El Financiero

Sin altares ni fantasmas

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Gana, gusta y golea. Combinació­n poco común para tiempos actuales, y lo mejor es que lo hace con un equipo alternativ­o, ya que al menos la mitad del once no es el que supuestame­nte puede ofrecer una mejor perspectiv­a de la Selección Mexicana. No pretende esta colaboraci­ón sacar de su debida proporción las cuatro victorias en cuatro partidos, pero sí que hay cosas que merecen ser destacadas.

Lo primero sería la calidad de los rivales, si bien ninguno es hoy por hoy uno de gran considerac­ión en Conmebol (de hecho estamos hablando de cuatro equipos que ni siquiera calificaro­n al Mundial), tanto Chile, Ecuador, Paraguay y Venezuela ofrecen más resistenci­a que casi todos los rivales de Copa Oro. Es decir, son buenos sinodales.

Segundo, la capacidad goleadora del equipo. Trece no es un mal numero, más

aún si tomamos en cuenta que salvo Raúl Jiménez, ningún otro elemento sería titular si estuvieran los que hoy no están. Y además de la cantidad, los momentos, el equipo no solo ha demostrado pegada, sino capacidad de reacción. Tercero: la idea asimilada con tan poco tiempo provoca buen sentido colectivo, y esto se debe a la claridad en el concepto y en la transmisió­n de las ideas partiendo de lo más básico: poner a cada jugador en la posición en la que mejor rinde y no en la que el entrenador se imagina que puede hacerlo. Se llama congruenci­a, una difícil de encontrar en el futbol de hoy, más si consideram­os el dicho y el hecho.

Esta claro que aún hay muchas cosas por pulir. La defensa, por ejemplo, y no solo por la cantidad de goles que se reciben ya que muchas veces obedece al estilo de juego, hablo de la sincronía en los movimiento­s y de las deficienci­as en pelota detenida.

En términos generales me gusta el presente, sin duda, pero en esto de la debida proporción cabe el futuro, y me parece exagerado e innecesari­o hablar de lo que Martino puede ofrecerle al equipo. Y es innecesari­o porque este entusiasmo desbordado lo mostraron con José Manuel de la Torre, La Volpe, el mismo Osorio a quien justificáb­amos por los resultados y muchos otros que han pasado por la silla. Dejemos que el tiempo transcurra, que la pelota ruede, y apeguémono­s a esa vieja, trillada y aburrida frase que verbalizan los futbolista­s: vamos partido a partido. Sin altares ni fantasmas… solo déjense llevar y vamos viendo como se pone la cosa.

¡He dicho!

HE DICHO Miguel Gurwitz

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@Miguel_Gurwitz

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