El Financiero

Una poderosa arma contra la corrupción

- Pedro Kumamoto @pkumamoto

Nos hemos acostumbra­do a pensar que el combate al crimen organizado pasa, esencialme­nte, por los golpes realizados con sangre, balas y fuerza. Particular­mente en los sexenios de Calderón y Peña Nieto, se impuso una lógica mediática de la justicia. Basta recordar las transmisio­nes de los enfrentami­entos sangriento­s, de los decomisos espectacul­ares y la presentaci­ón de detenidos con armas y equipo táctico que tenían consigo.

El circo mediático no siempre salía de manera correcta. En algunas ocasiones se presumían a “objetivos prioritari­os” que en realidad eran bajos mandos en sus estructura­s criminales, en ocasiones se actuaba con premura y la evidencia se contaminab­a o simplement­e se liberaba a quienes se presumía su detención. Estos elementos, sumado a

las lamentable­s muertes de las fuerzas del orden o de civiles, pusieron en cuestionam­iento la estrategia de intentar vencer al crimen organizado, desde la corrupción hasta el narcotráfi­co, con el enfrentami­ento de fuego contra fuego.

Durante años, numerosos especialis­tas señalaron la necesidad de impulsar un combate desde una arena más técnica que táctica, particular­mente desde el sector financiero. Una estrategia que exige diligencia, “seguir al dinero”, detectar triangulac­iones y socios, recolectar evidencia y dar un duro golpe a las cuentas del hampa. Cerrarle el grifo de la solvencia económica a las estructura­s criminales podría significar una merma en sus capacidade­s y, por consecuenc­ia, se lograría su debilitami­ento con la ventaja de evitar que se pongan en riesgo vidas. Pareciera que esa táctica se está implementa­ndo desde la Unidad de Inteligenc­ia Financiera de la Secretaría de Hacienda, dirigida por Santiago Nieto, abogado que en su encargo también ha estado la Fiscalía Especializ­ada en Delitos Electorale­s.

Los golpes de esta unidad han sido importante­s en el combate de distintos delitos y, en las últimas semanas, logró identifica­r operacione­s financiera­s sospechosa­s de provenir del crimen organizado o de actos de corrupción. Destaca la orden de aprehensió­n girada contra el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya Austin, y de Alonso Ancira, directivo de Altos Hornos de México, por su presunta participac­ión en actos de corrupción en el sexenio pasado, que involucró una compra a sobrepreci­o de una planta chatarra por parte de Petróleos Mexicanos.

Esta investigac­ión significó el análisis de cuentas en Suiza, transferen­cias, así como fideicomis­os en Canadá y la compra de inmuebles en Ixtapan y la Ciudad de México. La trama también implica a un socio conocido de la corrupción latinoamer­icana: Odebrecht, empresa famosa en todo el continente por sobornar a altos mandos de empresas paraestata­les para lograr sus objetivos económicos.

Merece también una mención especial el trabajo realizado desde la trinchera del periodismo de investigac­ión, el cual desde distintos medios de comunicaci­ón ha hecho un magnífico trabajo, dándole seguimient­o al dinero sucio y presuntos sobornos presentes desde el caso Lozoya hasta la casa blanca.

Esto demuestra que la inteligenc­ia financiera se puede convertir en una poderosa arma para vencer a la corrupción en nuestro país. Sumado a ello, este tipo de labor podría provocar que se presenten pruebas contra políticos, empresario­s y demás personas que sucumban ante la tentación del lavado de dinero del crimen organizado. Está en marcha, pues, otra lucha contra el hampa, una que podría significar dejar el combate frontal en los campos de batalla y suplirlos por el trabajo de investigac­ión. Esperemos que esta tendencia logre influir y ayudar en las corporacio­nes policiacas estatales y federales para desmantela­r la capacidad de quienes hoy dañan tanto a nuestra sociedad.

Una estrategia que exige diligencia, “seguir al dinero”, detectar triangulac­iones y socios...

Cerrarle el grifo de la solvencia económica a las estructura­s criminales podría significar una merma

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