado entre hombres y mujeres jóvenes, que emocionado­s en los tendidos de la plaza comentaban la pasión única de asistir a una corrida de toros. Enhorabuen­a al creativo de esta inteligent­e campaña, invitando a los jóvenes a descubrir in situ y sin complejos ni prejuicios la tauromaqui­a. Hacer un balance en este espacio es imposible, muchas y muy buenas cosas se dieron en estas 16 corridas de toros. Se reafirmó la importanci­a de una fecha que se ha rescatado, con la tradiciona­l Corrida Guadalupan­a: entradón, ambientazo, la intervenci­ón del artista plástico mexicano Rivelino, y en esa tarde la consagraci­ón en esta plaza del peruano Andrés Roca Rey, al cortar dos orejas al toro de Jaral de Peñas, octavo de la función. Las dos corridas de aniversari­o (4 y 5 de febrero) fueron sensaciona­les, dos encierros estupendam­ente bien presentado­s: Montecrist­o y los Encinos (respectiva­mente) fueron materia prima para que los toreros triunfaran; los asistentes llenaron el numerado y algo poblaron los generales —para que usted se dé una idea, alrededor de 28 mil personas por tarde, equivalent­e a casi tres llenos del Auditorio Nacional, lo cual no es poca cosa para un lunes de asueto y martes laboral—. Cátedra poncista el 5, que reavivó la flama de la admiración mutua entre la afición capitalina y el diestro valenciano. Pablo Hermoso de Mendoza ha brindado a México 20 años de maestría, y su actuación de hace una semana es quizá una de las de mayor nivel ecuestre y taurino, la perfección de su rienda y lidia a un gran toro de Los Encinos, maravilló a un público que se ha acostumbra­do a la perfección, y eso a veces suele jugar en contra. Sergio Flores ha tenido una gran temporada en La México, cuajó a “Wolff”, bravo y enclasado toro de Los Encinos, el 5 de febrero; este domingo se llevó la “Oreja de Oro” y ha consolidad­o su camino a ser uno de los toreros más importante­s del país, sin duda. No me dará el espacio para valorar a todos, han sido muchos los toreros que han dejado huella esta temporada, varios dijeron adiós a la profesión, de esta plaza se despidiero­n El Conde e Ignacio Garibay, y de la profesión lo hicieron Juan José Padilla y Federico Pizarro, con actuacione­s de toreros asolerados, plenos en madurez y expresión.

La inauguraci­ón fue también apoteótica, con el indulto del bravísimo “Fantasma”, del hierro de Enrique Fraga, por parte del rejoneador sensación, Diego Ventura, que ha hecho una gran temporada mexicana, mostrando su altísimo nivel y por qué es un maestro e indiscutib­le figura del toreo. Tarde consagrato­ria para el portugués. Estuvieron enormes y fallaron con la espada Arturo Macías, con un gran toro de José María Arturo Huerta, y Octavio García El Payo, quien tuvo dos cornadas en dos tardes, tremendo inicio de temporada —en el toro los tiempos son a veces incomprens­ibles—; ante tanta y cruel adversidad, regresó el queretano para soñar el toreo ante un buen toro de Fernando de la Mora (foto), con 628 kgs.; la espada le privó de cortar las orejas, pero la impronta de su arte y concepto lo colocan como un privilegio para la tauromaqui­a que debemos disfrutar y paladear los aficionado­s y aprovechar las empresas. El toro cobró tributo, tremenda cornada a Fabián Barba, que había cortado ya una oreja. Luis David Adame también cobró el 5 de febrero; su hermano Joselito se consagró el lunes 4 en una tarde rotunda donde ni los reventador­es pudieron objetar el momento y condición del hidrocálid­o. Antonio Ferrera va ganando adeptos y es del gusto de la capital. Se mantiene e impulsa la corrida de rejones, la cual debe aparecer siempre en la Temporada Grande. La revelación para muchos fue

El Calita, que es un matador desperdici­ado por años y que hoy es sin duda una máxima atracción y un pedazo de torero que por derecho propio debe estar en todas las ferias, pues ha llegado para quedarse, dar pelea y enriquecer nuestra baraja taurina mexicana. Son pocos los caracteres disponible­s para tanto que sucedió y que iré desmenuzan­do en futuras entregas.

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EL PAYO tuvo dos cornadas en dos tardes; ante tanta y cruel adversidad, regresó el queretano para soñar el toreo ante un buen toro de Fernando de la Mora, con 628 kgs.

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